sábado, 23 de mayo de 2015

Nota de apertura

Carlos Yushimito, contra la
pérdida de ambición en la literatura

De su especial interés por el estilo, el trabajo duro con el lenguaje; de sus motivaciones a la hora de armar un libro con tres antiguos relatos para publicarlo en Bolivia; de su optimismo por las letras bolivianas y de su especial lazo con el cuento habla el escritor peruano que estará en La Paz en agosto para la Feria del Libro.

 
Ilustración de Daniela Rico.
Martín Zelaya Sánchez

¿Importa más el cómo que el qué? No necesariamente, pero definitivamente sí por igual, al menos.
Dice Carlos Yushimito: “gran parte del desdén que sentimos por el estilo -al que se asocia, yo creo que irresponsablemente, con la moda o con gestos elitistas- proviene lamentablemente de la pérdida de ambición; pensamos que ya todo está hecho, que no podemos aspirar a la sorpresa ni a la originalidad”.
Dice Antonio Vera: “el de Yushimito es un libro que por sus características tiene tanto valor por el texto como por su carácter de objeto elaborado con minuciosidad y detalle. En ese sentido, nos sentimos identificados con su prosa, trabajada también con obsesivo y detallado cuidado”.
Yushimito es uno de los más destacados escritores peruanos de la nueva generación. Vera es el editor de La Perra Gráfica, y el libro es Rizoma, una colección de tres cuentos -no inéditos pero pensados como un todo especialmente por el autor para esta edición boliviana- que se presentará en la Feria Internacional del Libro de La Paz que en agosto tendrá al limeño como uno de sus principales invitados.
Feliz coincidencia de sellos característicos: el de un autor que elabora y reelabora cada palabra, frase, párrafo siempre pendiente de una alta estética; y el de una casa editora que en su corta vida -este será su cuarto título en dos años- innovó el mercado nacional con ediciones de colección, de lujo, en las que lo visual no desmerece en nada el contenido.
“La Perra Gráfica –considera Carlos- además de tener editores serios y cuidadosos, le añade un valor gráfico y material al texto, lo que me parece un lujo y una salida valiente en estos tiempos de sobreproducción e inevitable despersonalización de la actividad literaria”.
Y añade: “Aunque es importante la tarea de divulgación y circulación que tienen las editoriales, a veces es bueno recordar el valor de las ediciones limitadas, que añade otro tipo de relación con el lector que es urgente recuperar, no solo en la literatura, sino también en otros ámbitos de la cultura”.
Pero volvamos a Rizoma. En palabras de Vera, es “un conjunto de tres relatos: Rizoma, Los que esperan y Los bosques tienen sus propias puertas, publicados antes como parte de otras colecciones, y que han sido reunidos en un solo volumen porque los articula una atmósfera apocalíptica”.
En sus palabras, Yushimito coincide, pero amplia el concepto. “Diría que hay un componente apocalíptico o distópico que anima los tres relatos. Me encantaría que esta intención produjera lecturas distintas, que fueran leídos como variables posibles sobre la destrucción íntima de las personas o de la comunidad, no necesariamente de forma literal”.

- ¿Cuál es el criterio de Rizoma, qué hila o enlaza los textos incluidos? Todos fueron parte de otros libros, ¿por qué armar uno nuevo con estos?
- A partir de mi segundo libro me pareció interesante reunir historias, no solo a través de una coherencia grupal interna, sino también a partir de la naturaleza aleatoria de cada cuento.
Es decir, que cada cuento fuera como un bloque de Lego que mantuviera su autonomía, pero al mismo tiempo permitiese construir estructuras variables. Los libros pasan a ser así más que unidades inalterables (títulos, índices, versiones de los propios cuentos), combinatorias; y un autor presta más atención a su obra, en general, que a sus libros. Además, como fue el caso de Rizoma, hay temas que recién se comunican a partir de épocas y criterios distintos a los que originalmente tuvieron.
Armar este tipo de libros permite que no solo las historias sino también todo un proceso de escritura renueve cada tanto su dinámica.

- Más allá de la temática, entiendo que te interesa mucho el trabajo en el lenguaje. ¿Cuáles son tus búsquedas e intereses en cuanto al manejo de la palabra, al estilo?
- Sí, pero más que hablar del lenguaje deberíamos hablar de la mirada, del modo que tenemos de mirar las cosas. El lenguaje es solo uno de varios artificios que materializan la sensibilidad que rodea la experiencia humana; y es cierto que últimamente nos interesa mucho más la acumulación y la información de datos y experiencias que la contemplación de las cosas.
Gran parte del desdén que sentimos por el estilo -al que se asocia, yo creo que irresponsablemente, con la moda o con gestos elitistas- proviene lamentablemente de esa pérdida de ambición; pensamos que ya todo está hecho, que no podemos aspirar a la sorpresa ni a la originalidad.
Formalmente, a mí me fascina el Lugones que afirmaba que toda palabra es una metáfora muerta. Pero hay muchas maneras de reanimar el lenguaje más allá de las metáforas.

(No resistimos la tentación de copiar acá una frase de Sebastián Antezana que en esta misma edición reseña no solo dos de los tres cuentos de Rizoma, sino ante todo el aporte global de Yushimito. Sobre el manejo del lenguaje en función a las tramas de éstos cuentos (¿o viceversa?), dice el narrador boliviano: “¿es, acaso, cada desplazamiento de lenguaje, un producto monstruoso? ¿Es la literatura, efecto particular del lenguaje, gesto ficcional, un discurso bestial?).  

- Leí por ahí que algunos consideran que tu estilo puede asemejarse a Lezama Lima, un rara avis en tiempos del boom; otros que tu prosa es más tendente a lo barroco, y va en contramano de una tendencia general de narradores latinoamericanos que optan más bien por sintetizar el lenguaje, por la economía de palabras. ¿Qué piensas de todo esto?
- Mira, cuando Faulkner recomendaba que lo leyeran una cuarta vez si no lo entendían a la tercera, lo que estaba haciendo, en realidad, era interceder por una labor pedagógica de la lectura.
Para poner un ejemplo algo prosaico: cuando vas al gimnasio y ejercitas tus músculos tarde o temprano terminas por encontrar liviano lo que al principio te parecía pesado. Lo mismo ocurre con la lectura. Hay escrituras que exigen más esfuerzo al lector; pero muchas veces también ese nivel de exigencia es tan solo una cuestión de hábitos en el lector mismo.
Lo que es para uno dificultoso es para otro, digamos, un problema promedio. Dicho esto, ahora parecemos asociar inmediatamente cualquier dificultad para leer con el modelo formal barroco que es, precisamente, su exceso: un despilfarro de energía o de medios, tal como decía Jorge Luis Borges. Pero una cosa no es igual a la otra. Borges también decía que la lectura debería ser, ante todo, un acto de felicidad. Es un error pensar que la felicidad proviene únicamente de las cosas simples. Hay allí una perversión que no se limita, lamentablemente, a la literatura, sino a la vida en general.

- ¿Eres cuentista cien por ciento? Al menos, en cuanto a publicaciones, sí. ¿Por qué el cuento? ¿Cuál es tu relación particular con el género? ¿Tienes planes de incursionar en otros?
- Bueno, con respecto al cuento yo tengo una postura cada vez más militante. En primer lugar, porque la “gente importante” del sistema literario parece considerar que el cuento merece morir lentamente porque ya no es un “producto” rentable. Eso, por supuesto, tiene ciertas ventajas y desventajas para un cuentista; pero un hecho inevitable es que el cuento, no ya formalmente, sino materialmente, se acercará cada vez más a la poesía.
¿Son tan incondicionales o desprendidos los cuentistas como los poetas como para aceptar esto? No lo sé. (Ojo que este escepticismo no es mío sino de Joseph Brodsky).
Con frecuencia un buen cuentista se transforma en un pésimo novelista, y un cuento notable, en una novela con sobrepeso. Eso, que no ocurre en la lengua inglesa, sí ocurre en la española; y es claramente un problema del mercado y de los gestores del mercado.
Por otro lado, encuentro preocupante que las personas siguen teniendo ideas demasiado invariables sobre lo que debería ser un cuento: su brevedad, su remate sorpresivo, su narratividad primaria, los conjuntos coherentes, etc. ¿Por qué hemos dejado que el cuento se quede estancado en un territorio tan reaccionario?
Yo soy de la idea de que los decálogos, incluso los escritos por grandes maestros como Chéjov o Ribeyro, hay que cuestionarlos, violentarlos y si es posible contradecirlos. Hace mucho rato que falta una renovación del cuento en lengua española, tal como, sin mucho éxito, intentaron hacerlo Felisberto Hernández, Clarice Lispector o Guimaraes Rosa. Incluso Julio Cortázar.

- ¿Qué te dice Bolivia? ¿Qué conoces de su cultura? ¿Cuáles son tus expectativas de tu próxima visita a La Paz?
- Estoy viajando con una gran voluntad de sorpresa dado que es la primera vez que estaré en Bolivia. Me interesa encontrar un punto de contacto, no tanto de diferencia cultural -esas “marcas” de nuestras comidas o fiestas regionales-, sino de lazos e intercambios que se han ido perdiendo por desencuentros políticos en los últimos años.
Pienso mucho, por ejemplo, en la renovación de las vanguardias peruanas y bolivianas allá por los años 20 gracias al grupo Orkopata, el Boletín Titikaka o Gesta Bárbara, y la figura fundamental de Gamaliel Churata como mediador cultural.

- ¿Y qué de la literatura boliviana? ¿Qué autores y libros conoces?
- La literatura boliviana está pasando por un excelente momento. Hay, ahora mismo, un prestigio contemporáneo bien ganado a partir del balance positivo entre exposición internacional y calidad literaria, cosa que no siempre coincide por lástima.
Edmundo Paz Soldán, Wilmer Urrelo, Liliana Colanzi, Rodrigo Hasbún, Christian Vera, Maximiliano Barrientos, Sebastián Antezana, Aldo Medinaceli, Giovanna Rivero, William Camacho no pueden haber surgido sencillamente por generación espontánea.
Siempre hay hallazgos que uno debe buscar dentro de las fronteras y que, por alguna razón, no trascienden lo suficiente fuera de su ámbito nacional, como me pasó en Colombia con Tomás González o en Ecuador con Huilo Ruales. Por otro lado, tengo mucha curiosidad por encontrar cosas puntuales de Jaime Saenz y Víctor Hugo Viscarra.
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Libros que existen antes de existir

Antonio Vera

Rizoma tendrá las mismas características que las anteriores publicaciones de La Perra Gráfica: una edición limitada, numerada, cuya tapa e ilustraciones interiores van impresas a mano en técnica serigráfica.
Se trata de diseños exclusivos de Daniela Rico, artista gráfica que dirige La Perra Gráfica Taller y que ha realizado diversas exposiciones individuales y colectivas en Bolivia y el exterior.
Como con los tres libros anteriores -Tampoco es sudoku, de Antonio Vera (2014); Estéril, de Marco Tóxico (2014) y Flores, de Mario Bellatin (2015)-, con Rizoma apelaremos al sistema de preventa con la finalidad de que el libro exista antes de existir. Este sistema, que hoy es muy difundido y cuenta con plataformas en internet y hasta con un nombre propio (crow funding), fue utilizado de forma precursora por Mario Bellatin cuando publicó su primera novela en la agitada Lima de mediados de los 80.
En esta etapa de preventa que se inicia hoy con esta publicación, los lectores interesados en el libro pueden adquirir –en las redes sociales de La Perra Gráfica- un bono en el que se consigna el número de ejemplar que le corresponderá cuando se entregue la obra. Este sistema aspira a que el libro se financie antes de su publicación. El costo del libro en preventa es de 100 bolivianos.
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Hoja de vida

Carlos Yushimito Escritor peruano nacido en Lima en 1977. Graduado en Literatura por la Universidad de San Marcos de Lima, ha recibido una Maestría en Estudios Hispánicos en Villanova University, EEUU; y actualmente sigue estudios de Doctorado en Brown University.

Cuentista Ha publicado los libros El mago (2004), Las islas (2006), Equis (2009),
Lecciones para un niño que llega tarde (2011) y Los bosques tienen sus propias puertas (2013).

Trayectoria Fue seleccionado en 2008 como uno de los narradores jóvenes de mayor proyección por Casa de las Américas y Centro Onelio Cardoso de Cuba; y en 2010 por la revista británica Granta entre los 22 mejores narradores en lengua castellana menores de 35 años.

Alcance Fue incluido en antologías de nueve países, varios de sus relatos han sido traducidos al inglés, al portugués, al italiano y al francés, y se han publicado en revistas internacionales como Granta, The Asian American Literary Review (AALR), Alba París, Hueso Húmero, y Review: Literature and Arts of the America.


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