sábado, 24 de enero de 2015

Etc.

Sumisión: el islam como tema inaugura 2015


El autor reflexiona acerca de la polémica que abrió Charlie Hebdo y la reciente novela del francés Houllebecq.



Carlos Decker-Molina

Teresa Cremisi, editora de Sumisión (Editorial Frammarion), explicó que el acto público del lanzamiento de la novela de Michel Houellebecq, que estaba previsto para el 7 de enero, se suspendía por la masacre de los periodistas de Charlie Hebdo que, a propósito, en la primera plana de su hasta entonces última edición, publicaba la caricatura del escritor hecha por el dibujante Luz, titulada “Las predicciones del mago Houellebecq”, al que le hacía decir: “en 2015 pierdo mis dientes y en 2022 hago el ramadán”.
Los periodistas especializados que recibieron el ejemplar para reseñas que toda editorial suele enviar semanas antes del lanzamiento público, tienen opiniones diferentes sobre el contenido de la controvertida novela.
¿Se trata acaso de una una distopía o ficción política, o es simple y llanamente una sátira?, personalmente no lo sé porque aún no la he leído, pero es inevitable contar esta historia a propósito del Islam y Europa, que resulta ser el gran tema en el inicio de este año.
Houellebecq es para muchos un provocador ateo, antifeminista, islamófobo, antisemita, racista y un largo etc. “Houellebecq no es solo un escritor que dice cosas asquerosas sino que además las dice asquerosamente”, sostiene más de uno.
He leído algunos puntos de vista sobre Sumisión y una larga entrevista con el autor publicada por The Paris Review para pergeñar este texto.
Conocí a Houellebecq a través de Las partículas elementales (Anagrama), una novela que  provocó polémica y opiniones divididas entre quienes lo acusaban solo de provocador sin darse cuenta que hacía tiempo no había un escritor francés que podía remover conciencias, obligando a pensar. 
En Las partículas…, la crítica se centra en el emblemático Mayo francés (1968) y en una de sus consecuencias: la liberación sexual. Para el autor, la liberación sexual desnaturalizó al hombre, todavía inmaduro, lo que originó posteriormente una profunda desesperación en la psicología del “liberado”. El mismo autor dijo alguna vez: “no hay que temerle a la felicidad, pues no existe”.
Uno de los que ha leído Sumisión es Thomas Steinfeld, jefe de la sección cultural del matutino alemán Süddeutsche Zeitung: “la utopía de Michel Houellebecq es una burla contra los populistas de derecha y los partidos xenófobos que pretenden salvar al continente de la invasión islamita”, sostiene.
Hagamos el esfuerzo intelectual de pensar que el islamismo (como fue el comunismo) no es un movimiento demoníaco sino un movimiento bastante más humano y con un alto grado de efectividad para solucionar los grandes problemas de la sociedad.
El mismo Houellebecq en la entrevista del The Paris Review reconoce: “si nos fijamos cómo actúan los Hermanos Musulmanes, vemos redes regionales, obras de caridad, centros culturales, centros de oración, centros de vacaciones, servicios sanitarios, algo que se asemeja a lo que hizo el Partido Comunista”.
Para Steinfeld “habría sido un acierto presentar el libro como una sátira”. El autor niega que sea una sátira, “tal vez una pequeña parte –dice- satiricé a periodistas y a políticos, pero a mis personajes principales no”.
Houellebecq está más conforme con el calificativo: “ficción política”. Y, “ese es el error”, según el comentarista alemán, porque “hay un desliz en la construcción literaria, pues, al mismo tiempo es una sátira y una distopía. Hace recuerdo al novato que se deja llevar por el impulso de la fantasía”.
Jenny Högström, crítica literaria y traductora sueca, considera que al autor describe un islamismo secularizado y deja clara su preferencia ante el peligro de que el racista Frente Nacional asuma el poder, por lo menos en términos literarios.
Según la sueca el autor capta, con originalidad, el drama actual de la nueva sociedad francesa. El problema según Högström es cómo puede entenderse la obra, y ella misma responde, “depende de quién la lee”.
Coincide con ella Guillaume Erner, periodista del Huffington Post, un periódico online, que dice que Sumisión es como la estatua de Paul MacCarthy en Place Vendôme que a pesar de que unos lo ven como a un árbol de navidad o como un “tampón”, nadie puede negar su existencia.
Los críticos consideran que el libro tendrá éxito global, pero, como aún no hay traducciones (en español sale en el otoño de este año), ya comienzan a surgir los estereotipos y las teorías conspirativas, por eso quizá es bueno tener una idea sobre la trama de la novela.
Sumisión es la sexta novela de Michel Houellebecq y está ambientada en 2022. Ese año Francia esta atemorizada por las graves contradicciones en el seno de su sociedad. Religión, política, Estado, feminismo, todo está cuestionado. Además hay otros problemas más reservados y recónditos que los medios ocultan deliberadamente.
El sistema tapa todo y deja a oscuras a su población. En ese contexto surge un líder de un partido musulmán llamado Mohammed Ben Abbes que, en una segunda vuelta, se enfrenta a la candidata de la extrema derecha Marine Le Pen y la vence con los votos de socialistas y conservadores.
Al otro día, las francesas abandonan la vestimenta occidental y empieza la moda de las túnicas largas sobre sus pantalones. Es más, animadas por las subvenciones del Gobierno dejan sus empleos  lo que produce que la desocupación masculina desaparezca, el crimen se esfuma de aquellos suburbios peligrosos. Es decir la sociedad francesa se islamiza.   
En la entrevista de The Paris Review, Houellbecq admite que su novela tiene un lado temible. “Utilizo las tácticas del miedo”, dice. “Como imaginar que el país queda en manos del islam”, le sugiere Sylvain Bourmeau, a lo que el escritor responde: “en realidad no está claro de quienes tener miedo, si de los “nativistas” (ultra derecha) o de los musulmanes. Eso lo dejo sin resolver”.
Una sociedad democrática regida por principios liberales necesita tener sus provocadores, sean estos caricaturistas o novelistas, porque son los que tensan los límites de las libertades y hacen recuerdo que esas libertades no son obvias si no se someten de cuando a cuando a ser el epicentro del debate.
Nos hacen recuerdo de nuestras responsabilidades ciudadanas lo que no quiere decir que todos estemos de acuerdo con el contenido ideológico de las provocaciones. Porque una cosa es la libertad de expresión y otra el método y el contenido. Probablemente no me guste el contenido ideológico del texto de Houellebecq, no lo sé, o las caricaturas de Charlie Hebdo, pero, ambos actores tienen derecho a expresarse libremente.


No hay comentarios:

Publicar un comentario