sábado, 2 de mayo de 2015

Entrevista

Bolivia se incorpora a colección
canónica de poesía hispanoamericana

Donde la nieve y los ríos son míticos se llama la antología de poesía boliviana que Homero Carvalho preparó para la reconocida editorial española Visor. Conozca a los 32 autores seleccionados, los criterios de la compilación y algunas visiones de la poética boliviana y la experiencia de antologación.



Martín Zelaya Sánchez

En el prólogo de la antología Tal vez enigma de fulgor. Cien años de poesía en La Paz, Rubén Vargas escribe: “por fortuna, la poesía no reclama más señales de identidad que las que vienen de su propia naturaleza: el lenguaje y sus múltiples desplazamientos. La identidad regional o nacional de los individuos es un acto de fe o una fatalidad”.
El reconocido crítico de poesía reconoce luego, no obstante, que “por razones editoriales más que estrictamente literarias”, a veces es necesario emplear criterios de delimitación, aún se trate de la poética, acaso el género más genuinamente libre de las letras.
Pues bien, aunque no haya nada más arbitrario y delimitativo que una antología es, paradójicamente, ésta acaso la mejor manera de difundir y promocionar masivamente determinado tipo de creaciones literarias; el caso específico que nos ocupa, es el más claro ejemplo de lo dicho: por fin Bolivia formará parte de uno de los más prestigiosos catálogos poéticos del mundo hispanoparlante, el de la editorial Visor.
Donde la nieve y los ríos son míticos. La poesía del siglo XX en Bolivia se llama el tomo que está a punto de salir dentro de la colección “La estafeta del viento” de la editorial española que encargó la misión de compilar lo más destacado de la poética boliviana a Homero Carvalho.
¿Qué criterios y parámetros tomar en cuenta a la hora de tratar de visualizar lo mejor de la producción poética del país? “En la poesía boliviana del siglo XX -responde Carvalho- es posible trazar algunas tendencias como la modernista, la romántica, la vanguardista y la surrealista, y algunos lugares comunes que, en el caso de los occidentales, son la montaña y la ausencia del mar, y en de los orientales son el río y la selva; así como para los chaqueños lo son los árboles”.
No obstante, la dispersión -sin que se entienda peyorativamente- parece predominar por sobre las tipificaciones convencionales.
Así lo advierte Mónica Velásquez, reconocida poeta y académica. “Si las armas más comunes en estas tareas de selección suelen ser los movimientos y las generaciones, aquí estamos en problemas. (…) Creemos que en nuestro país las tendencias se incorporaron -salvo el modernismo- de manera tardía y crítica. Tampoco es enriquecedor buscar un orden por grupos de escritores o generaciones que marcaron el pulso literario. (…) Creemos que Bolivia sigue siendo un país de autores: solos y variados”.
De todas maneras, por región, época o género, nunca dejarán de haber encasillamientos, compilaciones y, si son para bien de un espacio ámbito no del todo conocido, como la literatura o la poética boliviana, tanto mejor.
A la hora de hallar antecedentes al trabajo de Carvalho, hay que mencionar, claro, a Ordenar la danza. Antología de la poesía boliviana que Velásquez trabajó en 2004 para la editorial chilena LOM; yendo más atrás están el Índice de poesía boliviana contemporánea (1964) de Juan Quiroz, y Antología de la poesía boliviana (1977) de Yolanda Bedregal, entre los más representativos. Homero continúa detallando el proyecto de Visor.

- ¿Qué criterios básicos tomó para la selección de nombres y de poemas?
- Pocas veces una antología de poesía boliviana se publica en el exterior, y en este caso nada menos que en Visor de España, un mítico sello editorial, así que tenía que elegir a lo mejor de lo mejor.
El primer criterio fue el estético, es decir poetas que han logrado construir propuestas de alta calidad. La editorial me pidió elegir a 30 poetas, de los cuales la mayoría deberían ser canónicos y así lo hice.
Pero así como existen poetas canónicos, también existen poemas canónicos, que se repiten en las antologías nacionales como Nacer hombre, de Adela Zamudio; La llama, de Gregorio Reynolds; Siempre, de Ricardo Jaimes Freyre; Habla Olimpo, de Franz Tamayo y Canto al hombre de la selva, de Raúl Otero Reiche; tan famosos que a veces olvidamos quiénes los escribieron.
En esta antología de 500 páginas existe una variada muestra de poemas por autor, con el propósito de brindar una visión representativa de la obra de cada uno de ellos. Los poetas, los poemas y/o prosas poéticas elegidos intentan mostrar a creadores que lograron construir sus propios mundos poéticos. En algunos casos esos mundos tienden puentes entre las culturas europeas y las indígenas, en otros la propia palabra es el mundo; así como la muerte, el sueño, el amor o la vida.

- Mucha gente critica a los compiladores que se incluyen en sus antologías. ¿Por qué decidió incluirse?
- Existen muchas antologías, tanto de cuentos como de poesía, en las que los propios autores se incluyen, te menciono la de Manuel Vargas y la de Pedro Shimose, por ejemplo; en mi caso, modestia aparte, tengo seis libros de poesía y uno de ellos, Inventario nocturno, obtuvo el Premio Nacional de Poesía 2012, además estoy incluido en varias antologías nacionales e internacionales de España, Perú y Colombia. 

- ¿Merecen dos poetas nacidos en los años 80 (Espejo y Alwa), y que por lo tanto desarrollaron su obra luego del 2000, estar en una misma antología junto con los emblemas de la poética boliviana?
- Los editores me solicitaron una selección de poetas del siglo XX, sin embargo, un siglo no se entiende sin aquello que lo precede y sin aquello que proyecta. Además, que en esta antología también intento el rescate de nombres que antes no habían sido considerados como es el caso de Alwa y Espejo que escriben paralelamente en aymara y español.
Abro con Adela Zamudio, la irreverente e iconoclasta poeta cochabambina y cierro con Elvira Espejo, una indígena orureña, paradigma del proceso de inclusión social que vive Bolivia, pues escribe en quechua, aymara y español y es compositora, artista plástica y tejedora.

- Me animo a mencionar a seis autores “poco conocidos” que incluyó: Horacio Rivero Egüez, Ambrosio García Rivera, Eugen Gomringer, Gonzalo Vásquez Méndez, Patricia Gutiérrez Paz, Mauro Alwa. ¿Por qué los seleccionó?
- Porque así articulo Bolivia, incluyendo a poetas de las dos regiones nacionales: los Andes y la Amazonia, algo que muchas antologías no lo hicieron, privilegiando solamente a poetas de la parte andina; he incluido, además de Otero Reiche, a Gutiérrez de Santa Cruz; a Rivero Egüez, Shimose y a Ruber Carvalho, entre otros, de Beni. Es probable que, el día de mañana, algunos de los autores y sus poemas todavía no consagrados sean reemplazados por otros y aparecerá un nuevo antologador que incluirá a los poetas de su preferencia.
El caso de Gomringer es notable porque se trata del creador de la poesía concreta que nació en Cachuela Esperanza, en Beni, y es muy conocido en el mundo menos en Bolivia.

- De la misma manera, me parece que hay varios poetas consagrados que no incluyó, cito solo algunos: Humberto Quino, Guillermo Bedregal, Jorge Campero, Vilma Tapia, Marcia Mogro. ¿Qué puedes decir al respecto?
- Tenía un límite de 30 poetas y logré que sean 32, de los cuales 20 tenían que ser ya canónicos, entonces quedaban 12. Sin decir nombres, puedo afirmar que un par de los que mencionas nunca contestaron mis correos electrónicos y otro me respondió que no le interesaban las antologías.
Sé que no tendré problemas con la inclusión de poetas canónicos, ni con la selección de la mayoría de sus textos; pero sí con la arriesgada apuesta de incluir a algunos de los que aún siguen publicando y dejar afuera a otros.
Las antologías también son un rescate y he incluido a algunos autores contemporáneos que nunca estuvieron en otras selecciones. Toda antología es arbitraria y establece límites espaciales y temporales.

Es casi un lugar común –literariamente hablando- decir que Bolivia es un país de poetas. Y aunque muchos puedan refutar que somos un país de poetas en el que se escriben más cuentos y se venden más novelas (las editoriales no dejan mentir), está claro que muchas de las cumbres de nuestras letras están en la lírica. Enhorabuena entonces por esta gran noticia.
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Nombres, números, variables

Se nos ocurre desgranar un poco el índice de la antología Donde la nieve y los ríos son míticos, que amablemente nos hizo llegar el antologador. Tiene 225 poemas de 32 poetas antologados: 24 hombres y ocho mujeres, cada uno de los cuales está representado con entre tres y nueve piezas.
Al menos 17 son autores canónicos, pues entre otros reconocimientos: vasta crítica positiva y reediciones de sus poemarios, fueron considerados con obras completas o escogidas en la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia. Estos son: Adela Zamudio, Ricardo Jaimes Freyre, Franz Tamayo, Gregorio Reynolds, Raúl Otero Reiche, Óscar Cerruto, Hilda Mundy, Yolanda Bedregal, Jaime Saenz, Antonio Terán, Jorge Suárez, Edmundo Camargo, Roberto Echazú, Pedro Shimose, Jesús Urzagasti, Eduardo Mitre y Blanca Wiethüchter.
Pero también hay varios autores con escasa o casi desconocida producción, y otros ya referenciales que fueron excluidos (ver nota central). Y es que a fin de cuentas, como bien lo dice el propio Homero Carvalho, toda antología es arbitraria y nunca se podrá complacer a todos.
Finalmente, con este libro, se completa una prestigiosísima colección La estafeta del viento, de editorial Visor, que recoge compilaciones de los 10 países de Sudamérica y otros de la región, y en la que, por muchos años, solo faltaba una muestra de la poética boliviana. La de Perú, fue compilada por José Miguel Oviedo; la de Cuba, por Víctor Rodríguez Núñez; la de Argentina, por María Ferrari; y la de Uruguay, por Rafael Courtoisie, por citar algunas.
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Los 32 bolivianos seleccionados
Adela Zamudio, Ricardo Jaimes Freyre, Franz Tamayo, Gregorio Reynolds, Horacio Rivero Egüez, Raúl Otero Reiche, Óscar Cerruto, Hilda Mundy, Yolanda Bedregal, Jaime Saenz, Ambrosio García Rivera, Eugen Gomringer, Gonzalo Vásquez Méndez, Jorge Suárez, Antonio Terán Cabero, Edmundo Camargo Ferreira, Roberto Echazú Navajas
Ruber Carvalho Urey, Pedro Shimose, Jesús Urzagasti, Matilde Casazola, Eduardo Mitre
Blanca Wiethüchter, Álvaro Díez Astete, Marcelo Arduz Ruiz, Homero Carvalho Oliva, Patricia Gutiérrez Paz, Benjamín Chávez, Gabriel Chávez Casazola, Mónica Velásquez Guzmán, Mauro Alwa y Elvira Espejo Ayca.
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Prólogo

Homero Carvalho

(Fragmento)

(…) Volvamos al título: Donde la nieve y los ríos son míticos y a mi propuesta espacial de interpretación literaria. El imaginario poético de ciudades como La Paz, Cochabamba, Oruro, Sucre y Potosí es tanto eminente como inminentemente andino, en el que la montaña ejerce una influencia mayor, como los poderosos achachilas que nacieron de los primeros sueños de los seres humanos que habitaron los Andes y de las tempranas raíces cósmicas del imaginario andino; seres sobrenaturales, espíritus protectores de la naturaleza a quienes se les debe rendir culto para recibir sus bendiciones.
Los más potentes son los que se han convertido en grandes montañas de la cordillera de los Andes que poseen imponencias sobrecogedoras, mientras más altas mayor es su poder sobre la tierra y los humanos. En quechua se los denomina apus y el más grande y poderoso es el Tata Sajama.
Esa influencia es notable en poetas como Gregorio Reynolds, Ricardo Jaimes Freyre, Franz Tamayo, Óscar Cerruto y Jaime Saenz, entre otros que dedicaron poemas a las montañas, al altiplano o a sus habitantes. (…)
La montaña en las tierras altas y los ríos en las tierras bajas. Si algo percibimos de los poetas de Europa, cuando hablan de sus ríos es que su poética es filosófica, los ríos son la metáfora del tiempo y de la vida como ya lo hemos señalado. Los ríos para ellos son pensamiento, son abstracción. En cambio para nosotros, el río es la vida misma, real y cotidiana, salvaje como en el caso de los poetas nacidos en la Amazonia y criados en las húmedas llanuras y selvas tropicales.

Por estos lados los ríos son hechos, son palabras, son la madre que nos trajo al mundo, como lo afirma Pedro Shimose (…)

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