Tres novelas por un premio
Una breve reseña de la obra ganadora y las dos finalistas de Premio Bienal de Novela Vargas Llosa.
Carlos Decker-Molina
Leí tres novelas, una detrás de la otra, para tener una idea
clara sobre las razones de haberse impuesto a más de 300 que participaron de la
selección que exigía la convocatoria al primer Premio Bienal de Novela Vargas Llosa.
“… tenía dieciocho años, dieciséis dientes podridos, dos
hermanas y un solo lector”, así presenta a su personaje principal el escritor
laureado.
La otra novela es una narración que comienza en tercera persona
y sigue -a partir del segundo capítulo- en primera y se mete en los recovecos
psicológicos de su familia y sus amigos y nos hace vivir la crisis financiera y
económica en un lejano pueblo imaginario de la costa española. Es una novela pesimista
o meramente realista. (No sé si escribir como interrogación o dejar la frase
como constatación).
La tercera obra es un cuento/novela, pues tiene ambos componentes
en un equilibrio literario que raras veces se logra. El autor vuelve sobre su
obsesión: el peso del pasado, la fragilidad de la memoria y cómo la vida de
su(s) personaje(s) suele(n) cruzar la misma calle que la política.
En la primera es un poeta el personaje principal, en la tercera
es un caricaturista político, la segunda se centra en las consecuencias del
deslumbramiento del capitalismo con sus apresurados saldos a favor.
Antes de seguir con las tres novelas, un par de referencias al
Premio Bienal de Novela Vargas Llosa: Surgió como iniciativa de la Fundación Biblioteca
Virtual Cervantes y 10 universidades españolas. La primera cita se dio lugar en
Lima donde, además, quedó establecida la sede de la Bienal.
La cita literaria fue organizada por la Cátedra Vargas Llosa,
Acción Cultural Española, la Universidad de Ingeniería y Tecnología de Perú y
el Grupo Hochschild.
Las 324 novelas enviadas fueron publicadas entre 2012-13. Es
decir sigue los parámetros del Premio Rómulo Gallegos o, para entrar en
comparaciones es como el Booker Prize
solo que el Vargas Llosa es bienal con un premio que llega a los 100.000
dólares (75 mil euros).
Las
tres grandes
Las tres novelas finalistas son excelentes, pero no se las puede
comparar. La ganadora, Prohibido entrar
sin pantalones, del español Juan Bonilla, podría ser una biografía, pero no
lo es, tampoco es una historia con un principio, nudo y desenlace.
La historia que se cuenta es la de Vladimir Maiakoski, el poeta
de la revolución bolchevique. Bonilla ha creado una mezcla de poesía y relato
periodístico sobre todo cuando da contexto o ambienta la historia personal del
ícono del futurismo ruso; figuran como personajes secundarios Trotski y Stalin
entre otros.
Bonilla escribe un libro que no va a gustar a todos, es muy
literario en el buen sentido y estoy seguro que resistirá el paso del tiempo
porque es de esas obras que permanecen.
Alguna vez escribí sobre las tres muertes del poeta ruso: su
suicidio a los 37 años, la del partido que eliminó parte de su historia y la
tercera que se produce en 1989 cuando Maiakoski fue arrinconado con los bustos
y estatuas soviéticas.
En el libro de Bonilla se confirma que “la palabra es el fin del
escritor” tal como decía Maiakosvki. El ruso es
el poeta de la palabra viva, de aquella que se arroja como una piedra, palabra
que se subleva, que es rotunda y desprecia el silencio, por eso Stalin le tuvo
miedo, en tanto que la hermosa del tren asustada al verlo tan grande y
corpulento sonrió cuando escuchó que le decía: No te asustes niña, no soy
nada más que una nube en pantalones.
La obra de Juan Bonilla deja la sensación de haber leído
poesía novelada. Da pena terminar de leerla.
No me consta que En
la orilla haya quedado en segundo lugar, pero personalmente a la novela de
Rafael Chirbes, otro español, la ubicaría en ese puesto a pesar de que en
literatura no debieran convalidarse las tablas de posiciones.
En la orilla es una novela profundamente intimista que a partir de un
primer capítulo en tercera persona, sigue el resto de la obra con la voz de
Esteban, un lobo solitario, heredero de una carpintería, al poner en
descubierto sus debilidades, entre ellas su hipocresía y sus apetitos más
bajos, nos ubica en medio de la desesperanza de la crisis española con sus
personajes de pueblo chico que bien se parecen a los de pueblo grande.
Es una novela en la que no hay salida, sin lugar para la
palabra “esperanza”; nos presenta una España heredera de republicanos y
franquistas convertidos en vecinos y hasta en socios.
Finalmente Las reputaciones
del colombiano Juan Gabriel Vázquez es una obra de cámara que embruja desde sus
primeras líneas. Se trata de la vida del caricaturista político más influyente
del país “un hombre capaz de causar la revocación de una ley con las únicas
armas del papel y la tinta china”, hasta que aparece una mujer joven a la que
había conocido cuando era una niña amiga de una hija de la misma edad.
Es una obra de un equilibrio brillante entre novela y cuento.
Pues, son muchas las cosas que ocurren, pero son también muchas las cosas que
se insinúan, hay un juego entre presencia y ausencia, entre plenitud y vacío.
En El ruido de la
cosas al caer aparece ya la obsesión de Vázquez sobre el peso del pasado y en Las reputaciones se acentúa, porque su personaje se verá obligado a
revaluar toda su vida y a poner en entredicho su posición de privilegiado
caricaturista cuando se le presenta el pasado con formas de mujer.
Fueron 324 novelas enviadas a la Bienal Vargas Llosa, no conozco
la lista completa, probablemente hay una que otra conocida por mí, pero quién
tuviera el tiempo suficiente para leer y descubrir por qué eligieron a las tres
sobre las que acabo de escribir, quizá para otro jurado habría otras tres
diferentes. Personalmente, y esta es pura suposición, pienso que Javier Marías habría
figurado de no haber escrito Los enamoramientos
en 2011.
La Bienal de Novela Vargas Llosa es una excelente iniciativa que
se puede convertir en un semillero de datos para los académicos del Nobel o del
Cervantes, la pena es que será a costa del Rómulo Gallegos, premio que no tiene
los apoyos financieros que necesita y que sobrevive en Venezuela entre la
política y la literatura.
Prohibido
entrar sin pantalones, En la orilla y Las reputaciones son tres novelas dignas de ser leídas al margen de premios y
bienales. Son tres señas de que la literatura “hispana” de las dos orillas y de
este siglo carece de escuelas, no tiene grandilocuencia, no tiene estéticas
maestras. Se advierte un mestizaje, una polinización, mixtura, etc.
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