De Bolivia voy viniendo
Jesús Urzagasti y Fortunato Gallardo, dos emblemas de las letras y la música del Chaco, de Bolivia. Una evocación, un desahogo, un reclamo.
Juan
Pablo Piñeiro
El
pasado 27 de abril se cumplieron dos años del fallecimiento del escritor y
poeta chaqueño Jesús Urzagasti. El tiempo pasa rápido pero su espíritu sigue
presente entre todos los que hemos tenido el privilegio de compartir con él.
Hoy en día su obra es más leída y estudiada y por lo tanto muchos descubren
cada vez más el poder de sus palabras y sobre todo el poder de su apuesta
vital.
A
manera de recordarlo me puse a escuchar una grabación que para mí es un verdadero
tesoro, es la grabación de una visita que hicimos junto a él y su familia a la
casa de uno de los personajes míticos de su literatura, el magnífico violinista
chaqueño Fortunato Gallardo.
Fortunato
en ese entonces tenía más de 85 años y todo lo que nos había contado el Jesús
acerca de él se quedaba chico ante su presencia. Quizás haya sido la mirada más
pura que pude ver en un ser humano. Fortunato nos recibió junto a Marina su
esposa en un pequeño techito que tenía fuera de su casa para librarse del sol.
El
músico, violín en mano, concedió todos los pedidos musicales que le hicimos. La
maravillosas tonadas que brotaban de su violín tenían un sello propio. Parecían
tres violines al mismo tiempo. Él mismo lo confesó. Dijo que de joven escuchó a
un grupo de violinistas argentinos, y después sacó la melodía en su violín. La
melodía de los tres al mismo tiempo.
Fernando
Ballivián grabó con su reportera todo lo que aconteció esa tarde. Fortunato no
sabía que le estaban grabando a pesar de que la reportera se cayó al piso en un
momento de esos.
En
la grabación se intercalan las canciones con la charla. El Jesús estaba muy
feliz. Todos estábamos felices. Tuvimos el privilegio de escuchar maravillosas
versiones de La Abajeña, Mate amargo, La
López Pereira o incluso de una poderosa canción que tiene un título que
resume un universo: De Bolivia voy
viniendo.
Había
olvidado esa frase y por lo mismo tuve la suerte de sentir lo mismo que estaba
sintiendo en la grabación. Incluso recordé la sensación exacta. Creo que
escuchar esta frase es como escuchar un conjuro, un misterio que se esconde al
volverse evidente.
De
Bolivia voy viniendo es un mantra que nos puede ayudar a entender muchas cosas
importantes, entre ellas la apuesta poética de Jesús Urzagasti. Jesús venía de
ahí, de los límites, de la frontera, de la magia; de la casa de Fortunato
Gallardo, aquel que acompañado por el bombo de Choque conquistó el Chaco profundo con el poderoso
Dúo Pasacanal.
Después
de una hermosa polka, Fortunato miró cariñosamente al poeta y le dijo: “Jesús,
yo te quiero, de aquí hasta allá”. A lo que Jesús respondió alegre: “Y más
allá…”.
Fernando
sugirió entonces que en el más allá se reunirían para seguir disfrutando de la
música. Fortunato no creía en eso. Jesús afirmó que había vida después de la
muerte. Entonces Fortunato con toda convicción le dijo: “No…eso dice el Jerjes
Justiniano”. Todos nos reímos. Jesús en medio de la risa preguntó animado:
“¿Eso dice?”.
Quién
sabe si en este momento están juntos escuchando la polka Volvé, volvé en algún chaco del más allá. Recordando con la música a
sus amigos vivos. Por eso para mí, esa grabación es un tesoro.
Un
par de meses después de la partida de Jesús, su familia empezó a soñar con un
proyecto, modelar una escultura en su
nombre. Apareció entonces una foto suya que le tomaron cuando recién había
llegado a la ciudad. El gesto de la foto es contundente y misterioso. La mirada
parece está enfocada en otra luz, en otras sombras.
La
escultura debía retratar ese gesto, esa llegada suya a la ciudad. Entonces se
comenzó una campaña para recaudar fondos. Fue así que amigos y admiradores de
todo lado dieron su aporte para que el proyecto pueda llegar a buen puerto. El
escultor Ramiro Luján se encargó de ejecutar el proyecto con ayuda de Sulma, la
esposa de Jesús. El trabajo se concluyó hace un año. La escultura quedó muy
linda y es de tamaño natural.
Entonces
se iniciaron las gestiones para donar la obra a la ciudad. En un mundo ideal la
escultura debería haber sido encargada por el Gobierno Municipal, como un
reconocimiento uno de los mayores escritores de nuestra literatura. Pero no, la
escultura fue hecha por muchos. Por todos los que aportaron con su confianza y
con su cariño. Por lo mismo lo único que le pidió la familia a la Alcaldía fue
un lugar para poner la escultura. En principio se recibió la propuesta de
manera muy positiva y el señor Aponte de la Dirección de Patrimonio se
convirtió en el interlocutor del Gobierno Municipal.
Después
de analizar un poco las posibilidades se eligió el lugar donde se emplazaría la
escultura, se eligió el Montículo, más precisamente el jardín que está en
frente de la Virgencita de Chaguaya. La Alcaldía debía correr con los gastos
del pedestal y la placa y se beneficiaría con una escultura de gran calidad
para la ciudad.
Lamentablemente
a pesar de que se hicieron diversas promesas todavía la escultura no puede
ocupar su lugar en la ciudad. Incluso un par de veces le dijeron a la familia
de Jesús que no tenían presupuesto, siendo que no debe ser muy caro elaborar un
pedestal y que además había ya un compromiso. Finalmente se quedó que a finales
de abril de este año, dos años después del fallecimiento de Jesús, se
emplazaría la escultura. Sin embargo eso no sucedió. Todavía no sucedió. Una
vez más pusieron pretextos y cambiaron la fecha para julio. Ojala que esta sí
sea la fecha.
El
hecho de que no se valore y reconozca de manera oficial la obra de nuestros
grandes escritores es algo que no solamente sucede en nuestro país. Está claro.
Pero que ni siquiera puedan encontrar la manera de emplazar una escultura que
está siendo donada a la ciudad, es triste y preocupante.
Ojalá
que una de las primeras cosas que haga el alcalde cuando asuma su nueva gestión
sea cumplir con esta promesa para valorizar aunque sea un poco el homenaje que
se le hace a un escritor que forjó la totalidad de su obra en esta ciudad.
Mientras
tanto escucho una vez más la grabación de aquella tarde para olvidarme de la
angustia burocrática. Estoy seguro que Fortunato y Jesús están disfrutando en
el más allá. Seguramente están compartiendo un vino. Fortunato debe estar
tocando. Debe estar tocando esa misteriosa melodía: De Bolivia voy viniendo.
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