Enfermedad
y deseo en
dos libros de Lina Meruane
Un repaso a la esencia de la literatura de la chilena que estuvo en la reciente Feria del Libro de La Paz.
Sebastián
Antezana
La
figura del poeta ciego o enfermo, que inaugura la literatura en Occidente
mediante la épica y que, siguiendo las corrientes de un revisionismo al pie de
la letra, podría continuarla en muchos autores, incluyendo al cercano Borges,
tiene un poderoso atractivo. Sobre todo por aquella ley de la compensación
sensorial que indica que, tras la pérdida de un sentido, se aguzan los otros o,
en su defecto, lo hace una capacidad de entender las cosas más profundamente,
de desarrollar una especie de mirada interior que no necesita de ojos pero que
es capaz de desentrañar y poner en primer plano, mediante la escritura, algo
común a todos nosotros, algún asunto nuclear y compartido de nuestra humanidad.
Algo
de esto está presente en una de las mejores novelas de la escritora chilena
Lina Meruane (1970), la multieditada Sangre
en el ojo (2012), en la que la protagonista, también llamada Lina Meruane,
una escritora chilena que vive en Nueva York -al igual que la autora-, sufre una
ceguera fulminante.
Pero
la ceguera de la protagonista, más que metáfora del descubrimiento de una nueva
capacidad sensorial o de un instinto desarrollado, es una enfermedad real, no
la alegoría de una penetrante mirada interior sino un desorden fisiológico que
provoca una muy real confrontación de quien lo sufre con su entorno, que
súbitamente se torna desconocido, amenazante, violento, casi indescifrable: un
mundo de luces y sombras y formas vagas, sonidos, olores y temperaturas, un
territorio conocido que súbitamente deja de serlo, un espacio lleno de
obstáculos.
Lina,
el personaje de Sangre en el ojo, se
encuentra una noche en una fiesta en casa de un amigo cuando se le produce un
derrame en los ojos, producto de la diabetes con la que viene luchando durante
toda su vida -Meruane, la autora, padece la misma enfermedad y los vínculos
autobiográficos de esta novela con su vida son claros-.
Todo
empieza entonces: la incomodidad y el dolor, la transformación del departamento
donde la protagonista vive, la del barrio y la de la ciudad entera, en espacios
desconocidos, percibidos solo por la parcialidad de los otros sentidos, mientras
ella trata de sobrellevar una relación tumultuosa, sufrida, feliz, como todas
las demás, con su pareja, Ignacio, un español estacionado en Nueva York, quien
hace de lazarillo de la ciega y a veces, incluso, a pesar de su enfermedad, es
guiado por ella. Y, esto, además, mientras la protagonista, en espera de un
diagnóstico médico que le asegure la llegada definitiva o la naturaleza
pasajera de su ceguera, hace un periplo de vuelta a su Santiago natal, donde se
reencuentra con su familia.
El
tema central de la novela es el tratamiento del cuerpo, en este caso del cuerpo
enfermo. El cruce de la enfermedad con la corporalidad, e incluso con la
sexualidad, está presente como columna vertebral en el texto y, en rigor, en
otros libros de Meruane. El cuerpo maltrecho, el cuerpo tomado por el mal desde cualquiera de sus formas -la
ceguera física es solo una de ellas-, el cuerpo sexualizado, disminuido y
herido, sirve como objeto de estudio, como punto en que confluyen muchas de las
obsesiones y preocupaciones de la obra de la chilena y, en rigor, de la sociedad
contemporánea.
Si
toda escritura es un trabajo y una reflexión destinada a desentrañar las leyes
de la contingencia que nos gobiernan, y si toda contingencia es concreta,
experimentable, de aplicaciones físicas, entonces necesariamente está
influenciada por lo que les sucede a los cuerpos. Y ese es el trabajo que
Meruane desarrolla, con maestría, en Sangre
en el ojo y otros libros, escritos en distintos registros, como Viajes virales. La crisis del contagio
global en la escritura del SIDA, brillante y minucioso ensayo sobre el
impacto del sida en la literatura contemporánea.
Publicado
en 2012 por el Fondo de Cultura Económica, Viajes
virales es un estudio crítico pionero sobre literatura, enfermedad y sida
en nuestro continente. El análisis se ocupa de lo que Meruane denomina un
“corpus seropositivo” de textos latinoamericanos escritos entre 1980 y la
primera década del siglo XXI, conformado sobre todo por novelas, aunque también
muestra una presencia importante de libros de cuentos, testimonios, biografías
y entrevistas, entre otros materiales. En las primeras páginas de este valioso
estudio, Meruane introduce y define las coordenadas de su investigación, “el
espacio global de la epidemia y el errante devenir de sus protagonistas, dentro
y fuera de la ficción”, como un mapa cultural, político y económico del sida y
sus diferentes representaciones textuales, una cartografía puntuada por debates
entre escritores y activistas, muchos homosexuales, que al marcar diálogos y
trayectorias elabora sus contrapropuestas y sus propias críticas.
El
ambivalente lugar que tiene el enfermo -al que, tradicionalmente, se lo mira
por doble partida desde la piedad y el asombro ante sus ansias de supervivencia-
es minuciosamente rastreado por Meruane en las construcciones literarias de la
epidemia en un mundo globalizado, tanto en el tránsito de fronteras desde los
países latinoamericanos rumbo a Estados Unidos, como en las cuatro décadas
desde que el virus hizo su aparición en los años 80 y en su desarrollo,
político, cultural y tecnológico, hasta la era del internet, los emails y las
redes sociales.
Pero
sobre todo, como una constante que atraviesa estos viajes virales, como médula
narrativa del texto, está la experiencia, limitada o exorbitada, del placer
sexual -que se traduce como el placer textual-.
La
enfermedad que trata Meruane, el sida que causó estragos durante las tres o
cuatro últimas décadas en Occidente, está indivisiblemente asociada, en la
literatura y en la vida, a la experiencia del placer, un placer que, por otra
parte, muchas veces transcurre por rutas alternativas a las que rigen la
linealidad monógama y heteronormativa en la que la sexualidad vale casi
exclusivamente por su potencial reproductor. Así, los libros y textos que
Meruane analiza en Viajes virales, el
recorrido por la literatura seropositiva que hace e incluso su propia propuesta
literaria, desde la novela y el ensayo, se presentan -como lo hace Sangre en el ojo- no solo como un
recorrido por las diversas aristas de la enfermedad -desde las físicas hasta
las económicas y las políticas- sino también por los diversos caminos del deseo.
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