Drácula
Jenny
Santibáñez Guillén
Drácula
es una novela de horror y drama publicada en 1897 y que parte de una leyenda
que en el transcurso de los años ha sido objeto de varias adaptaciones para
teatro y cine. No obstante esta recurrencia, es un novedoso desafío llevar la
obra al formato de radioteatro en vivo, como ocurre actualmente con el elenco
paceño Artynoa.
Respecto
a esta puesta en escena empecemos señalando que algunos pasajes se instalan en
la memoria, como el de las vampiresas semicubiertas de un velo rojo que emergen
de un fondo de voces agudas, o cuando Lucy es mordida en el cuello lentamente
por el siniestro Conde, o la aparición de Renfield golpeando su rostro en las
rejillas, que se redondea gracias a la magia del sonido y a la metamorfosis del
actor, aunque lamentablemente con la
redundancia del artificio de la segunda escena, el personaje pierde fuerza y
bordea el humor.
¿Será,
entonces, que la obra busca jugar con el humor? El humor se convierte en un
espacio ambiguo, poco definido en el tratamiento de una obra de horror y drama.
Por todo esto, es inevitable comparar el tratamiento del humor entre Drácula y la otra propuesta de Artynoa, La ratonera, obra en la que el humor va disminuyendo
a medida que la tensión va en aumento.
Si
bien hay que señalar que el nivel de actuación en ambas piezas (Denis Mendieta,
Teresa Dal Pero, Mauricio Toledo, Pedro Grossman) es solvente, surge una
interrogante: ¿será que la dirección (Wara Cajías) demuestra una “sobreconfianza”
en la calidad indiscutible de los actores, y les deja a estos toda la
responsabilidad?
Por
momentos parecería que, al menos, se puso todo el peso en dos de ellos y se
provocó un desbalance actoral, por lo que justamente personajes centrales como
Mina quedaron ausentes.
Volviendo
a Drácula, en específico al
argumento, la leyenda habla por sí sola, existe una historia literaria-narrativa,
una adaptación dramatúrgica, una readaptación al radio teatro hecha por el
español Alfonso La Torre, y una re-readaptación de la obra para teatro en vivo.
Es
así que el desafío consiste en la “forma” de contarla, y en este cometido es en
el que inevitablemente surgen huecos: hay pasajes bastante débiles, como
algunas actuaciones o la re-utilización de recursos.
Entonces
surgen otras preguntas: ¿los recursos técnicos utilizados en una obra pueden
ser utilizados de la misma manera en la otra, sin dejar que se convierta en un
artificio? ¿Es posible continuar con el formato radio teatral sin agotarlo?
Todavía
apostamos a la magia de descorrer el velo y descubrir y maravillarnos con la
radiografía del simulacro del radio-teatro.
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