sábado, 8 de agosto de 2015

Reportaje

Hora boliviana, para consolidar
la crónica en Bolivia


Editorial El Cuervo reúne en un libro 14 historias que forman un retrato de temas recurrentes del devenir histórico boliviano, como también de la coyuntura de los últimos cinco años.


María José Ferrel 

La editorial El Cuervo vuelve a enfocarse en la crónica y publica su segunda selección de trabajos en este género escritos por bolivianos. Hora boliviana -una suerte de continuación de Bolivia a toda costa (2011)- se presentará el jueves 13 de agosto en la Feria Internacional del libro de La Paz.
Fernando Barrientos, director de El Cuervo y compilador de este libro, seleccionó 14 trabajos realizados los últimos cinco años que tratan de hacer un retrato -“tanto en temas coyunturales como recurrentes en la historia”- del país.
En Hora boliviana escriben Alexis Argüello, Amaru Villanueva, Liliana Carrillo, Javier Badani, Wilmer Urrelo, Cecilia Lanza, Alex Ayala, Fadrique Iglesias, Rocío Lloret, Leonardo de la Torre, Santiago Espinoza, Roberto Navia, Ricardo Bajo y Nicolás Recoaro.
“No he tenido en ningún momento una intención de interpretar el país o esas pretensiones grandilocuentes, patrioteras o nacionalistas. Me he enfocado en una cosa sencilla y obvia para cumplir como antologador, que fue reunir crónicas con temas bolivianos ambientadas en los últimos cinco años”, explica.
Para el editor, es importante que el espíritu del libro se fundamente en el momento histórico y si Bolivia a toda costa reunía crónicas de los primeros cinco años del Gobierno de Evo Morales, Hora boliviana quiere mostrar al país post Asamblea Constituyente.
“Quería historias que reflejaran el presente inmediato en el que vivimos, que es difícil de agarrar porque es súper rápido y me parece que en el libro justamente hay un reflejo de eso”, señaló Barrientos.
Otro de los temas recurrentes en el libro es la migración, el retorno -debido a la crisis europea- que es también parcial ya que se cambian las rutas migratorias. “Leonardo de la Torre escribe sobre un taxista retornado que es padre soltero. Esta crónica me gusta de manera particular, porque Leonardo calló casi totalmente su voz de sociólogo pero no su mirada, y logró una narración pura que no analiza el fenómeno migratorio, sino que cuenta la historia y nada más”.
Rocío Lloret también toca el tema de la migración a través de la historia del asesinato del niño Brian Yanarico Capcha, hijo de una pareja de migrantes bolivianos en Sao Pablo, Brasil.

Evolución
Para el antologador, una de las claras diferencias entre ambos libros, es la voz del narrador, que ahora es en primera persona.
“A mí me llama la atención -cuando veo el conjunto reunido- que ahora todos hablan en primera persona. Y eso me parece positivo para el género porque si bien es riesgoso hablar en primera persona -ya que uno puede ensuciar la historia con su presencia- a la vez es algo que faltaba en el país… despojarnos de pudor”, comenta.
“Esta es una marca de evolución del genero -continúa- hay un síntoma, y no estoy obviando los riesgos, porque esta es mi curaduría, es mi opinión sobre el género; habrán otras opiniones también, tan sometidas a crítica como la mía. En todo caso, mi motivación es que hay que forzar al género a que se consolide, a que se practique con mayor frecuencia pero con mayor rigurosidad”.
Finalmente, el director de El Cuervo considera que de todas maneras hay nomás una “buena hora” de la crónica en el país, y que ello se debe a que hay una ola de talleres sobre crónica, o publicaciones de no ficción de diferentes editoriales o revistas. (ANF)

Apoyo

Los escritores responden a tres preguntas

¿Sobre qué trata tu crónica?, ¿cuál fue la motivación? y ¿cómo ves el género en el país? Les hicimos estas preguntas a cinco de los autores de Hora boliviana para, además de conocer sus trabajos, aventurar una suerte de barómetro del estado del género en el país.

Wilmer Urrelo

1
Mi crónica habla sobre dos temas: sobre la enfermedad que padezco, es decir, el proceso de poder comprender las dimensiones del dolor físico que siento, por un lado, y por el otro el rodaje de una película titulada Cuando los hombres quedan solos (y el trágico fallecimiento de su director, Fernando Martínez).

2
Al principio solo iba a tratar sobre la película. De hecho, antes del fallecimiento de Fernando le pedí autorización para escribirla. Sin embargo, todo cambió con su abrupta muerte a seis o siete días de terminar el rodaje. Ahí había una necesidad de escribir también sobre eso, sobre esa desgracia que aparece de pronto, de procurar entender también eso.

3
Siempre se escribió crónicas en Bolivia, ¿no? Unas mejores, otras peores, como ocurre todo el tiempo. Eso sí, no creo que sea un género recientemente descubierto. Justo ahora estoy comenzado a leer una crónica de viajes de Tomás O'Connor d'Arlach, publicada en 1914. No sé por qué en estos tiempos se tiene la impresión totalmente equivocada que acá en Bolivia empezamos a escribir recién crónicas, cuando hay una lista muy importante a principios del siglo pasado. Pero respondiendo a tu pregunta: creo que ahora hay una necesidad de narrar lo cotidiano, lo mínimo, las vidas chiquitas, aunque no sé si eso será un rasgo novedoso. En todo caso a lo mejor son más leídas, por esto de las redes sociales.

Alex Ayala

1
Mi crónica es sobre la nueva arquitectura alteña, un repaso por sus posibles orígenes, su estética y su simbolismo. Se trata de un texto que hice antes de que este tema estuviera tan de moda.

2
Toda buena historia surge de las buenas preguntas que uno se hace. Y yo tenía un buen saco de ellas en la cabeza antes de ponerme a investigar. ¿De dónde surge esa manera de construir? ¿Cómo ha ido evolucionando? ¿Quiénes están detrás de ella?, por ejemplo. El Alto es una urbe que apenas aparece en los medios, por eso es un placer internarse en ella cada vez que surge un tema que merezca la pena.

3
La crónica creo que cada vez tiene más exponentes y goza de mejor salud que hace algunos años. Lo que falta es que los medios le den más y mejores espacios en las ediciones diarias y que aparezcan más cronistas a tiempo completo. Pero creo que vamos bien.

Alejandra Lanza

1
Cuenta la historia, vida y milagros de Héctor Monzón Choquetito, un migrante paceño en zonas calientes, exvendedor ambulante y finalmente curandero que acabó viviendo entre los pueblos de la región del Chapare y que a su muerte, por obra y gracia de la gente, fue convertido en santo.

2
Las historias que las crónicas cuentan son siempre pretextos para contar otra cosa. San Jailón no solo dice que en el Chapare los narcos han encontrado a su santo sino que cuenta cómo el narcotráfico ha alterado el paisaje cotidiano del lugar y fundamentalmente los valores.  San Jailón resulta, finalmente, una metáfora del ascenso social vía economía del narcotráfico porque “¿dónde más alto se puede llegar sino a la santidad?”.

3
La crónica en el país hace muy poco estuvo carreteando. Hoy ya alzó vuelo. Sigue siendo una escritura novedosa pero ya no es desconocida para los lectores. Hay cada vez más cronistas así como “consumidores” de crónicas. Han tenido que haber entusiastas defendiendo sus textos ante editores de diarios todavía reacios y lectores reacios; profesores universitarios cargando el bicho raro de la crónica...
¿Qué falta? Creo a la crónica boliviana le pasa lo que a la crónica misma en sus inicios: hay un entusiasmo que hace que todos escriban crónica y el resultado es -digamos- un reportaje con pretensiones literarias. Por otra parte los temas aún prefieren el drama (pobreza, miseria, sufrimiento) antes que la vida cotidiana en sus muchísimos costados. Es parte del camino.

Alexis Arguello

1
Mi crónica va sobre un hábito adquirido: recorrer la feria 16 de Julio los días jueves y domingos con el objeto de rescatar libros. Va también sobre lo acontecido años atrás, meses atrás, y lo por acontecer durante ese recorrido que reafirma mi compromiso con un oficio tan venido a menos: el de librero.

2
Hallo vacíos en un subgenero: el testimonio del librero en nuestro país. Será por ello que ando trabajando una serie de posts en la fanpage de “Libros que desesperan” que por ahora lleva un título provisional: “Confesiones de un librero”. Aunque... bueno, en el intento de sincerarme todavía más, esta crónica nace porque no falta el que me pregunta cómo consigo los libros que vendo.

3
La crónica no se ha puesto de moda, siempre ha estado ahí (Arzáns), otra cosa es que como modelo de negocio todavía se halle rentabilidad en los periódicos de crónica roja. (Quiero pensar en Cacho Ordóñez leyendo Crónicas policiales de crímenes en Bolivia, de Agustín Morales, o Cuentos militares, de Ángel Rodríguez, a la hora de decidirse en lanzar el Telepolicial.)
No vale la pena negarlo, como sociedad somos morbosos por excelencia y en tiempos de redes sociales nos tomamos las cosas a título personal. A unos, si no a todos, nos interesan los procederes más que los hechos, es por eso que montamos perfiles o historias con la poca o mucha información que conseguimos, ya sea click tras click, intuyendo, haciendo seguimiento o realizando preguntas.

Santiago Espinoza

1
Mi crónica es un relato en el que, al tiempo de despedirme de mi más antigua casera de películas piratas, que está decidida a cambiar de rubro comercial, procuro describir y comprender los cambios que está enfrentando el circuito de distribución y venta de audiovisuales en el mercado informal, que es el más importante en el medio boliviano.

2
La crónica nació originalmente para un reportaje más amplio sobre piratería de cine, que varios colegas y yo realizamos en 2013 y que se publicó en el diario Opinión. Entonces, tuve un primer acercamiento -si se quiere- periodístico a mi casera para conocer algo más sobre el negocio. Ya entonces me dijo que dejaría el negocio, cosa que no hizo sino más de un año después.
Como cinéfilo he estado y sigo muy atado al mercado pirata, así que sus mutaciones son algo que me interesa y preocupa  sobremanera. Por otro lado, soy de los que creen que Bolivia es un país eminentemente pirata, en el que la informalidad y la ilegalidad en la circulación de bienes -culturales o no- es la regla y no la excepción.

3
Ya es un lugar común decir que la crónica en Bolivia está viviendo un buen momento, en consonancia, aunque tardía y menor, con lo que viene ocurriendo hace ya varios años en Latinoamérica. Por un lado, nombres como los de Alex Ayala y Roberto Navia han dado cierta visibilidad a la crónica que se escribe en Bolivia. Por otro, iniciativas editoriales como la de El Cuervo -con una colección dedicada a este género- le están dando presencia real dentro e incluso fuera de Bolivia. Y más recientemente, el concurso de la Fundación Pedro y Rosa ha activado el interés y el talento de narradores.

De todas formas, sin renunciar al entusiasmo, conviene ver el fenómeno con cautela, sin exitismos coyunturales, apostando y trabajando para que este pequeño boom local de la crónica no se extinga como muchas modas pasajeras. 

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