Ana María Vera y Bolivia Clásica
El autor elogia el proyecto de enseñanza y capacitación musical emprendido por la pianista boliviana.
Pablo Mendieta Paz
Bolivia Clásica es una organización que se planteó a partir
de la posible cooperación de músicos profesionales de diversas nacionalidades,
dotados todos ellos de una eximia vocación pedagógica, para trabajar con
jóvenes músicos bolivianos unidos en torno a todo estrato social, y
concederles, como propósitos últimos, sus elevados conocimientos, su
experiencia ganada a fuerza de trabajo traducido en años de servicio y, sobre
todo, inculcarles la pasión hacia la música, un principio de afición vehemente
e ineludible para el ejercicio musical.
Estos laudables antecedentes perseguían, en definitiva,
erigir una plataforma de acción que permitiera potenciar a nuestros jóvenes
talentos, auspiciar el desarrollo de una nueva generación de músicos que supere
las actuales limitaciones de estructura, e incorporarlos, mediante técnicas de
enseñanza avanzada, a un destino de vida y artístico concluyente: en suma, integrarlos
al circuito internacional de conciertos.
Como objetivo de carácter ambicioso y de pujanza artística,
una de las premisas medulares que le conferían esencialidad al proyecto era la
capacitación, asimismo, de profesores bolivianos que pudieran acrecentar sus
conocimientos y sabiduría en su extraordinario rol de formadores de
generaciones y generaciones de músicos.
Con esta política, desde todo punto de vista loable, Ana
María Vera, nuestra prestigiosa y aclamada concertista internacional de piano
-de quien sería ocioso redundar en su dilatado historial artístico-, ha
impulsado y le ha dado forma definitiva a la Fundación Bolivia Clásica, entidad
que en 2015 dará un paso trascendental: abrir un instituto que capacitará a
músicos en pleno ejercicio, y que permitirá que éstos, a su vez, promuevan la
formación de niños y jóvenes.
Para este propósito, entre febrero y marzo de este año
llegará al país el maestro Paul Dessene, figura emblemática de la Fundación del
Estado para el sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles de
Venezuela, cuyo trabajo ha merecido que el compositor francés Bruno Mantovani,
director del Conservatorio Nacional Superior de Música y Danza de París, firme
en Caracas un convenio académico con el Sistema de Orquestas Venezolanas que permita
a ambas instituciones el intercambio de alumnos, la preparación docente y la
formación de orquestas en conjunto.
Así, el maestro Paul Dessene formará músicos con programas
sociales a partir de una capacitación de nuestros docentes, que enriquezca su
práctica en el ejercicio de las tareas de enseñanza a niños (desde los cinco
años) y jóvenes; sin que ello -que quede claro- sustituya la encomiable labor
de nuestros profesores en su trabajo de formación artística.
Por el contrario, el taller de capacitación de maestros será
un programa piloto experimental con una duración inicial de diez días en el que
los docentes en actividad permuten con aquél y con los maestros que lleguen a
Bolivia experiencias estrechamente relacionadas.
Si bien Bolivia Clásica, como se mencionó, ya cuenta con
profesores especializados, éstos, estratégicamente, y con mayor dinamismo,
continuarán con su acción enseñadora desde marzo, y de uno u otro modo
intercalarán su tarea con la asistencia de herramientas tecnológicas como el
Skype, o YouTube, mediante las cuales la idea capital es adjudicar un cariz
distinto a la enseñanza y al sistema de aprendizaje mismo, pues, con estas
avanzadas plataformas de trabajo se permitirá impartir clases a distancia, pero
en vivo.
Ana María Vera, con todo el bagaje artístico, intelectual, y
de experiencia en gestión cultural que lleva consigo, visionariamente reparó
hace algunos años en que ella podría aportar y gravitar, dados los resultados
que preveía, en la difusión masiva del arte en nuestro país.
A raíz de ello, inició el proyecto con un festival y luego
gestionó el arribo de músicos profesionales solistas para que tocaran en
conciertos con músicos bolivianos. Luego se formaron cuartetos y una orquesta
de cámara -la Orquesta Juvenil Bolivia Clásica- que dirige su hermano Armando
Vera Woudstra, como así también artistas invitados.
A propósito, los proyectos de esta orquesta para el presente
año, y para el próximo, son de tal magnitud ambiciosos que sin duda acapararán
la atención del arte y la cultura de Bolivia y de fuera de nuestras fronteras.
Cabe apuntar que el vasto trabajo forjado por Vera con
Bolivia Clásica es un auténtico acto de entrega por la patria y, por tanto, no
es susceptible, bajo ningún aspecto, de ser concebida (Bolivia Clásica) como
una organización que busque competir con otros centros de enseñanza musical
(conservatorios, institutos de música, centros de capacitación artística,
etc.).
La finalidad, más bien, es expandir la enseñanza artística
por todo el país con una visión dilatada, es decir, sin dejar de atender
comunidades lejanas o remotas que jamás pudieron beneficiarse con programas de
esta naturaleza; para lo cual, ante la escasez de personal docente, se
aprovecharán las técnicas metodológicas a distancia que se originan en los
aludidos recursos tecnológicos.
Ante la estrecha y titánica labor de codo a codo que Paul
Dessene materializa con el Estado venezolano para los programas de educación
musical, desarrollo humano y de creación de orquestas venezolanas -cuyo
emblemático fundador fue José Antonio Abreu-, Ana María Vera considera que pese
a que Bolivia Clásica se halla amparada por una Fundación, requiere, sin
embargo, de una fuente de recursos económicos que le permita sostener el gigantesco
trabajo que desarrollará.
Con el antecedente del modelo ejecutado por Dessene, la
artista, persuadida del fin social que entraña su obra, se ha aproximado a las
autoridades de Gobierno y próximamente se firmará un acuerdo con el Ministerio
de Educación para proyectar una currícula con el fin de que la Fundación Bolivia
Clásica funcione como escuela.
Se ve viable, al mismo tiempo, que las misiones diplomáticas
y organismos internacionales apoyen decididamente una iniciativa de semejante
índole, pues los embajadores, o personal jerárquico, y ejecutivos de entidades
extranjeras, están plenamente apercibidos de que la cultura de un país es el
motor de su desarrollo.
Ya se vio en épocas pasadas cómo legaciones contribuyeron al
arte y la cultura con significativos aportes que mantuvieron vigentes y con
resultados extraordinariamente halagüeños a diversas entidades. Un claro
ejemplo de ello fue la magnífica cooperación que la Embajada de Estados Unidos
otorgó a la Orquesta Sinfónica Nacional mientras el maestro David Händel
permaneció como director titular.
Hoy, en lugar de que misiones diplomáticas, u otras
organizaciones internacionales, donen recursos económicos a programas de menor
rango, y aislados, es posible organizar jerárquicamente y ayudar a edificar con
mayor altura a instituciones de carácter fundamentalmente social, sostenibles
en el tiempo y perspectivas artísticas de alcance mayor que es a lo que apunta
Bolivia Clásica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario