sábado, 8 de agosto de 2015

Artículo

Rivero, Colanzi y Villazón


A propósito de la llegada de tres destacadas autoras, en esta nota se analiza la situación actual de las mujeres escritoras, e incluso de las cruceñas escritoras.

 

Paola R. Senseve T.

La Feria Internacional del Libro de La Paz tiene este año un abanico de escritores más que interesantes como invitados; sin embargo lo que más llama mi atención es que en el grupo de “migrantes” -seis escritores bolivianos que radican fuera del país-, están Giovanna Rivero, Liliana Colanzi y Emma Villazón. Tres mujeres, escritoras, cruceñas y académicas.
A simple vista, podría parecer una coincidencia, sin embargo creo que es el resultado de varios procesos silenciosos y una gran oportunidad para, precisamente, hablar de ellos.
La Paz tiene una tradición literaria innegable; con los núcleos académicos de la carrera y la maestría de literatura de la UMSA y además con la Feria del Libro más antigua del país, que en este 2015, a juzgar por sus invitados y programación, superará a las anteriores versiones y sin duda a las otras ferias del país. Se trata de un evento estructurado y proyectado al debate y al análisis en más de 200 actividades.
En este contexto, no puedo más que celebrar que la FIL de La Paz traiga a estas mujeres, porque en ellas coinciden lugares desde los cuales no estamos acostumbrados a recibir literatura por una serie de prejuicios bastante conocidos y difundidos.
No es ninguna novedad que en estadísticas mundiales haya menos mujeres que hombres en el oficio de la escritura (aunque existan más lectoras que lectores), a raiz de ello se han originado esfuerzos para tratar de igualar los números; por ejemplo el año pasado, nació en Twitter el hashtag #readwomen2014, que llamaba a los lectores al compromiso de leer solo autoras en ese periodo. La campaña tuvo una especie de éxito viral que no llegó a Bolivia, donde la dura regla es que el machismo contamina todos los espacios, incluyendo el intelectual-cultural.
El Cuervo, una de nuestras editoriales especializadas más sorprendentes, prolíficas y heroicas del país, tiene en su catálogo 28 publicaciones a lo largo de siete años. Durante los primeros seis años la única mujer de la lista fue Liliana Colanzi; en este último periodo se incorporó Gisela Derpic.
Por otro lado y en contraposición, en nuestro país de escritores-lectores que leen a los otros escritores como un círculo sin fin, es irónico que editoriales como La Hoguera, que si bien es más grande, pero está decididamente orientada al lanzamiento de obras con capacidad de venta en un mercado como el nuestro, publique a muchas más mujeres; Rivero y Villazón entre ellas.
Hace algunos días les pedí a Giovanna, Liliana y Emma que me nombraran a autoras bolivianas de su interés. Jessica Freudenthal, Fabiola Morales, Matilde Casazola, Anabel Gutiérrez, Adriana Lanza, Pamela Romano, Claudia Pardo, Janina Camacho, Iris Kiya y Milenka Torrico formaron parte de sus listas.
Como tarea aparte, les pedí que me nombraran escritoras cruceñas que llamen su atención. Los nombres de Magela Baudoin, Paura Rodríguez (ambas no cruceñas, pero produciendo desde allá), y Natalia Chávez, surgieron.  
Hay una diferencia de números sobre la cual conversamos, llegando a la conclusión de que si tal vez existieran más instancias de formación como el postítulo de escritura creativa que ofrece la UPSA, dirigido por Baudoin, podríamos comenzar a hablar de producciones y búsquedas más serias y estables que nazcan desde las autoras cruceñas.
Santa Cruz no tiene una carrera de literatura, la ciudad tiene tres librerías para un millón y medio de habitantes, los certámenes literarios han ido desapareciendo o reduciendo de manera considerable el monto de sus premios y existe una falta de preocupación de las instituciones por desarrollar verdaderos programas formativos, de reflexión, producción literaria y ni qué hablar de consumo. Condiciones duras de las que habló Colanzi en una nota que fue publicada en El Deber, en junio de este año, y que destapó la realidad de una Santa Cruz que pretende muchas cosas a través del show, la farándula y de parches que por supuesto no representan soluciones reales.
Santa Cruz de la Sierra es un departamento cuyo explosivo crecimiento económico lo ha ubicado como la mayor fuerza económica del país. Este crecimiento ha sido tan veloz que la gente todavía no asimila sus maginitudes, de manera que las actitudes sociales, la forma de encarar la planificación urbana, los proyectos culturales que tienen bajísimos presupuestos, etc.; siguen perteneciendo a una lógica de pueblo. Sin embargo, desde esta lógica salieron tres escritoras que han recorrido con éxito un largo camino que ahora es imposible ignorar.   
La poesía de Villazón es inconfundible, posee dos hermosas e importantes características: la elegancia compleja de una trabajadora minuciosa de la palabra y la fuerza arrolladora de la honestidad. Fábulas de una caída y Lumbre de ciervos son dos obras que dan fe de aquello.
Colanzi, quien durante mucho tiempo se hizo esperar, ha revolucionado en los últimos años con una narrativa que ha sido una bofetada que supera todos los altos estándares y expectativas que ya teníamos de ella. Vacaciones permanentes y La ola son dos libros de cuentos fundamentales para la literatura contemporánea boliviana.
Las extensa obra de Rivero nos tiene familiarizados con sus fantásticas habilidades narrativas, pero en esta oportunidad llega para presentar Lo más oscuro del bosque, la segunda parte de un proyecto que llena con mucho éxito el hueco negro de nuestra literatura infanto juvenil, no solo por la escasa producción de calidad; sino por la falta de crítica y atención que este género se merece.

Tres grandes escritoras vienen con literatura de alto vuelo, desde lugares donde el machismo y el prejuicio nos han enseñado a no esperar nada, tenemos que leerlas y difundirlas. Muchas veces caigo en la tentación de preguntarme el por qué de tanta diferencia, pero conocemos de sobra los motivos. Nos queda seguir dándole el nombre a las cosas, para evitar que pasen desapercibidas, como si no existieran. La conciencia es el primer paso a la acción. 

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