Carlos
Yushimito, contra la
pérdida de ambición en la literatura
De su especial interés por el estilo, el trabajo duro con el lenguaje; de sus motivaciones a la hora de armar un libro con tres antiguos relatos para publicarlo en Bolivia; de su optimismo por las letras bolivianas y de su especial lazo con el cuento habla el escritor peruano que estará en La Paz en agosto para la Feria del Libro.
Martín
Zelaya Sánchez
¿Importa
más el cómo que el qué? No necesariamente, pero definitivamente sí por igual,
al menos.
Dice
Carlos Yushimito: “gran parte del desdén que sentimos por el estilo -al que se
asocia, yo creo que irresponsablemente, con la moda o con gestos elitistas-
proviene lamentablemente de la pérdida de ambición; pensamos que ya todo está
hecho, que no podemos aspirar a la sorpresa ni a la originalidad”.
Dice Antonio Vera: “el de Yushimito es un libro que por sus
características tiene tanto valor por el texto como por su carácter de objeto
elaborado con minuciosidad y detalle. En ese sentido, nos sentimos
identificados con su prosa, trabajada también con obsesivo y detallado cuidado”.
Yushimito es uno de los más destacados escritores peruanos
de la nueva generación. Vera es el editor de La Perra Gráfica, y el libro es Rizoma, una colección de tres cuentos -no
inéditos pero pensados como un todo especialmente por el autor para esta
edición boliviana- que se presentará en la Feria Internacional del Libro de La
Paz que en agosto tendrá al limeño como uno de sus principales invitados.
Feliz coincidencia de sellos característicos: el de un autor
que elabora y reelabora cada palabra, frase, párrafo siempre pendiente de una
alta estética; y el de una casa editora que en su corta vida -este será su
cuarto título en dos años- innovó el mercado nacional con ediciones de
colección, de lujo, en las que lo visual no desmerece en nada el contenido.
“La
Perra Gráfica –considera Carlos- además de tener editores serios y cuidadosos,
le añade un valor gráfico y material al texto, lo que me parece un lujo y una
salida valiente en estos tiempos de sobreproducción e inevitable
despersonalización de la actividad literaria”.
Y
añade: “Aunque es importante la tarea de divulgación y circulación que tienen
las editoriales, a veces es bueno recordar el valor de las ediciones limitadas,
que añade otro tipo de relación con el lector que es urgente recuperar, no solo
en la literatura, sino también en otros ámbitos de la cultura”.
Pero volvamos a Rizoma.
En palabras de Vera, es “un conjunto de tres relatos: Rizoma, Los que esperan y Los
bosques tienen sus propias puertas, publicados antes como parte de otras
colecciones, y que han sido reunidos en un solo volumen porque los articula una
atmósfera apocalíptica”.
En sus
palabras, Yushimito coincide, pero amplia el concepto. “Diría que hay un
componente apocalíptico o distópico que anima los tres relatos. Me encantaría
que esta intención produjera lecturas distintas, que fueran leídos como
variables posibles sobre la destrucción íntima de las personas o de la
comunidad, no necesariamente de forma literal”.
- ¿Cuál es el criterio de Rizoma,
qué hila o enlaza los textos incluidos? Todos fueron parte de otros libros,
¿por qué armar uno nuevo con estos?
- A
partir de mi segundo libro me pareció interesante reunir historias, no solo a
través de una coherencia grupal interna, sino también a partir de la naturaleza
aleatoria de cada cuento.
Es decir, que cada cuento fuera
como un bloque de Lego que mantuviera su autonomía, pero al mismo tiempo
permitiese construir estructuras variables. Los libros pasan a ser así más que
unidades inalterables (títulos, índices, versiones de los propios cuentos),
combinatorias; y un autor presta más atención a su obra, en general, que a sus
libros. Además, como fue el caso de Rizoma,
hay temas que recién se comunican a partir de épocas y criterios distintos a
los que originalmente tuvieron.
Armar este tipo de libros permite
que no solo las historias sino también todo un proceso de escritura renueve
cada tanto su dinámica.
- Más allá de la temática, entiendo que te
interesa mucho el trabajo en el lenguaje. ¿Cuáles son tus búsquedas e intereses
en cuanto al manejo de la palabra, al estilo?
- Sí,
pero más que hablar del lenguaje deberíamos hablar de la mirada, del modo que
tenemos de mirar las cosas. El lenguaje es solo uno de varios artificios que materializan
la sensibilidad que rodea la experiencia humana; y es cierto que últimamente
nos interesa mucho más la acumulación y la información de datos y experiencias
que la contemplación de las cosas.
Gran
parte del desdén que sentimos por el estilo -al que se asocia, yo creo que
irresponsablemente, con la moda o con gestos elitistas- proviene
lamentablemente de esa pérdida de ambición; pensamos que ya todo está hecho,
que no podemos aspirar a la sorpresa ni a la originalidad.
Formalmente,
a mí me fascina el Lugones que afirmaba que toda palabra es una metáfora
muerta. Pero hay muchas maneras de reanimar el lenguaje más allá de las
metáforas.
(No resistimos la tentación de
copiar acá una frase de Sebastián Antezana que en esta misma edición reseña no
solo dos de los tres cuentos de Rizoma,
sino ante todo el aporte global de Yushimito. Sobre el manejo del lenguaje en
función a las tramas de éstos cuentos (¿o viceversa?), dice el narrador
boliviano: “¿es, acaso, cada desplazamiento de lenguaje, un producto
monstruoso? ¿Es la literatura, efecto particular del lenguaje, gesto ficcional,
un discurso bestial?).
- Leí por ahí que algunos consideran que tu
estilo puede asemejarse a Lezama Lima, un rara avis en tiempos
del boom; otros que tu prosa es más tendente a lo barroco, y va en contramano
de una tendencia general de narradores latinoamericanos que optan más bien por
sintetizar el lenguaje, por la economía de palabras. ¿Qué piensas de todo esto?
- Mira,
cuando Faulkner recomendaba que lo leyeran una cuarta vez si no lo entendían a
la tercera, lo que estaba haciendo, en realidad, era interceder por una labor
pedagógica de la lectura.
Para
poner un ejemplo algo prosaico: cuando vas al gimnasio y ejercitas tus músculos
tarde o temprano terminas por encontrar liviano lo que al principio te parecía
pesado. Lo mismo ocurre con la lectura. Hay escrituras que exigen más esfuerzo
al lector; pero muchas veces también ese nivel de exigencia es tan solo una
cuestión de hábitos en el lector mismo.
Lo que
es para uno dificultoso es para otro, digamos, un problema promedio. Dicho
esto, ahora parecemos asociar inmediatamente cualquier dificultad para leer con
el modelo formal barroco que es, precisamente, su exceso: un despilfarro de
energía o de medios, tal como decía Jorge Luis Borges. Pero una cosa no es
igual a la otra. Borges también decía que la lectura debería ser, ante todo, un
acto de felicidad. Es un error pensar que la felicidad proviene únicamente de
las cosas simples. Hay allí una perversión que no se limita, lamentablemente, a
la literatura, sino a la vida en general.
- ¿Eres cuentista cien por ciento? Al
menos, en cuanto a publicaciones, sí. ¿Por qué el cuento? ¿Cuál es tu relación
particular con el género? ¿Tienes planes de incursionar en otros?
- Bueno,
con respecto al cuento yo tengo una postura cada vez más militante. En primer
lugar, porque la “gente importante” del sistema literario parece considerar que
el cuento merece morir lentamente porque ya no es un “producto” rentable. Eso,
por supuesto, tiene ciertas ventajas y desventajas para un cuentista; pero un
hecho inevitable es que el cuento, no ya formalmente, sino materialmente, se
acercará cada vez más a la poesía.
¿Son
tan incondicionales o desprendidos los cuentistas como los poetas como para
aceptar esto? No lo sé. (Ojo que este escepticismo no es mío sino de Joseph
Brodsky).
Con
frecuencia un buen cuentista se transforma en un pésimo novelista, y un cuento
notable, en una novela con sobrepeso. Eso, que no ocurre en la lengua inglesa,
sí ocurre en la española; y es claramente un problema del mercado y de los
gestores del mercado.
Por
otro lado, encuentro preocupante que las personas siguen teniendo ideas
demasiado invariables sobre lo que debería ser un cuento: su brevedad, su
remate sorpresivo, su narratividad primaria, los conjuntos coherentes, etc.
¿Por qué hemos dejado que el cuento se quede estancado en un territorio tan
reaccionario?
Yo soy
de la idea de que los decálogos, incluso los escritos por grandes maestros como
Chéjov o Ribeyro, hay que cuestionarlos, violentarlos y si es posible
contradecirlos. Hace mucho rato que falta una renovación del cuento en lengua
española, tal como, sin mucho éxito, intentaron hacerlo Felisberto Hernández,
Clarice Lispector o Guimaraes Rosa. Incluso Julio Cortázar.
- ¿Qué te dice Bolivia? ¿Qué conoces de su
cultura? ¿Cuáles son tus expectativas de tu próxima visita a La Paz?
- Estoy
viajando con una gran voluntad de sorpresa dado que es la primera vez que
estaré en Bolivia. Me interesa encontrar un punto de contacto, no tanto de
diferencia cultural -esas “marcas” de nuestras comidas o fiestas regionales-,
sino de lazos e intercambios que se han ido perdiendo por desencuentros
políticos en los últimos años.
Pienso
mucho, por ejemplo, en la renovación de las vanguardias peruanas y bolivianas
allá por los años 20 gracias al grupo Orkopata, el Boletín Titikaka o Gesta
Bárbara, y la figura fundamental de Gamaliel Churata como mediador cultural.
- ¿Y qué de la literatura boliviana? ¿Qué
autores y libros conoces?
- La literatura boliviana está pasando por un excelente
momento. Hay, ahora mismo, un prestigio contemporáneo bien ganado a partir del
balance positivo entre exposición internacional y calidad literaria, cosa que
no siempre coincide por lástima.
Edmundo Paz Soldán, Wilmer Urrelo, Liliana Colanzi, Rodrigo
Hasbún, Christian Vera, Maximiliano Barrientos, Sebastián Antezana, Aldo
Medinaceli, Giovanna Rivero, William Camacho no pueden haber surgido
sencillamente por generación espontánea.
Siempre hay hallazgos que uno debe buscar dentro de las
fronteras y que, por alguna razón, no trascienden lo suficiente fuera de su
ámbito nacional, como me pasó en Colombia con Tomás González o en Ecuador con
Huilo Ruales. Por otro lado, tengo mucha curiosidad por encontrar cosas
puntuales de Jaime Saenz y Víctor Hugo Viscarra.
--
Libros que existen
antes de existir
Antonio Vera
Rizoma tendrá las
mismas características que las anteriores publicaciones de La Perra Gráfica:
una edición limitada, numerada, cuya tapa e ilustraciones interiores van
impresas a mano en técnica serigráfica.
Se trata de diseños exclusivos de Daniela Rico, artista
gráfica que dirige La Perra Gráfica Taller y que ha realizado diversas
exposiciones individuales y colectivas en Bolivia y el exterior.
Como con los tres libros anteriores -Tampoco es sudoku, de Antonio Vera (2014); Estéril, de Marco Tóxico (2014) y Flores, de Mario Bellatin (2015)-, con Rizoma apelaremos al sistema de preventa con la finalidad de que el
libro exista antes de existir. Este sistema, que hoy es muy difundido y cuenta
con plataformas en internet y hasta con un nombre propio (crow funding), fue utilizado de forma precursora por Mario Bellatin
cuando publicó su primera novela en la agitada Lima de mediados de los 80.
En esta etapa de preventa que se inicia hoy con esta
publicación, los lectores interesados en el libro pueden adquirir –en las redes
sociales de La Perra Gráfica- un bono en el que se consigna el número de
ejemplar que le corresponderá cuando se entregue la obra. Este sistema aspira a
que el libro se financie antes de su publicación. El costo del libro en
preventa es de 100 bolivianos.
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Hoja de vida
Carlos Yushimito Escritor peruano nacido en Lima en 1977. Graduado
en Literatura por la Universidad de San Marcos de Lima, ha recibido una
Maestría en Estudios Hispánicos en Villanova University, EEUU; y actualmente
sigue estudios de Doctorado en Brown University.
Cuentista Ha publicado los libros El mago (2004), Las islas
(2006), Equis (2009),
Lecciones para un niño
que llega tarde (2011) y Los bosques
tienen sus propias puertas (2013).
Trayectoria Fue seleccionado en 2008 como uno de los
narradores jóvenes de mayor proyección por Casa de las Américas y Centro Onelio
Cardoso de Cuba; y en 2010 por la revista británica Granta entre los 22 mejores
narradores en lengua castellana menores de 35 años.
Alcance Fue incluido en antologías de nueve países, varios
de sus relatos han sido traducidos al inglés, al portugués, al italiano y al
francés, y se han publicado en revistas internacionales como Granta, The Asian
American Literary Review (AALR), Alba París, Hueso Húmero, y Review: Literature
and Arts of the America.
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