jueves, 3 de noviembre de 2016

Reseña

Aviones de papel bajo la lluvia


Un comentario de la española Raquel Lanseros sobre el nuevo poemario de Gabriel Chávez Casazola, publicado en España por Valparaíso Ediciones. La reseña apareció originalmente en la revista de libros de Info Libre de Madrid.




Raquel Lanseros

Gabriel Chávez Casazola nació en Bolivia en 1972. Poeta y periodista, es considerado como una de las voces imprescindibles de la poesía boliviana contemporánea. Autor de cinco libros de poesía y parcialmente traducido a varios idiomas, posee un modo de decir sugestivo que ensancha los límites de la realidad y ofrece alternativas sobrentendidas.
Dueño de un lenguaje sencillo y hondo, que convierte su palabra poética en palabra nueva, su proyección internacional se extiende por todos los países de América Latina, donde su poesía ha sido merecedora de prestigiosos premios y la admiración unánime de la crítica.
Para regocijo de los amantes españoles de la poesía, Valparaíso Ediciones acaba de publicar en España Aviones de papel bajo la lluvia, un libro fulgurante cuyo intenso temblor poético va sin duda a sorprender a los lectores de este lado del Atlántico.
Entre sus páginas la poesía palpita desnuda, sincera, sin ropajes ni escudos, de la mano de un lenguaje cuidado, intenso, depurado. No hay falsos artificios ni fórmulas en la poesía de Gabriel Chávez Casazola, solo la autenticidad de quien se atreve a mirar a la vida a los ojos y escribir lo que ve. Culto y espontáneo a la vez, el poeta mezcla con asombrosa naturalidad la antigüedad grecolatina, el existencialismo, la música, la literatura o el cine con la crítica social, transportando a los lectores a las más altas cotas de un lirismo estremecedor.
Todo es verdad entre sus versos, su palabra nace de la fuente clara de las vivencias reales. Auténtica poesía que siente y piensa, proyectando luz sobre los rincones usualmente menos iluminados de la existencia humana. Todo ello suscita la adhesión incondicional del lector, a través de la identificación personal con sus versos, pues Gabriel Chávez Casazola conjuga un yo poético que siempre se remansa en el nosotros.
 Aviones de papel bajo la lluvia está dividido en dos secciones diferenciadas. En la primera de ellas, el poeta expresa su conciencia del paso del tiempo y del inevitable advenimiento de la muerte, a través de un profundo conocimiento de la cultura clásica. Así, entre sus poemas podemos encontrar a Eurídice, Orfeo, Telémaco, Ulises, Argos, Caronte o el evanescente Topus Uranus.
Pero el universo cultural de Gabriel Chávez Casazola es mucho más extenso. A través de sus versos, honra y rinde homenaje a muchos nombres fundamentales en su educación literaria, como Jean Cocteau, Julio Cortázar, Jorge Manrique, Hugo Mujica o Dante. Además, el poeta - hombre de su tiempo- configura su cosmos de influencias poéticas con elementos tan atractivos como dispares, entre los que figuran la Chrysler, el Whatsapp, el Facebook, la zarza ardiente, Bizancio o el santo grial.
Es también nuestro poeta un claro melómano -menciona a Chicago, la ópera, Pachelbel- y un intenso cinéfilo, dato que se intuye en sus alusiones a las películas Solaris o Harry & Sally.
En definitiva, Gabriel Chávez Casazola es un poeta de cultura profunda e intereses eclécticos, en los que se apoya para lograr una construcción poética muy personal, a través de la cual canaliza sus emociones, pensamientos, vivencias e invitaciones a la reflexión.
Utiliza un lenguaje sencillo, sin ornamentos inútiles, pero complejo y preciso en su denotación, que provoca en los lectores una vívida sensación ambiental y fotográfica. El miedo a la soledad, al vacío, a la muerte, está presente de modo constante en la escritura de Chávez Casazola, al lado de un inteligente y agudísimo sentido del humor, que dulcifica su clarividencia.
En la segunda sección del poemario, el poeta realiza un luminoso recorrido a través de la memoria. La infancia, esa verdadera patria del hombre, en palabras de Rainer Maria Rilke, tiene una fuerte presencia, tanto la propia como la de sus hijos. Así, el poeta nos deja versos como: “Es sabido que los duendes únicamente se aparecen / a los niños / y para ser más precisos / a los niños que están dejando atrás la infancia”; “La poesía era apenas un juego de niños / el juego de un niño oyendo llover / yéndose en ríos de lluvia”; o “Ahora que / mis hijos pequeños están grandes / mis máquinas de escribir yacen en la basura”.
Los poemas de Gabriel Chávez surgen como flores en medio de una gran pradera, regada por la consciencia, la nostalgia y la memoria. En uno de ellos, titulado 1972 -año de nacimiento del poeta- rememora todos los acontecimientos entonces ocurridos, así como los grandes personajes del momento, que “son ya carne de gusanos y de la desmemoria / como lo seremos los poetas del 72”.
Sin embargo, hay una luz que palpita a lo largo y ancho del universo del poeta boliviano, una absorta fe en el infinito, en la perduración de la belleza, en la proyección eterna de la naturaleza. Por eso mismo, el poema finaliza “perdurando / inútil y maravillosa / como la poesía, / como la Loren / como La pietà / triste, solitaria / y final”.
Es la poesía de Chávez Casazola una mezcla única de intuición y reflexión, de pensamiento e inconsciente, sabedora de lo efímero y guardiana del recuerdo. Un farol que alumbra en la lejanía, allá donde aguarda la oscuridad y la distancia, pero donde, sin duda, la poesía y todas las artes serán la claridad que acerca, el resplandor que acoge.
En palabras del poeta: “La música siempre resucita / renace exenta de la fosa donde la hemos sepultado”. Aviones de papel bajo la lluvia es un libro lúcido y veraz. Es, sobre todo, un hermoso canto a la capacidad de la poesía de construir puentes allá donde el orden del cosmos ordena precipicios.


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