Aviones de papel bajo la lluvia
Un comentario de la española Raquel Lanseros sobre el nuevo poemario de Gabriel Chávez Casazola, publicado en España por Valparaíso Ediciones. La reseña apareció originalmente en la revista de libros de Info Libre de Madrid.
Raquel Lanseros
Gabriel Chávez Casazola nació en Bolivia en 1972.
Poeta y periodista, es considerado como una de las voces imprescindibles de la
poesía boliviana contemporánea. Autor de cinco libros de poesía y parcialmente
traducido a varios idiomas, posee un modo de decir sugestivo que ensancha los
límites de la realidad y ofrece alternativas sobrentendidas.
Dueño de un lenguaje sencillo y hondo, que convierte su palabra poética
en palabra nueva, su proyección internacional se extiende por todos los países
de América Latina, donde su poesía ha sido merecedora de prestigiosos premios y
la admiración unánime de la crítica.
Para regocijo de los amantes españoles de la poesía, Valparaíso Ediciones acaba de publicar en España Aviones de papel bajo la lluvia, un libro fulgurante cuyo intenso temblor poético va sin duda a sorprender a los lectores de este lado del Atlántico.
Para regocijo de los amantes españoles de la poesía, Valparaíso Ediciones acaba de publicar en España Aviones de papel bajo la lluvia, un libro fulgurante cuyo intenso temblor poético va sin duda a sorprender a los lectores de este lado del Atlántico.
Entre sus páginas la poesía palpita desnuda, sincera, sin ropajes ni
escudos, de la mano de un lenguaje cuidado, intenso, depurado. No hay falsos
artificios ni fórmulas en la poesía de Gabriel Chávez Casazola, solo la
autenticidad de quien se atreve a mirar a la vida a los ojos y escribir lo que
ve. Culto y espontáneo a la vez, el poeta mezcla con asombrosa naturalidad la
antigüedad grecolatina, el existencialismo, la música, la literatura o el cine
con la crítica social, transportando a los lectores a las más altas cotas de un
lirismo estremecedor.
Todo es verdad entre sus versos, su palabra nace de la fuente clara de
las vivencias reales. Auténtica poesía que siente y piensa, proyectando luz
sobre los rincones usualmente menos iluminados de la existencia humana. Todo
ello suscita la adhesión incondicional del lector, a través de la
identificación personal con sus versos, pues Gabriel Chávez Casazola conjuga un
yo poético que siempre se remansa en el nosotros.
Aviones de papel bajo la lluvia está dividido en dos
secciones diferenciadas. En la primera de ellas, el poeta expresa su
conciencia del paso del tiempo y del inevitable advenimiento de la muerte, a
través de un profundo conocimiento de la cultura clásica. Así, entre sus poemas
podemos encontrar a Eurídice,
Orfeo, Telémaco, Ulises, Argos, Caronte o el
evanescente Topus Uranus.
Pero el universo cultural de Gabriel Chávez Casazola
es mucho más extenso. A través de sus versos, honra y rinde homenaje a muchos
nombres fundamentales en su educación literaria, como Jean
Cocteau, Julio Cortázar, Jorge Manrique, Hugo
Mujica o Dante. Además, el poeta - hombre de su tiempo- configura su
cosmos de influencias poéticas con elementos tan atractivos como dispares,
entre los que figuran la Chrysler, el Whatsapp, el Facebook, la zarza ardiente, Bizancio o el
santo grial.
Es también nuestro poeta un claro melómano -menciona a Chicago,
la ópera, Pachelbel- y un
intenso cinéfilo, dato que se intuye en sus alusiones a las películas
Solaris o Harry & Sally.
En definitiva, Gabriel Chávez Casazola es un poeta de cultura profunda e intereses eclécticos, en los que se apoya para lograr una construcción poética muy personal, a través de la cual canaliza sus emociones, pensamientos, vivencias e invitaciones a la reflexión.
En definitiva, Gabriel Chávez Casazola es un poeta de cultura profunda e intereses eclécticos, en los que se apoya para lograr una construcción poética muy personal, a través de la cual canaliza sus emociones, pensamientos, vivencias e invitaciones a la reflexión.
Utiliza un lenguaje sencillo, sin ornamentos inútiles, pero complejo y
preciso en su denotación, que provoca en los lectores una vívida sensación
ambiental y fotográfica. El miedo a la soledad, al vacío, a la muerte, está
presente de modo constante en la escritura de Chávez Casazola, al lado de un
inteligente y agudísimo sentido del humor, que dulcifica su clarividencia.
En la segunda sección del poemario, el poeta realiza un luminoso
recorrido a través de la memoria. La infancia, esa verdadera patria del hombre,
en palabras de Rainer Maria Rilke,
tiene una fuerte presencia, tanto la propia como la de sus hijos. Así, el poeta
nos deja versos como: “Es sabido que los duendes únicamente se aparecen / a los
niños / y para ser más precisos / a los niños que están dejando atrás la
infancia”; “La poesía era apenas un juego de niños / el juego de un niño oyendo
llover / yéndose en ríos de lluvia”; o “Ahora que / mis hijos pequeños están
grandes / mis máquinas de escribir yacen en la basura”.
Los poemas de Gabriel Chávez surgen como flores en medio de una gran
pradera, regada por la consciencia, la nostalgia y la memoria. En uno de ellos,
titulado 1972 -año de nacimiento del
poeta- rememora todos los acontecimientos entonces ocurridos, así como los
grandes personajes del momento, que “son ya carne de gusanos y de la desmemoria
/ como lo seremos los poetas del 72”.
Sin embargo, hay una luz que palpita a lo largo y ancho del universo del
poeta boliviano, una absorta fe en el infinito, en la perduración de la
belleza, en la proyección eterna de la naturaleza. Por eso mismo, el poema
finaliza “perdurando / inútil y maravillosa / como la poesía, / como la Loren /
como La pietà / triste, solitaria / y final”.
Es la poesía de Chávez Casazola una mezcla única de intuición y reflexión, de pensamiento e inconsciente, sabedora de lo efímero y guardiana del recuerdo. Un farol que alumbra en la lejanía, allá donde aguarda la oscuridad y la distancia, pero donde, sin duda, la poesía y todas las artes serán la claridad que acerca, el resplandor que acoge.
Es la poesía de Chávez Casazola una mezcla única de intuición y reflexión, de pensamiento e inconsciente, sabedora de lo efímero y guardiana del recuerdo. Un farol que alumbra en la lejanía, allá donde aguarda la oscuridad y la distancia, pero donde, sin duda, la poesía y todas las artes serán la claridad que acerca, el resplandor que acoge.
En palabras del poeta: “La música siempre resucita / renace exenta de la
fosa donde la hemos sepultado”. Aviones de papel bajo la lluvia es
un libro lúcido y veraz. Es, sobre todo, un hermoso canto a la capacidad de la
poesía de construir puentes allá donde el orden del cosmos ordena precipicios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario