Jorge Benavides, un novelista entre mapas y brújulas
El escritor peruano –que vive hace dos décadas en España- habla sobre sus dos facetas: novelista y profesor.
Martín Zelaya Sánchez
“Cuando alguien, preocupado, me pide un consejo sobre qué
hacer con un ser querido suyo que quiere dedicarse a escribir, yo le digo ‘que
lo deje’, que permita que esa persona siga con su vocación. Pero dentro mío, sé
que si pudiera, le diría a todo aprendiz de escritor: ‘déjalo’, deja de
hacerlo”.
Siempre entre verdad y guiño, siempre con humor e ironía
(“los críticos literarios casi nunca son críticos, sino crípticos o en su caso
cítricos”), el peruano Jorge Eduardo Benavides brindó el pasado miércoles una suerte
de verdadera clase magistral sobre cómo, por qué y para qué escribir novelas.
Además de dejar en claro que por lo general hay dos tipos de
escritores, los de mapa (que elaboran planos, fichas esquemas de sus proyectos)
y los de brújula (que van intuyendo y descubriendo todo a medida que los
escriben) el autor dejó flotando varias ideas y preceptos:
- No escribir como oficinista (rutinariamente, por
obligación).
- No esperar a que venga la inspiración, sin hacer nada
antes.
- No ser escritor a plazos: “escribiré mi novela cuando…”.
- No ser escritor de tensión sexual con uno mismo
(atormentarse por la obligación de escribir).
- Dijiste en tu
conferencia que lo que más te interesa es el argumento… ¿vale decir que primero
tienes una idea de sobre qué escribir, antes que, por ejemplo, una imagen o
semblanza de un personaje? ¿Cuán importante es esto en tu proceso creativo?
- Cuando lo dije estaba reflexionando sobre cómo he
trabajado hasta el momento, no es algo que me plantee previamente. Me he dado
cuenta de que primero como lector a mí me interesan las novelas de argumento,
que haya una peripecia, cosas que ocurran más que personajes que elucubran
sobre la vida.
Lo que más me interesa es primero imaginarme un argumento,
probablemente a raíz de algo muy pequeño, muy embrionario, pero no es algo
predeterminado, así que quizás puede cambiar… puede que me surja una imagen,
una historia…
- Muchos de los
críticos coinciden en la importancia de la historia en tus novelas. ¿Te
interesa más usar la historia como desencadenante de los hechos, como pretexto
fundamental para hilar la trama, o simplemente como un marco referencial?
- Sí, para mí lo importante es la historia, y creo que si se
cuenta bien, suele dejar un sedimento; es decir, si yo escribo una historia no
estoy pensando específicamente en ella, sino que organizo la trama y luego me
doy cuenta de qué estoy hablando, primero es algo abstracto.
- ¿Y hablando de
historia, también escribes sobre hechos históricos verídicos, concretos?
- Sí, tengo una trilogía de novelas políticas, Los años inútiles, El año que rompí contigo,
y Un millón de soles, que están
ambientadas en el primer Gobierno de Alan García e inicios del de Fujimori.
Intenté reflexionar sobre el contexto y de dónde venían estos regímenes, y así
llego a Velasco, que era un Presidente militar populista de los años 70.
- Trabajas con
técnicas y métodos de investigación estrictos, digamos como Vargas Llosa, o más
bien a la hora de escribir novelas te focalizas en tu trabajo propio, en el
aporte personal… sin que esto quiera decir, claro, que haya menos trabajo.
- Nunca he negado que he utilizado algunas técnicas de
trabajo e investigación de Vargas Llosa, sobre todo en mis primeras novelas,
pero luego he ido explorando otros temas y otras formas de contar hasta que me
di cuenta de que yo no soy un escritor temático; de hecho tengo una novela en
forma de diario que se llama La paz de
los vencidos, otra novela de viaje Un
asunto sentimental, una histórica, El
enigma del convento… Yo no tengo una temática sino que voy explorando, no
me planteo un derrotero.
- Evidentemente casi
tan importante como tu faceta de narrador, novelista es la de profesor, editor,
corrector. ¿Cómo te afecta a la hora de crear el hecho de que tengas que
manejar tantos preceptos, trucos, consignas de cómo escribir mejor, cómo no
caer en lugares comunes… etc?
- Hay escritores de brújula y de mapa, con sus variedades, y
cada autor debe encontrar su fórmula para trabajar, y si cada novela te exige
una forma diferente de trabajar, está bien. En algunas yo soy más exigente con
la estructura, en otras con el punto de vista, en otras empiezo muy rápido, en
otras necesito establecer una serie de criterios previos…, todo depende.
- ¿Y qué me dices del
proceso de corrección? ¿Será que ser profesor y asesor de novelistas te ha
llevado a ser perfeccionista y cada vez más exigente contigo mismo?
- Exactamente, en la novela, para mí lo más fácil es
escribir, porque sabes que estás haciendo un borrador. Yo siempre aconsejo “no
esperes escribir bien, antes busca escribirlo todo, luego corrígelo, ahí está
el trabajo”.
- ¿Cuán presentes
están en tu narrativa el viaje, el desarraigo y la interculturalidad, tomando
en cuenta que eres un peruano que vive más de dos décadas en España?
- Muchísimo porque forman parte de mi bagaje vivencial. Yo
no puedo dejar de pensaren mi país, y no puedo dejar de pensarme como una
persona que ha tenido que irse a otros sitios y elaborarse en otro sitio, por
eso esos temas siempre van a estar ahí, pero no porque me los plantee
previamente, sino porque los voy descubriendo.
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