Capricho, de Sulma Montero
Texto leído por el autor en la presentación del poemario Capricho (Plural, 2017).
Alan
Castro Riveros
Andar por el mundo
La
relación entre un libro y el deseo que tiene su autor de publicarlo -las
razones que lo incitan a liberarse de él- rara vez se deja percibir desde su
título. El capricho determina hacer algo porque se quiere hacerlo, sin otra
razón aledaña. Quienes conocen y leen a Sulma ya se imaginarán que este
capricho es a la vez dulce y rotundo. De hecho, una de las cosas que más me
asombra de la Sulma es su manera de caminar por la ciudad. Ella tiene una
manera tan gentil de ondular por las calles que siempre me sorprendo cuando la
veo caminando a lo lejos. Dando por sentado que para escribir hay que hacerlo
de cuerpo entero, el ritmo de su poesía es el mismo que viste y calza.
Permítanme
leer algunos fragmentos del Capricho
que estamos presentando hoy para ilustrar este ritmo ondulatorio:
Por
ejemplo, leamos el primer poema de stanhopea
amorosa:
Amor
tu oración
me
convierte en fuego
me
vuelve acuática
y
soy manto
en
el vientre de la tierra
ave
en pos del viento.
Amor
ahora me siento
transparente. [51]
O el quinto poema de laelia alba:
Callada
lleva
las señales
de
mi sombra
y
se detiene
cuando
la toca
el
viento.
Mi
compañera
y
mi guardiana
la
que me entrega un mundo
al
despuntar
la
mañana
y
cruza
los
laberintos
con
extraña calma
[79]
La
escritura de Sulma es poesía templada en un cuerpo de movimientos pausados y
sin asperezas. Una entrega que acepta su vulnerabilidad, al mismo tiempo que
revela el contundente flujo de una decisión, ...un pacto/Invencible [46].
El
“capricho” en la escritura de Sulma deja de parecer una rebelión inocente de
cualquier capricho para ser una apuesta inapelable por mirar el mundo con esa
luz en el fondo de los ojos. Esa luz de la creación remonta todos los
obstáculos como si los acariciara para dejarlos amablemente en la lona. Por
ejemplo, aquí está el fragmento final del primer poema del libro, cattleya sola:
Me
fui
sin
mirar atrás
para
que la magia
de
los que llegan
al
mundo
sea
el primer sueño
de
un triunfo interior. [14]
Como
se habrá notado, este poema tiene además la potencia de incluirnos en “un
triunfo interior”, si acordamos entre todos que todo lector de poesía es un
recién llegado al primer sueño: toma a todos como cómplices / de un sueño / sorprendido / por el deseo / de nacer / a la
vida [34]. Y es así como el libro se abre hacia los otros; lo cual queda
claro casi al final, con catasetum
camarada, donde conocemos a Andrés, Cuchicuchi, Serafina Colque y María,
todos ellos tocados por la magia de esa otra
inocencia que se revela en Capricho.
Las flores del Capricho
Por
otro lado, hay que decir que Capricho
-como los anteriores libros de Sulma- incluye ilustraciones; en este caso, flores.
Recuerdo cuando la Sulma me mostraba estos dibujos coloreados en su celular,
donde los trabajaba con el ritmo de siempre. Los poemas te hacen ver nuevamente
los dibujos y viceversa. El movimiento evocado de las flores en la naturaleza,
su nacimiento, crecimiento y volatilización no sabemos si se puede llamar
capricho. Lo que asombra es la levedad de ese movimiento, su pasar
desapercibido pero rotundo, “sin mirar atrás”, y la armonía de su coloración.
Para
terminar con una estampa de fuego quiero leer un poema memorable sobre la
manera de palpar la vida que se percibe en Capricho:
Cómo
acercar
mis
manos
a
lo sagrado
si
para tocarlo
preciso
el
imperio
de
la luz.
Cómo
descifrar
el
paraíso
invisible
de
su majestad
infinita.
Cómo
abrazar
su
fuego
sin
que
me
queme
la
vida.
[22]
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