sábado, 9 de mayo de 2015

Libros

Un best seller soviético inoxidable

Se reedita 17 instantes de una primavera, el libro de Yulián Semiónov que forma parte de la popular serie de novelas protagonizadas por el agente secreto Stirlitz.



Nicolás G. Recoaro

En el comienzo hay un final. El del crudo invierno europeo de 1945. Pero también en esos días hay otro desenlace que se aproxima, el de la “Gran Guerra Patria”, como llaman los rusos al segundo conflicto mundial que desangró el siglo XX.
El agente secreto Stirlitz, infiltrado desde hace varios años en la cúpula del nazismo, recibe desde Moscú órdenes precisas. Debe hacer caer las negociaciones de paz que teje uno de los popes del moribundo régimen nazi con los Aliados occidentales, sin el visto bueno soviético.
Sin contactos, con las SS de Himmler y la Gestapo de Müller al acecho, valiéndose solo de su intuición y sagacidad, el espía ruso tiene que estropear la Operación Amanecer, no ser desenmascarado y salir vivo de la faena. Una misión imposible. Pero no para Stirlitz.
17 instantes de una primavera, publicada originalmente en 1969, es la novela más popular de la voluminosa serie de aventuras del espía “Isaiev-Stirlitz”, firmadas por el escritor ruso Yulián Semiónov (1931-1993).
Un auténtico best seller soviético que llegó a vender 30 millones de ejemplares durante los años de la Guerra Fría. La historia también tuvo una versión televisiva en 1973 que, según las crónicas, cada vez que se emitía paralizaba al país más grande del mundo. En esta reedición local de la editorial argentina Cienflores, el volumen incluye ilustraciones de Diego Flavio Tripodi.
En varias entrevistas, el prolífico Semiónov confesó su obsesión por documentarse y buscar fuentes reales para sostener sus historias de espías y detectives. En esa búsqueda, y gracias al cariño de fan que le profesaba el director de la KGB Yuri Andrópov, se convirtió en el primer escritor de la Unión Soviética que pudo hurgar en los archivos clasificados del servicio secreto ruso, “El Centro”.    
Alejado del modelo de espía hollywoodense alla James Bond, y también del rígido realismo socialista, Semiónov dota al personaje de Stirlitz con dosis desiguales de pragmatismo, astucia y humanismo.
Un espía que es capaz de departir sobre la obra de Pushkin, las ciencias exactas o las mejores cervecerías de Berlín; un preciso arquitecto de los perfiles psicológicos de los jerarcas del Reich; un hombre que reflexiona sobre el destino del sufrido pueblo alemán en los días previos a la caída de Hitler.
Pero también, como explica el propio Stirlitz: “Un verdadero agente es un actor o un escritor. Vive según las leyes de creación de su verdad. La diferencia radica en que mientras la farsa torpe amenaza al actor con tomates podridos, y la falta de credibilidad y la incoherencia le cuestan al escritor las sonrisas desdeñadas de los críticos, el paso en falso de un agente significa su muerte”.


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