domingo, 31 de mayo de 2015

Dramaturgia

Tamayo

Apolíticas consideraciones sobre el nacionalismo Vol. III. Este es el subtítulo de la pieza teatral de Percy Jiménez que se presentará en La Paz todos los fines de semana de junio. Ofrecemos un fragmento de la primera escena.

Una escena de la obra Tamayo. (Foto: Carlos de Águila)

Percy Jiménez

En la cima de una montaña nevada, alrededor una planicie que se extiende al infinito. El paisaje es árido y monocromo. En la cima se ven un hombre, dos monolitos y Adonais, el espectro.
El hombre escribe, tal vez es historiador o poeta, se llama Gumucio. Los dos monolitos son la materialización del pensamiento de Gumucio, se llaman a sí mismos Medina (el flaco) y Reinaga (el bajito).
Adonais es un espectro que está por encima de todo, de esta manera, cuando aparece interfiere en el pensamiento del hombre, pero también interfiere con el desarrollo de la propia obra.
Entre todos construyen a Tamayo. Los monolitos son servidores de Gumucio, lo mismo que Adonais del espacio.

Escena 1
Amanecer fulgurante, Adonais canta, mientras Gumucio, Reinaga y Medina yacen en el piso; escriben o escuchan a Adonais cantando. Es el tiempo del espectro y el tiempo se ha salido de sus goznes. El espacio y los cuerpos ya no son concretos.

CORO (Cantando)
He aquí vueltas las horas
¡De los pasados duelos!
Este es el grande Cáucaso
que el titán diviniza,
y esta es la ninfa triste
que consoló sus males.

ADONAIS (Cantando)
He aquí de nuevo el día
que de la sombra brota,
como capullo ígneo
de renegrido tronco
Bajo el candente raso,
he aquí el monte titánico
testigo de dolores
trofeo de venganzas
Sobre las cosas una
terrible primavera,
llueve lirios y rosas
que un día al hielo hiberno
serán polvo y pavesas,
para volver un día
a ser rosas y Lirios

(Adonais calla y se recuesta allá a lo lejos, luego desaparece. Retorno a lo concreto)

REINAGA
Día 21 de noviembre de 1944, la nación despierta estupefacta ante el aviso oficial del nuevo régimen que dice: Hasta la fecha han sido fusilados X. X. X.  
Releo la nómina varias veces, como si quisiera que se quedara esculpida en mi memoria. En minutos comenzará una peregrinación de innumerables visitas de extranjeros y nacionales, incluso parlamentarios, que vendrán a pedirme intervenir confidencialmente ante el Presidente de la república. Todos habremos comprendido el texto e intención del aviso gubernamental que anuncia una larga cadena de ejecuciones.

MEDINA
Las palabras del comunicado son directas y no se pierden en explicaciones. Es… escalofriante…

(Reinaga y Medina trasladan a Gumucio hasta una pila grande de papeles muy bien ordenados que están sobre otra piedra. Luego colaboran a Gumucio en la búsqueda de algo, encuentra un papel)

GUMUCIO
(Leyendo)
Luego del conato sedicioso con epicentro en Oruro, los militares de Radepa han transportado a los conjurados hasta Chuspipata donde los han acusado de “traidores” y resuelto eliminarlos sin forma ni figura de juicio… (Para sí) Once muertos…

(Gumucio retorna a su piedra de trabajo, siempre trasladado por Reinaga y Medina)

REINAGA
¿Se puede sembrar nabos sobre la espalda del pueblo? ¿Se puede asesinar impunemente a los mejores hombres de la patria?

MEDINA
Estas frases vienen de pronto a mi cabeza, mientras cruzo por enésima vez el ancho de la oficina.

GUMUCIO
(Para sí, preocupado. En un momento Reinaga y medina vuelven a la pila de papeles y buscan entre las hojas)
Los detalles del Banditismo gubernativo están aquí, en mi memoria. Las prisiones, los destierros, la muerte… (tomando un papel de Reinaga). Es Domingo Ramírez agonizando en las puertas de la patria, sin poder obtener que se le permita morir en suelo nativo. Es Donato Dalence, muerto en el páramo al marchar al destierro. Es Abel Iturralde, desesperado en la Siberia boliviana, cabalgando hacia el confinamiento bajo los dolores de su mortal enfermedad…
(Para sí) ¡Banditismo Gurbenativo! (Anota) dicen que Pando, agónico ya y bajo el tormento de la fiebre traumática, pidió un trago de agua antes de morir, uno de sus verdugos le orinó en la boca.

REINAGA
Le orinó en la boca.

(Medina se toma el papel en el que ha escrito Gumucio, lo pega en una de las piedras, los tres lo observan. Movimiento en el Ángulo de perspectiva)

REINAGA
Día 21 de noviembre de 1944, sentado en sobre el escritorio de mi oficina, mi mente se convierte en una confusa maraña de pensamientos. No he tenido poder de reacción. Los segundos han quedado fijados en el reloj que llevo colgado en la cintura. En unos minutos más, la caterva de visitas consabidas iniciará su peregrinaje.

MEDINA
Mi memoria se evade… soy un monigote de ocho años… Estoy sentado en las faldas del presidente Aniceto Arce… alrededor, una constelación de edecanes resplandecientes de charretas y entorchados.

GUMUCIO
(Para sí)
Cincuenta y seis años antes… un niño.

MEDINA
También soy… el monigote de la mano del Obispo del Bosque… visitante espléndido, con sus trazas de príncipe mitrado… y su escolta de familiares y clérigos… jóvenes.

GUMUCIO
(Anota)
Una niñez precoz en Yaurichambi.

REINAGA
Alguien dijo alguna vez, antes o después, no lo recuerdo. Dijo:

GUMUCIO
(Para sí)
En ningún lado un amigo de la misma edad.

REINAGA
“Aunque no quiera reconocerlo, usted y su familia siempre fueron OUT SIDER”… (Enfático) ¡Triple cretino!

GUMUCIO
(Para sí, sonriendo)
¡Sí! En Yaurichambi el rey, en La Paz, el indio.

REINAGA
Debería enviar una nota.
GUMUCIO
(Para sí)
Lo anoto.

REINAGA
Para recordar a mis hermanos publicar de una vez por todas.

GUMUCIO
(Anota)
Megalomanía.

REINAGA
Las centenas de cartas de Baptista a mi padre.

GUMUCIO
(Anota)
O programa autodestructivo.

REINAGA
No les pertenece a ellos tanto como a la Historia Nacional.

GUMUCIO
(Anota)
Dos puntos, el padre.

MEDINA
También debería encomendarles una re-edición de Odas.

GUMUCIO
(Para sí, enojado)
¡Espera! ¡Espera!, volvamos.
(Anota)
Día 21 de noviembre de 1944. Punto.
(…)



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