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lunes, 26 de junio de 2017

Cartas

Carta de despedida


En su columna final, el autor despide a LetraSiete y recapitula la esencia de sus dos aportes periódicos: “Cafetín con gramófono” y “La pelusa que cae del ombligo”.



Omar Rocha Velasco 

Querido Martín,

Gracias por el espacio y por la tarea que emprendiste, participé del suplemento con dos columnas, “Cafetín con gramófono” y “La pelusa que cae del ombligo”, en la primera me dediqué a reseñar y comentar revistas literarias y culturales bolivianas, ya del siglo XIX, ya del siglo XX, ya del siglo XXI.
Como varios otros en Bolivia fui cautivado por esa inagotable tarea de trabajar con papeles amarillos y antiguos, un afán que cada vez tiene menos cabida en nuestro medio (y en otros, me imagino) donde la actualidad entra con paso de parada y la noticia de lo que está aconteciendo en el presente es lo que se prioriza. Siempre me acuerdo de algo que cuenta Carlos Medinaceli: sus peleas con las “ancuqueras” por los gangochos de papeles que vendían por arrobas, él quería ordenar esos papeles, reseñar revistas viejas, hacer una historia de la prensa en Bolivia y las ancuqueras querían hacer cucuruchos para vender sus golosinas, me imagino que la pelea era encarnizada, pienso que es una maravillosa escena cultural que explica muchas cosas que pasan en el país.
Hacer una historia de las revistas literarias en Bolivia es un anhelo extraño porque ya en sí mismo está presente el fracaso, la falta, la incompletitud, la impotencia. Cualquiera que se puso a buscar alguna revista antigua sabe que nuestro mal de archivo es no solamente el poder sobre el documento, su posesión, su retención o su interpretación, nuestro mal de archivo también tiene que ver con una precariedad exasperante. En todo caso está el afán, la tradición de una pretensión que suma y sigue y sigue.
Justo encontré una frase que la iba a poner en mi próxima columna, pertenece nada más y nada menos que a Ismael Sotomayor, otro de los grandes papelistas a quien debemos tener siempre debajo de la almohada: “Teniendo, como tengo, notas y materias suficientes inéditas, publicárase pronto la Historia del Periodismo y la Imprenta en La Paz, ensayo en el que trataré ampliamente de la evolución tipográfica de esta ciudad del Illimani”. [Sic.]
Ja, ja, ja, ¡qué maravilla! No dejo de festejar con aplausos y volteretas estas intenciones que, aunque no tuvieron concreción, entusiasman, hacen que las bodas de Camacho se lleven a cabo dentro de tu corazón. Por los textos que escribí pude sentirme parte de esa tradición, gracias por eso.
La otra columna fue más miscelánea, algunos apuntes, algunas reflexiones, algunos escozores. El nombre lo explica muy bien, quise ofrecer esas pelusas que algunas mañanas se han producido, sin saber cómo ni por qué, en tu ombligo. Más allá de la metáfora, esas pelusitas que puedes extraer haciendo una pinza con tu índice y tu pulgar, son una evidencia más de tu próxima muerte. Siempre he tenido la impresión de que es tu cuerpo que se va yendo cada día en forma de pelusita, así como cuando te despiertas y ves un cabello tuyo muy pegado a la sábana. Por eso puse como encabezado el siguiente texto:

Cada vez que dejo de estar solamente acostumbrado a estar vivo, veo caer una pelusa del ombligo, “muero y estoy” digo. Nada más hermoso que la sentencia de Anaximandro: “De allí mismo de donde las cosas brotan, allí encuentran también su destrucción, conforme a necesidad; pues ellas mismas se pagan mutuamente expiación y culpa por su injusticia, conforme al orden del tiempo”. Comparto y pergeño algunas palabras, entrego esas pelusas que caen de mi ombligo.

Gracias por dejarme compartir esos textos.
Quizá un afán más “periodístico” y más integrado al periódico sustituya a LetraSiete, no sabemos, aunque intuimos, en qué derivará el cambio anunciado, ojalá sea algo bueno. Lo que sí se puede decir es que LetraSiete fue agüita fresca en medio del desierto. Muchas gracias por eso.  
Los textos que se publican en los periódicos tienden a desaparecer rápidamente, ya lo decía Cortázar en su texto “diario a diario”: [un señor se encuentra en el banco de una plaza un diario, que en la mañana estuvo debajo de un brazo] luego se lo lleva a su casa y en el camino lo usa para empaquetar medio kilo de acelgas, que es para lo que sirven los diarios después de algunas excitantes metamorfosis. 
En nuestro medio quizá eso de las acelgas no sea tan cierto, lo que sí podemos imaginar es que los periódicos fácilmente se transforman en acolchonamiento para llauchas sabatinas o domingueras. Por eso me parece un gran acierto que los textos publicados en LetraSiete estén al alcance de cualquiera en la red, algo así como esas botellas perdidas que tienen un papelito que hará sentido en el futuro.

Un abrazo Martín.




lunes, 12 de junio de 2017

Cartas

Sobre el fin de ciclo de LetraSiete


Publicamos un par de las numerosas manifestaciones recibidas ante el anuncio del cierre de este suplemento literario, y una nota de respuesta de la directora de este diario.

Carta de Lupe Cajías
Periodista y escritora

Estimado Martín:

Mi primera reacción es de sorpresa porque el motivo me parece superable. No voy a detenerme a considerar las difíciles condiciones que rodean actualmente al quehacer periodístico. Tampoco me detengo en la importancia de la cultura para alentar ciudadanía plena y no meros consumidores, votantes o empleados públicos. Ese no es mi punto, sino insistir en que el espacio para la cultura puede ser y es rentable.

Recordemos que existen casos históricos que muestran que la gestión cultural, sin dejar de cuidar, la belleza puede ser la salvación económica de comunidades. Pongo como ejemplo a Colombia: fue el Festival de Poesía el que permitió salir del espanto a Medellín, mucho más que el teleférico; Bogotá invirtió en cultura para convertirse en ciudad amable y rentable a donde los turistas no van solo a hacer compras, van a las librerías, al teatro, al barrio de cafés culturales.
En Bolivia, ninguna actividad municipal mueve la cantidad de gente y de iniciativas ciudadanas como la Noche de Museos en La Paz, donde todos ganan; es el típico ejemplo de que más y más… dan más.

En el caso específico de la prensa, recuerdo cómo en los años 90 Prensa Latina logró competir con las grandes agencias porque priorizó la cobertura cultural y con énfasis en la crónica firmada; eran sus ofertas más vendidas. La agencia alemana también tenía en la cultura (y el deporte) una veta para no quedarse al margen frente a la avalancha de la competencia más poderosa.

En el caso del suplemento, creo que se puede ser imaginativos: colocar avisos y cartelera y venderlos (inicialmente) como avisos clasificados. El Círculo de la Unión, el municipio, los cines, las embajadas, y los conciertos de todo tipo deberían ser los anunciantes. No es necesario competir con las páginas culturales del propio periódico sino mantenerse dentro de lo que es un suplemento cultural que privilegia la crítica, la crónica, los artículos (no la noticia).

Estoy segura que hay salidas, pero siempre con creación y decisión.
Saludos,
Lupe

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Carta de Diego Mondaca
Cineasta

LetraSiete, la agonía permanente de los suplementos culturales.
Pareciera que no le damos la importancia real, en el ahora y en la memoria, a esas pocas hojas que son los suplementos culturales, que con el tiempo se establecen en una especie de pulso de pensamiento de distintas épocas, de distintos períodos, reflejando no solo lo evidente, sino sobre todo el pensamiento y las tendencias culturales, las fricciones críticas y esa evolución (o no) del pensamiento de una sociedad. Sus dinámicas.
Se hacen invalorables, se convierten en testimonio vital para todo ciudadano inquieto y curioso por conocer parte de su propia memoria. Son para aquel que siempre está en búsqueda de entender de dónde viene, qué lo construye y dónde se refleja. El sector cultural nunca dejó de estar amenazado. De estar condicionado. Es lo cierto. Ha sucedido en todas partes y, lamentablemente Bolivia no es una excepción.
En mi casa, por inquietud de mi madre, atesoramos la colección de suplementos de Presencia Literaria; luego, por inquietud de mi hermano, fuimos coleccionando Fondo Negro y El Juguete Rabioso. Luego vino La Ramona a la que, gracias a que mi hermano estudiaba en Cochabamba, todos en casa pudimos tener acceso, hasta que llegó el dichoso día de poder colaborar y ser parte del equipo.
Esos suplementos son parte de casa, parte de nuestra inquietud y memoria familiar. Los llevamos siempre. En mis constantes traslados, idas y regresos, me encargo de que vengan conmigo o que estén celosamente custodiados. Siempre recupero entrevistas, comentarios o artículos que aparecen ahí como primera fuente.
En mis largas ausencias de Bolivia, es mi madre la que sigue guardándolos cada fin de semana. Y, cuando regreso a casa, me los señala y yo me paso tardes enteras revisándolos. Es una manera de saber qué ha pasado en mi ausencia, un ritual. Una manera más fiel que el volátil internet.
El final anunciado por LetraSiete representa, para mí, la evidencia de que la cultura y su posibilidad de construcción aún no son prioridad para un país como el nuestro. Da cuenta de nuestro descalabro cultural. Da cuenta de que el hábito de la lectura y su importancia para entendernos y vernos, solo es afán de unos pocos quijotes.
Agradezco y saludo todo el esfuerzo de aquellos que se animaron a llevar adelante cada uno de los suplementos culturales en este país árido para ellos. Agradezco a Martin Zelaya, por su aporte y por también haberme invitado a colaborar con LetraSiete.
Cultivar nuestra cultura es nuestra mayor defensa posible. Nos ayuda a no distraernos, nos alerta de la aparición o reinvención de esos “sastres” de poca monta, nos ayuda a identificar a esos “falsoafanes” que pululan.
En algún momento entenderemos que leer es altamente valioso y que el conservar espacios de debate vitaliza, dinamiza y construye la cultura de una región, de un país.
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Carta de Isabel Mercado
Directora de Página Siete

A nuestros lectores:

El pasado domingo el editor de LetraSiete, Martín Zelaya, anunció el fin de ciclo de ese suplemento que se publicará hasta el último domingo de junio. El anuncio mereció, de parte de los lectores, muestras de apoyo y pedidos de reversión de esa decisión.
Ante ello, aclaramos que la determinación no significa, en ningún caso, un desprecio por la actividad literaria o cultural, más bien obedece a un proyecto de renovación de contenidos y formatos de todos nuestros suplementos, además de una búsqueda de mayor circulación y calidad de impresión para los mismos; un paso necesario para mantener nuestros productos dominicales a la altura de estos tiempos y de las exigencias de los lectores.
Martín Zelaya fue inicialmente invitado para hacerse cargo del nuevo proyecto, pero rechazó el ofrecimiento dado que su interés es exclusivamente literario; respetamos su decisión y continuaremos trabajando con él en otros emprendimientos.
Ponemos especial énfasis en que esta apuesta editorial no representa en modo alguno una escasa valoración de los espacios literarios. Al contrario, los nuevos productos revigorizarán dichos espacios que, como todo producto periodístico, necesita renovarse constantemente.
Finalmente, agradecemos a los lectores de Página Siete y los seguidores del suplemento LetraSiete por su interés y apoyo, y nos comprometemos a mantenerlos informados de los nuevos proyectos que estamos impulsando.