Bolivia se incorpora a colección
canónica de
poesía hispanoamericana
Donde la nieve y los ríos son míticos se llama la antología de poesía boliviana que Homero Carvalho preparó para la reconocida editorial española Visor. Conozca a los 32 autores seleccionados, los criterios de la compilación y algunas visiones de la poética boliviana y la experiencia de antologación.
Martín Zelaya Sánchez
En el prólogo de la antología Tal vez enigma de fulgor. Cien años de
poesía en La Paz, Rubén Vargas escribe: “por fortuna, la poesía no reclama
más señales de identidad que las que vienen de su propia naturaleza: el
lenguaje y sus múltiples desplazamientos. La identidad regional o nacional de
los individuos es un acto de fe o una fatalidad”.
El reconocido crítico de poesía reconoce
luego, no obstante, que “por razones editoriales más que estrictamente
literarias”, a veces es necesario emplear criterios de delimitación, aún se
trate de la poética, acaso el género más genuinamente libre de las letras.
Pues bien, aunque no haya nada más arbitrario
y delimitativo que una antología es, paradójicamente, ésta acaso la mejor
manera de difundir y promocionar masivamente determinado tipo de creaciones
literarias; el caso específico que nos ocupa, es el más claro ejemplo de lo
dicho: por fin Bolivia formará parte de uno de los más prestigiosos catálogos
poéticos del mundo hispanoparlante, el de la editorial Visor.
Donde la
nieve y los ríos son míticos. La poesía del siglo XX en Bolivia se llama el tomo que está a punto de salir dentro de la colección “La
estafeta del viento” de la editorial española que encargó la misión de compilar
lo más destacado de la poética boliviana a Homero Carvalho.
¿Qué criterios y parámetros tomar en cuenta a
la hora de tratar de visualizar lo mejor de la producción poética del país? “En
la poesía boliviana del siglo XX -responde Carvalho- es posible trazar algunas
tendencias como la modernista, la romántica, la vanguardista y la surrealista,
y algunos lugares comunes que, en el caso de los occidentales, son la montaña y
la ausencia del mar, y en de los orientales son el río y la selva; así como
para los chaqueños lo son los árboles”.
No obstante, la dispersión -sin que se
entienda peyorativamente- parece predominar por sobre las tipificaciones
convencionales.
Así lo advierte Mónica Velásquez, reconocida
poeta y académica. “Si las armas más comunes en estas tareas de selección
suelen ser los movimientos y las generaciones, aquí estamos en problemas. (…)
Creemos que en nuestro país las tendencias se incorporaron -salvo el
modernismo- de manera tardía y crítica. Tampoco es enriquecedor buscar un orden
por grupos de escritores o generaciones que marcaron el pulso literario. (…)
Creemos que Bolivia sigue siendo un país de autores: solos y variados”.
De todas maneras, por región, época o género,
nunca dejarán de haber encasillamientos, compilaciones y, si son para bien de
un espacio ámbito no del todo conocido, como la literatura o la poética
boliviana, tanto mejor.
A la hora de hallar antecedentes al trabajo de
Carvalho, hay que mencionar, claro, a Ordenar
la danza. Antología de la poesía boliviana que Velásquez trabajó en 2004
para la editorial chilena LOM; yendo más atrás están el Índice de poesía boliviana contemporánea (1964) de Juan Quiroz, y Antología de la poesía boliviana (1977)
de Yolanda Bedregal, entre los más representativos. Homero continúa detallando
el proyecto de Visor.
- ¿Qué
criterios básicos tomó para la selección de nombres y de poemas?
- Pocas veces una antología de poesía
boliviana se publica en el exterior, y en este caso nada menos que en Visor de
España, un mítico sello editorial, así que tenía que elegir a lo mejor de lo
mejor.
El primer criterio fue el estético, es decir
poetas que han logrado construir propuestas de alta calidad. La editorial me
pidió elegir a 30 poetas, de los cuales la mayoría deberían ser canónicos y así
lo hice.
Pero así como existen poetas canónicos,
también existen poemas canónicos, que se repiten en las antologías nacionales
como Nacer hombre, de Adela Zamudio; La llama, de Gregorio Reynolds; Siempre, de Ricardo Jaimes Freyre; Habla Olimpo, de Franz Tamayo y Canto al hombre de la selva, de Raúl
Otero Reiche; tan famosos que a veces olvidamos quiénes los escribieron.
En esta antología de 500 páginas existe una
variada muestra de poemas por autor, con el propósito de brindar una visión
representativa de la obra de cada uno de ellos. Los poetas, los poemas y/o
prosas poéticas elegidos intentan mostrar a creadores que lograron construir
sus propios mundos poéticos. En algunos casos esos mundos tienden puentes entre
las culturas europeas y las indígenas, en otros la propia palabra es el mundo;
así como la muerte, el sueño, el amor o la vida.
- Mucha
gente critica a los compiladores que se incluyen en sus antologías. ¿Por qué
decidió incluirse?
- Existen muchas antologías, tanto de cuentos
como de poesía, en las que los propios autores se incluyen, te menciono la de
Manuel Vargas y la de Pedro Shimose, por ejemplo; en mi caso, modestia aparte,
tengo seis libros de poesía y uno de ellos, Inventario
nocturno, obtuvo el Premio Nacional de Poesía 2012, además estoy incluido
en varias antologías nacionales e internacionales de España, Perú y
Colombia.
-
¿Merecen dos poetas nacidos en los años 80 (Espejo y Alwa), y que por lo tanto
desarrollaron su obra luego del 2000, estar en una misma antología junto con
los emblemas de la poética boliviana?
- Los editores me solicitaron una selección de
poetas del siglo XX, sin embargo, un siglo no se entiende sin aquello que lo
precede y sin aquello que proyecta. Además, que en esta antología también
intento el rescate de nombres que antes no habían sido considerados como es el
caso de Alwa y Espejo que escriben paralelamente en aymara y español.
Abro con Adela Zamudio, la irreverente e
iconoclasta poeta cochabambina y cierro con Elvira Espejo, una indígena
orureña, paradigma del proceso de inclusión social que vive Bolivia, pues
escribe en quechua, aymara y español y es compositora, artista plástica y
tejedora.
- Me
animo a mencionar a seis autores “poco conocidos” que incluyó: Horacio Rivero
Egüez, Ambrosio García Rivera, Eugen Gomringer, Gonzalo Vásquez Méndez,
Patricia Gutiérrez Paz, Mauro Alwa. ¿Por qué los seleccionó?
- Porque así articulo Bolivia, incluyendo a
poetas de las dos regiones nacionales: los Andes y la Amazonia, algo que muchas
antologías no lo hicieron, privilegiando solamente a poetas de la parte andina;
he incluido, además de Otero Reiche, a Gutiérrez de Santa Cruz; a Rivero Egüez,
Shimose y a Ruber Carvalho, entre otros, de Beni. Es probable que, el día de
mañana, algunos de los autores y sus poemas todavía no consagrados sean
reemplazados por otros y aparecerá un nuevo antologador que incluirá a los
poetas de su preferencia.
El caso de Gomringer es notable porque se
trata del creador de la poesía concreta que nació en Cachuela Esperanza, en
Beni, y es muy conocido en el mundo menos en Bolivia.
- De la
misma manera, me parece que hay varios poetas consagrados que no incluyó, cito
solo algunos: Humberto Quino, Guillermo Bedregal, Jorge Campero, Vilma Tapia,
Marcia Mogro. ¿Qué puedes decir al respecto?
- Tenía un límite de 30 poetas y logré que
sean 32, de los cuales 20 tenían que ser ya canónicos, entonces quedaban 12.
Sin decir nombres, puedo afirmar que un par de los que mencionas nunca contestaron
mis correos electrónicos y otro me respondió que no le interesaban las
antologías.
Sé que no tendré problemas con la inclusión de
poetas canónicos, ni con la selección de la mayoría de sus textos; pero sí con
la arriesgada apuesta de incluir a algunos de los que aún siguen publicando y
dejar afuera a otros.
Las antologías también son un rescate y he
incluido a algunos autores contemporáneos que nunca estuvieron en otras
selecciones. Toda antología es arbitraria y establece límites espaciales y
temporales.
Es casi un lugar común –literariamente
hablando- decir que Bolivia es un país de poetas. Y aunque muchos puedan
refutar que somos un país de poetas en el que se escriben más cuentos y se
venden más novelas (las editoriales no dejan mentir), está claro que muchas de
las cumbres de nuestras letras están en la lírica. Enhorabuena entonces por
esta gran noticia.
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Nombres,
números, variables
Se nos ocurre desgranar un poco el índice de
la antología Donde la nieve y los ríos
son míticos, que amablemente nos hizo llegar el antologador. Tiene 225
poemas de 32 poetas antologados: 24 hombres y ocho mujeres, cada uno de los
cuales está representado con entre tres y nueve piezas.
Al menos 17 son autores canónicos, pues entre
otros reconocimientos: vasta crítica positiva y reediciones de sus poemarios,
fueron considerados con obras completas o escogidas en la Biblioteca del
Bicentenario de Bolivia. Estos son: Adela Zamudio, Ricardo Jaimes Freyre, Franz
Tamayo, Gregorio Reynolds, Raúl Otero Reiche, Óscar Cerruto, Hilda Mundy, Yolanda
Bedregal, Jaime Saenz, Antonio Terán, Jorge Suárez, Edmundo Camargo, Roberto
Echazú, Pedro Shimose, Jesús Urzagasti, Eduardo Mitre y Blanca Wiethüchter.
Pero también hay varios autores con escasa o
casi desconocida producción, y otros ya referenciales que fueron excluidos (ver
nota central). Y es que a fin de cuentas, como bien lo dice el propio Homero
Carvalho, toda antología es arbitraria y nunca se podrá complacer a todos.
Finalmente, con este libro, se completa una
prestigiosísima colección La estafeta del viento, de editorial Visor, que
recoge compilaciones de los 10 países de Sudamérica y otros de la región, y en
la que, por muchos años, solo faltaba una muestra de la poética boliviana. La
de Perú, fue compilada por José Miguel Oviedo; la de Cuba, por Víctor Rodríguez
Núñez; la de Argentina, por María Ferrari; y la de Uruguay, por Rafael
Courtoisie, por citar algunas.
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Los 32
bolivianos seleccionados
Adela Zamudio, Ricardo Jaimes Freyre, Franz
Tamayo, Gregorio Reynolds, Horacio Rivero Egüez, Raúl Otero Reiche, Óscar
Cerruto, Hilda Mundy, Yolanda Bedregal, Jaime Saenz, Ambrosio García Rivera,
Eugen Gomringer, Gonzalo Vásquez Méndez, Jorge Suárez, Antonio Terán Cabero,
Edmundo Camargo Ferreira, Roberto Echazú Navajas
Ruber Carvalho Urey, Pedro Shimose, Jesús
Urzagasti, Matilde Casazola, Eduardo Mitre
Blanca Wiethüchter, Álvaro Díez Astete,
Marcelo Arduz Ruiz, Homero Carvalho Oliva, Patricia Gutiérrez Paz, Benjamín
Chávez, Gabriel Chávez Casazola, Mónica Velásquez Guzmán, Mauro Alwa y Elvira
Espejo Ayca.
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Prólogo
Homero Carvalho
(Fragmento)
(…) Volvamos al título: Donde la nieve y los ríos son míticos y a mi propuesta espacial de
interpretación literaria. El imaginario poético de ciudades como La Paz,
Cochabamba, Oruro, Sucre y Potosí es tanto eminente como inminentemente andino,
en el que la montaña ejerce una influencia mayor, como los poderosos achachilas
que nacieron de los primeros sueños de los seres humanos que habitaron los
Andes y de las tempranas raíces cósmicas del imaginario andino; seres
sobrenaturales, espíritus protectores de la naturaleza a quienes se les debe
rendir culto para recibir sus bendiciones.
Los más potentes son los que se han convertido
en grandes montañas de la cordillera de los Andes que poseen imponencias
sobrecogedoras, mientras más altas mayor es su poder sobre la tierra y los
humanos. En quechua se los denomina apus
y el más grande y poderoso es el Tata Sajama.
Esa influencia es notable en poetas como
Gregorio Reynolds, Ricardo Jaimes Freyre, Franz Tamayo, Óscar Cerruto y Jaime
Saenz, entre otros que dedicaron poemas a las montañas, al altiplano o a sus
habitantes. (…)
La montaña en las tierras altas y los ríos en
las tierras bajas. Si algo percibimos de los poetas de Europa, cuando hablan de
sus ríos es que su poética es filosófica, los ríos son la metáfora del tiempo y
de la vida como ya lo hemos señalado. Los ríos para ellos son pensamiento, son
abstracción. En cambio para nosotros, el río es la vida misma, real y
cotidiana, salvaje como en el caso de los poetas nacidos en la Amazonia y
criados en las húmedas llanuras y selvas tropicales.
Por estos lados los ríos son hechos, son palabras,
son la madre que nos trajo al mundo, como lo afirma Pedro Shimose (…)
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