La historia de una familia y la irresponsabilidad de la ficción
Rodrigo Hasbún habla de Los afectos, su nueva novela que acaba de salir en España y que ya se traduce a nueve idiomas.
María José Ferrel
“La historia de la familia Ertl me resultó fascinante y
quise explorarla no desde la precisión y la lealtad que buscan la biografía o
la historia, sino desde las libertades y la irresponsabilidad que ofrece la
ficción”, comenta Rodrigo Hasbún, respecto a Los afectos, la novela que acaba de publicar en España con Random
House, y que, como nunca antes ocurrió en una obra de autor boliviano, será
traducida simultáneamente a nueve
idiomas.
De la mano de una sólida trayectoria -fue seleccionado entre
los 22 mejores escritores de lengua española menores de 35 años, y tanto su
anterior novela El lugar del cuerpo
como sus libros de relatos fueron muy bien recibidos- la prestigiosa editorial,
que tiene gran impronta a nivel internacional, permitirá que la prosa de Hasbún
sea leída en alemán, inglés, francés, italiano, griego, finlandés, holandés, portugués
y chino.
“La novela está inspirada en los Ertl, una familia de
alemanes que migró a Bolivia en los 50. Fadrique Iglesias me habló de ellos a
fines de 2012, mientras nos tomábamos algo en un café de Cocha, después de años
de no vernos. Oyéndolo esa noche, supe de pronto que escribiría este libro o,
al menos, que intentaría escribirlo… Entre otras cosas, me interesaba imaginar
el viaje interior de los miembros de esa familia de aventureros, imaginar lo
que pudieron haber sentido mientras sucedían tantas cosas a su alrededor”,
cuenta.
Hasbún reside en Houston, EEUU, donde está terminando su
tesis doctoral. El cochabambino que también ha trabajado en varios guiones del
cineasta Martin Boulocq, recuerda que pasaron dos años y medio entre la noche
en que supo de los Ertl y el día en que la novela se publicó. “Ese tiempo me
tomaron las distintas etapas de investigación, escritura y corrección. Yo diría
que de las tres, la escritura es la que me tomó menos tiempo”.
Sobre su acercamiento a la editorial Random House, una de
las más poderosas en estos días, Rodrigo admite que fue fruto de la casualidad.
“Un buen amigo de Claudio López de Lamadrid, el editor de Random House, me
comentó un día que a Claudio le gustaban mis cuentos y que le interesaría
leerme cuando tuviera algo nuevo. Yo más o menos tenía lista la novela y se la
mandé. Dos o tres días después me escribió diciéndome que quería publicarla”.
¿Cuento o novela?
Para Hasbún tanto el cuento como la novela -como géneros
literarios- imponen intensidades y desafíos diferentes y propios de cada uno.
“En cuanto a la escritura misma, sin embargo, –comenta- para mí la distinción
más grande tiene que ver con la continuidad que exige la novela. Para escribir
una es necesario sentarse delante de la máquina con cierta regularidad, en los
días buenos, en los no tan buenos y en los malos. Es bien sabido que la
realidad suele complotar contra la escritura, así que eso nunca es fácil”.
- ¿Cómo lograste
asegurar tantas traducciones, algo tan poco habitual en escritores bolivianos?
- Una vez que lo leyó Claudio, el manuscrito circuló entre
editores internacionales y a varios les gustó. Por lo pronto, además de la
versión en español, la novela se traducirá al alemán, inglés, francés,
italiano, griego, finlandés, holandés, portugués y chino, en editoriales que en
la mayoría de los casos publican a otros escritores latinoamericanos. Para mí
todo esto es nuevo, me intriga y lo agradezco.
- Además de Los afectos, ¿qué otros planes
editoriales inmediatos tienes?
- Saldrá una nueva edición de Cuatro, el librito de cuentos que publiqué con El Cuervo, y ahí
mismo saldrá el próximo año una reedición de Los días más felices, que también se reeditará en Perú con la
editorial Santuario. Por otra parte, espero que en lo que resta del año Los afectos empiece a distribuirse en
Latinoamérica.
- Viendo tus trabajos
anteriores, y tratando de hacer una autocrítica, ¿qué cambios, evoluciones
detectas en Rodrigo Hasbún escritor?
- Sigo sintiéndome un escritor igual de primerizo que al principio.
Cada vez que me pongo ante la máquina me pasa lo mismo: descubro que no sé
hacer eso que intento hacer y, sin embargo, nada me alegra tanto como
intentarlo una vez más.
- ¿Cómo vez a la
literatura iberoamericana actual? Se habla de un nuevo boom de la narrativa en
español, ¿qué piensas al respecto?
- Me parece un momento estupendo, con muchos escritores
embarcados en obras notables, pero soy de los que piensa que la literatura
escrita en español en general ha sido siempre de una riqueza extraordinaria y
que, por lo tanto, este no es un momento aislado sino uno más en una larga
sucesión.
Lo que sí viene transformándose significativamente es la
manera en la que los libros viajan entre los países que comparten el idioma, y
ahí la edición independiente juega un rol crucial, así como las nuevas
tecnologías. También viene transformándose el entendimiento chato y más bien
pobre que se tenía de la tradición hispanoamericana en otras latitudes. (ANF)
Los afectos
(fragmento)
Paitití
El día que papá volvió de Nanga Parbat (con unas imágenes
que trituraban el alma, tanta hermosura no era humana), mientras cenábamos, nos
dijo que el alpinismo se había tecnificado demasiado y que lo importante se
estaba perdiendo, que ya no escalaría más. Tras oírlo mamá sonrió como una
idiota, creyendo que esas palabras contenían algún tipo de promesa, pero se
quedó callada para no interrumpir. Es la comunión con la naturaleza lo que
importa, siguió diciendo él, la barba más larga que nunca, tan oscura como sus
ojos un poco desquiciados, la posibilidad de llegar a los lugares que han sido
abandonados hasta por Dios es lo que importa. No, por Dios no, se corrigió, en
el principio de uno de esos monólogos que duraban horas apenas llegaba, antes
de que empezaran a crecerle el silencio y las ganas de emprender una nueva
aventura, es más bien en esos lugares donde se lo encuentra, donde Dios
descansa de nuestra ingratitud y sordidez.
Monika y Trixi lo oían sumidas en una hipnosis incipiente y
mamá ni qué decir. Éramos su clan, las que lo esperábamos, hasta entonces
siempre en Munich pero ahora en La Paz desde hacía un año y medio. Irse, eso
era lo que papá sabía hacer mejor, irse pero también volver, como un soldado de
la guerra permanente, hasta reunir fuerzas para irse una vez más. Solía suceder
luego de unos meses de quietud. Esta vez, justo después de quejarse del
alpinismo, con la boca medio llena, mencionó que pronto se largaría en busca de
Paitití, una antigua ciudad inca que había quedado enterrada en medio de la
selva amazónica. Nadie la ha visto en siglos, dijo y me dio pena mirar a mamá,
constatar lo poco que le había durado la ilusión. Está llena de tesoros, los
incas los resguardaban ahí de la codicia de los conquistadores, añadió él, pero
eso era lo que menos le interesaba, su único tesoro sería encontrar las ruinas
de la ciudad. Lo cierto es que a su regreso de Nanga Parbat había hecho una
escala decisiva en São Paulo y finalmente tenía el financiamiento y
los equipos. No hay que olvidar cuánto tiempo pasó desapercibida Machu Picchu,
dijo, durante cientos de años nadie sabía que estaba donde está, hasta que el
audaz de Hiram Bingham la encontró.
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