La vida fluida #2
“Eso nomás… la vida, y fluida. Crónicas, ficciones, historias así, de corrido, como suceden, como quisiéramos que sucedan, sin mayúsculas ni minúsculas, sin pausas ni signos de puntuación”.
Aldo
Medinaceli
/escribo
desde las vértebras con el eje del cuerpo desarticulado ahuyentando males que
vienen en ritmos sueltos suenan en cada esquina camino entre pasillos llenos de
libros dorados advierten a los transeúntes perdidos en avenidas gramaticales
plazas de verbos esquivando adjetivos entre multitudes se acercan automóviles
repletos de signos intentan imitar la realidad sin caer en la idolatría al
símbolo porque la vida carece de punto inicial los signos dependen de quién sea
el corrector de estilo también dependen del estilo de vida signos de
interrogación comas paréntesis abreviaturas es mejor no saturar más páginas con
señales vacías plenas de superficie lo único que importa es la vida fluida sin
punto final su paso no se detiene pese a nosotros pese a los hombres pese a la
escritura incesante la vida fluye se expande cualquier intento por encarcelarla
sería inútil queda lanzar palabras hilvanadas con soltura al cauce mayor aquel
que sucede cuando nos conectamos en los ríos de energía llenos de tinta
invisible serenos para los sumergidos en sus leyes repletos de colores vivos
alejando a las sombras y a sus juegos de división hay vías donde las personas
se comunican con un verbo en forma de onda varias palabras vuelan en el aire se
cruzan formando una espiral ascendente hasta que se completan una a la otra
desde distintas voces los periódicos gritando noticias impresas en tres
dimensiones ahí es posible recordar la infancia tocándose el rostro por un
segundo multitudes dialogan en paz hasta que algo estalla es la vida
integrándose entre nuestros pensamientos repitiendo frases cordiales como
buenos días o cómo le fue el fin de semana quienes conversan intentan acercarse
a aquellas sutilezas cuando una sonrisa puede significar tantas cosas al mismo
tiempo pero al mismo tiempo no significa nada más que una sonrisa decidimos
seguir la luz radiante en el cielo según la hora según cómo nos haya ido en
nuestra última cita así manejamos el cúmulo de códigos que paulatinamente se
van apoderando de nuestras acciones en las que ya no somos más que autómatas rendidos
a la aceptación todo eso hasta que alguien toca una fibra íntima un recuerdo de
la niñez un temor oculto una vieja memoria entonces el código se convierte en
magia que va emergiendo desde ese lugar visceral en los extramuros de nosotros
mismos salen disparadas palabras hacia todas partes hacia los vecinos hacia los
perros hacia todos los amigos el muro cae por una sola vez y es un gran
desengaño porque se revela la imagen del mundo como un inmenso teatro donde los
papeles son aleatorios y cada uno decide cuándo y cómo asomar la cabeza entre
los dos telones rojos atisbando a un público que conversa entre sí usando las
mismas codificaciones que pronto se irán reproduciendo en la escena hasta que
una vez más la función llegue a su fin y no sepamos si la ropa que nos vamos
quitando es la que inventamos nosotros o alguien más /
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