Hora boliviana, para consolidar
la
crónica en Bolivia
Editorial El Cuervo reúne en un libro 14 historias que forman un retrato de temas recurrentes del devenir histórico boliviano, como también de la coyuntura de los últimos cinco años.
María
José Ferrel
La
editorial El Cuervo vuelve a enfocarse en la crónica y publica su segunda
selección de trabajos en este género escritos por bolivianos. Hora boliviana -una suerte de
continuación de Bolivia a toda costa (2011)-
se presentará el jueves 13 de agosto en la Feria Internacional del libro de La
Paz.
Fernando
Barrientos, director de El Cuervo y compilador de este libro, seleccionó 14
trabajos realizados los últimos cinco años que tratan de hacer un retrato -“tanto
en temas coyunturales como recurrentes en la historia”- del país.
En
Hora boliviana escriben Alexis
Argüello, Amaru Villanueva, Liliana Carrillo, Javier Badani, Wilmer Urrelo,
Cecilia Lanza, Alex Ayala, Fadrique Iglesias, Rocío Lloret, Leonardo de la
Torre, Santiago Espinoza, Roberto Navia, Ricardo Bajo y Nicolás Recoaro.
“No
he tenido en ningún momento una intención de interpretar el país o esas
pretensiones grandilocuentes, patrioteras o nacionalistas. Me he enfocado en
una cosa sencilla y obvia para cumplir como antologador, que fue reunir
crónicas con temas bolivianos ambientadas en los últimos cinco años”, explica.
Para
el editor, es importante que el espíritu del libro se fundamente en el momento
histórico y si Bolivia a toda costa
reunía crónicas de los primeros cinco años del Gobierno de Evo Morales, Hora boliviana quiere mostrar al país
post Asamblea Constituyente.
“Quería
historias que reflejaran el presente inmediato en el que vivimos, que es
difícil de agarrar porque es súper rápido y me parece que en el libro
justamente hay un reflejo de eso”, señaló Barrientos.
Otro
de los temas recurrentes en el libro es la migración, el retorno -debido a la
crisis europea- que es también parcial ya que se cambian las rutas migratorias.
“Leonardo de la Torre escribe sobre un taxista retornado que es padre soltero.
Esta crónica me gusta de manera particular, porque Leonardo calló casi
totalmente su voz de sociólogo pero no su mirada, y logró una narración pura
que no analiza el fenómeno migratorio, sino que cuenta la historia y nada más”.
Rocío
Lloret también toca el tema de la migración a través de la historia del
asesinato del niño Brian Yanarico Capcha, hijo de una pareja de migrantes
bolivianos en Sao Pablo, Brasil.
Evolución
Para
el antologador, una de las claras diferencias entre ambos libros, es la voz del
narrador, que ahora es en primera persona.
“A
mí me llama la atención -cuando veo el conjunto reunido- que ahora todos hablan
en primera persona. Y eso me parece positivo para el género porque si bien es
riesgoso hablar en primera persona -ya que uno puede ensuciar la historia con
su presencia- a la vez es algo que faltaba en el país… despojarnos de pudor”,
comenta.
“Esta
es una marca de evolución del genero -continúa- hay un síntoma, y no estoy
obviando los riesgos, porque esta es mi curaduría, es mi opinión sobre el
género; habrán otras opiniones también, tan sometidas a crítica como la mía. En
todo caso, mi motivación es que hay que forzar al género a que se consolide, a
que se practique con mayor frecuencia pero con mayor rigurosidad”.
Finalmente,
el director de El Cuervo considera que de todas maneras hay nomás una “buena hora”
de la crónica en el país, y que ello se debe a que hay una ola de talleres
sobre crónica, o publicaciones de no ficción de diferentes editoriales o
revistas. (ANF)
Apoyo
Los escritores responden a tres
preguntas
¿Sobre
qué trata tu crónica?, ¿cuál fue la motivación? y ¿cómo ves el género en el
país? Les hicimos estas preguntas a cinco de los autores de Hora boliviana para, además de conocer
sus trabajos, aventurar una suerte de barómetro del estado del género en el
país.
Wilmer Urrelo
1
Mi
crónica habla sobre dos temas: sobre la enfermedad que padezco, es decir, el
proceso de poder comprender las dimensiones del dolor físico que siento, por un
lado, y por el otro el rodaje de una película titulada Cuando los hombres
quedan solos (y el trágico fallecimiento de su director, Fernando Martínez).
2
Al
principio solo iba a tratar sobre la película. De hecho, antes del
fallecimiento de Fernando le pedí autorización para escribirla. Sin embargo,
todo cambió con su abrupta muerte a seis o siete días de terminar el rodaje.
Ahí había una necesidad de escribir también sobre eso, sobre esa desgracia que
aparece de pronto, de procurar entender también eso.
3
Siempre
se escribió crónicas en Bolivia, ¿no? Unas mejores, otras peores, como ocurre
todo el tiempo. Eso sí, no creo que sea un género recientemente descubierto.
Justo ahora estoy comenzado a leer una crónica de viajes de Tomás O'Connor
d'Arlach, publicada en 1914. No sé por qué en estos tiempos se tiene la
impresión totalmente equivocada que acá en Bolivia empezamos a escribir recién
crónicas, cuando hay una lista muy importante a principios del siglo pasado.
Pero respondiendo a tu pregunta: creo que ahora hay una necesidad de narrar lo
cotidiano, lo mínimo, las vidas chiquitas, aunque no sé si eso será un rasgo
novedoso. En todo caso a lo mejor son más leídas, por esto de las redes
sociales.
Alex Ayala
1
Mi
crónica es sobre la nueva arquitectura alteña, un repaso por sus posibles
orígenes, su estética y su simbolismo. Se trata de un texto que hice antes de
que este tema estuviera tan de moda.
2
Toda
buena historia surge de las buenas preguntas que uno se hace. Y yo tenía un
buen saco de ellas en la cabeza antes de ponerme a investigar. ¿De dónde surge
esa manera de construir? ¿Cómo ha ido evolucionando? ¿Quiénes están detrás de
ella?, por ejemplo. El Alto es una urbe que apenas aparece en los medios, por
eso es un placer internarse en ella cada vez que surge un tema que merezca la
pena.
3
La
crónica creo que cada vez tiene más exponentes y goza de mejor salud que hace
algunos años. Lo que falta es que los medios le den más y mejores espacios en
las ediciones diarias y que aparezcan más cronistas a tiempo completo. Pero
creo que vamos bien.
Alejandra Lanza
1
Cuenta
la historia, vida y milagros de Héctor Monzón Choquetito, un migrante paceño en
zonas calientes, exvendedor ambulante y finalmente curandero que acabó viviendo
entre los pueblos de la región del Chapare y que a su muerte, por obra y gracia
de la gente, fue convertido en santo.
2
Las
historias que las crónicas cuentan son siempre pretextos para contar otra cosa.
San Jailón no solo dice que en el Chapare los narcos han encontrado a su santo
sino que cuenta cómo el narcotráfico ha alterado el paisaje cotidiano del lugar
y fundamentalmente los valores. San
Jailón resulta, finalmente, una metáfora del ascenso social vía economía del
narcotráfico porque “¿dónde más alto se puede llegar sino a la santidad?”.
3
La
crónica en el país hace muy poco estuvo carreteando. Hoy ya alzó vuelo. Sigue
siendo una escritura novedosa pero ya no es desconocida para los lectores. Hay
cada vez más cronistas así como “consumidores” de crónicas. Han tenido que
haber entusiastas defendiendo sus textos ante editores de diarios todavía
reacios y lectores reacios; profesores universitarios cargando el bicho raro de
la crónica...
¿Qué
falta? Creo a la crónica boliviana le pasa lo que a la crónica misma en sus
inicios: hay un entusiasmo que hace que todos escriban crónica y el resultado
es -digamos- un reportaje con pretensiones literarias. Por otra parte los temas
aún prefieren el drama (pobreza, miseria, sufrimiento) antes que la vida
cotidiana en sus muchísimos costados. Es parte del camino.
Alexis Arguello
1
Mi
crónica va sobre un hábito adquirido: recorrer la feria 16 de Julio los días
jueves y domingos con el objeto de rescatar libros. Va también sobre lo
acontecido años atrás, meses atrás, y lo por acontecer durante ese recorrido
que reafirma mi compromiso con un oficio tan venido a menos: el de librero.
2
Hallo
vacíos en un subgenero: el testimonio del librero en nuestro país. Será por
ello que ando trabajando una serie de posts en la fanpage de “Libros que
desesperan” que por ahora lleva un título provisional: “Confesiones de un
librero”. Aunque... bueno, en el intento de sincerarme todavía más, esta
crónica nace porque no falta el que me pregunta cómo consigo los libros que
vendo.
3
La
crónica no se ha puesto de moda, siempre ha estado ahí (Arzáns), otra cosa es
que como modelo de negocio todavía se halle rentabilidad en los periódicos de
crónica roja. (Quiero pensar en Cacho Ordóñez leyendo Crónicas policiales de
crímenes en Bolivia, de Agustín Morales, o Cuentos militares, de Ángel
Rodríguez, a la hora de decidirse en lanzar el Telepolicial.)
No
vale la pena negarlo, como sociedad somos morbosos por excelencia y en tiempos
de redes sociales nos tomamos las cosas a título personal. A unos, si no a
todos, nos interesan los procederes más que los hechos, es por eso que montamos
perfiles o historias con la poca o mucha información que conseguimos, ya sea
click tras click, intuyendo, haciendo seguimiento o realizando preguntas.
Santiago Espinoza
1
Mi
crónica es un relato en el que, al tiempo de despedirme de mi más antigua casera
de películas piratas, que está decidida a cambiar de rubro comercial, procuro
describir y comprender los cambios que está enfrentando el circuito de
distribución y venta de audiovisuales en el mercado informal, que es el más
importante en el medio boliviano.
2
La
crónica nació originalmente para un reportaje más amplio sobre piratería de
cine, que varios colegas y yo realizamos en 2013 y que se publicó en el diario
Opinión. Entonces, tuve un primer acercamiento -si se quiere- periodístico a mi
casera para conocer algo más sobre el negocio. Ya entonces me dijo que dejaría
el negocio, cosa que no hizo sino más de un año después.
Como
cinéfilo he estado y sigo muy atado al mercado pirata, así que sus mutaciones
son algo que me interesa y preocupa sobremanera.
Por otro lado, soy de los que creen que Bolivia es un país eminentemente
pirata, en el que la informalidad y la ilegalidad en la circulación de bienes
-culturales o no- es la regla y no la excepción.
3
Ya
es un lugar común decir que la crónica en Bolivia está viviendo un buen
momento, en consonancia, aunque tardía y menor, con lo que viene ocurriendo
hace ya varios años en Latinoamérica. Por un lado, nombres como los de Alex
Ayala y Roberto Navia han dado cierta visibilidad a la crónica que se escribe
en Bolivia. Por otro, iniciativas editoriales como la de El Cuervo -con una
colección dedicada a este género- le están dando presencia real dentro e
incluso fuera de Bolivia. Y más recientemente, el concurso de la Fundación
Pedro y Rosa ha activado el interés y el talento de narradores.
De
todas formas, sin renunciar al entusiasmo, conviene ver el fenómeno con
cautela, sin exitismos coyunturales, apostando y trabajando para que este
pequeño boom local de la crónica no se extinga como muchas modas pasajeras.
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