sábado, 3 de enero de 2015

Staccato

Ana María Vera y Bolivia Clásica

El autor elogia el proyecto de enseñanza y capacitación musical emprendido por la pianista boliviana.



Pablo Mendieta Paz

Bolivia Clásica es una organización que se planteó a partir de la posible cooperación de músicos profesionales de diversas nacionalidades, dotados todos ellos de una eximia vocación pedagógica, para trabajar con jóvenes músicos bolivianos unidos en torno a todo estrato social, y concederles, como propósitos últimos, sus elevados conocimientos, su experiencia ganada a fuerza de trabajo traducido en años de servicio y, sobre todo, inculcarles la pasión hacia la música, un principio de afición vehemente e ineludible para el ejercicio musical.
Estos laudables antecedentes perseguían, en definitiva, erigir una plataforma de acción que permitiera potenciar a nuestros jóvenes talentos, auspiciar el desarrollo de una nueva generación de músicos que supere las actuales limitaciones de estructura, e incorporarlos, mediante técnicas de enseñanza avanzada, a un destino de vida y artístico concluyente: en suma, integrarlos al circuito internacional de conciertos.
Como objetivo de carácter ambicioso y de pujanza artística, una de las premisas medulares que le conferían esencialidad al proyecto era la capacitación, asimismo, de profesores bolivianos que pudieran acrecentar sus conocimientos y sabiduría en su extraordinario rol de formadores de generaciones y generaciones de músicos.
Con esta política, desde todo punto de vista loable, Ana María Vera, nuestra prestigiosa y aclamada concertista internacional de piano -de quien sería ocioso redundar en su dilatado historial artístico-, ha impulsado y le ha dado forma definitiva a la Fundación Bolivia Clásica, entidad que en 2015 dará un paso trascendental: abrir un instituto que capacitará a músicos en pleno ejercicio, y que permitirá que éstos, a su vez, promuevan la formación de  niños y jóvenes.
Para este propósito, entre febrero y marzo de este año llegará al país el maestro Paul Dessene, figura emblemática de la Fundación del Estado para el sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, cuyo trabajo ha merecido que el compositor francés Bruno Mantovani, director del Conservatorio Nacional Superior de Música y Danza de París, firme en Caracas un convenio académico con el Sistema de Orquestas Venezolanas que permita a ambas instituciones el intercambio de alumnos, la preparación docente y la formación de orquestas en conjunto.
Así, el maestro Paul Dessene formará músicos con programas sociales a partir de una capacitación de nuestros docentes, que enriquezca su práctica en el ejercicio de las tareas de enseñanza a niños (desde los cinco años) y jóvenes; sin que ello -que quede claro- sustituya la encomiable labor de nuestros profesores en su trabajo de formación artística.
Por el contrario, el taller de capacitación de maestros será un programa piloto experimental con una duración inicial de diez días en el que los docentes en actividad permuten con aquél y con los maestros que lleguen a Bolivia experiencias estrechamente relacionadas.
Si bien Bolivia Clásica, como se mencionó, ya cuenta con profesores especializados, éstos, estratégicamente, y con mayor dinamismo, continuarán con su acción enseñadora desde marzo, y de uno u otro modo intercalarán su tarea con la asistencia de herramientas tecnológicas como el Skype, o YouTube, mediante las cuales la idea capital es adjudicar un cariz distinto a la enseñanza y al sistema de aprendizaje mismo, pues, con estas avanzadas plataformas de trabajo se permitirá impartir clases a distancia, pero en vivo.
Ana María Vera, con todo el bagaje artístico, intelectual, y de experiencia en gestión cultural que lleva consigo, visionariamente reparó hace algunos años en que ella podría aportar y gravitar, dados los resultados que preveía, en la difusión masiva del arte en nuestro país.
A raíz de ello, inició el proyecto con un festival y luego gestionó el arribo de músicos profesionales solistas para que tocaran en conciertos con músicos bolivianos. Luego se formaron cuartetos y una orquesta de cámara -la Orquesta Juvenil Bolivia Clásica- que dirige su hermano Armando Vera Woudstra, como así también artistas invitados.
A propósito, los proyectos de esta orquesta para el presente año, y para el próximo, son de tal magnitud ambiciosos que sin duda acapararán la atención del arte y la cultura de Bolivia y de fuera de nuestras fronteras.
Cabe apuntar que el vasto trabajo forjado por Vera con Bolivia Clásica es un auténtico acto de entrega por la patria y, por tanto, no es susceptible, bajo ningún aspecto, de ser concebida (Bolivia Clásica) como una organización que busque competir con otros centros de enseñanza musical (conservatorios, institutos de música, centros de capacitación artística, etc.).
La finalidad, más bien, es expandir la enseñanza artística por todo el país con una visión dilatada, es decir, sin dejar de atender comunidades lejanas o remotas que jamás pudieron beneficiarse con programas de esta naturaleza; para lo cual, ante la escasez de personal docente, se aprovecharán las técnicas metodológicas a distancia que se originan en los aludidos recursos tecnológicos.
Ante la estrecha y titánica labor de codo a codo que Paul Dessene materializa con el Estado venezolano para los programas de educación musical, desarrollo humano y de creación de orquestas venezolanas -cuyo emblemático fundador fue José Antonio Abreu-, Ana María Vera considera que pese a que Bolivia Clásica se halla amparada por una Fundación, requiere, sin embargo, de una fuente de recursos económicos que le permita sostener el gigantesco trabajo que desarrollará.
Con el antecedente del modelo ejecutado por Dessene, la artista, persuadida del fin social que entraña su obra, se ha aproximado a las autoridades de Gobierno y próximamente se firmará un acuerdo con el Ministerio de Educación para proyectar una currícula con el fin de que la Fundación Bolivia Clásica funcione como escuela.
Se ve viable, al mismo tiempo, que las misiones diplomáticas y organismos internacionales apoyen decididamente una iniciativa de semejante índole, pues los embajadores, o personal jerárquico, y ejecutivos de entidades extranjeras, están plenamente apercibidos de que la cultura de un país es el motor de su desarrollo.
Ya se vio en épocas pasadas cómo legaciones contribuyeron al arte y la cultura con significativos aportes que mantuvieron vigentes y con resultados extraordinariamente halagüeños a diversas entidades. Un claro ejemplo de ello fue la magnífica cooperación que la Embajada de Estados Unidos otorgó a la Orquesta Sinfónica Nacional mientras el maestro David Händel permaneció como director titular.

Hoy, en lugar de que misiones diplomáticas, u otras organizaciones internacionales, donen recursos económicos a programas de menor rango, y aislados, es posible organizar jerárquicamente y ayudar a edificar con mayor altura a instituciones de carácter fundamentalmente social, sostenibles en el tiempo y perspectivas artísticas de alcance mayor que es a lo que apunta Bolivia Clásica.   

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