¿Cuentos de extraordinarios de Bolivia?
Homero Carvalho coautor junto con Adolfo Cáceres Romero, adelanta las características, los porqués de su compilación de cuento boliviano.
Homero
Carvalho Oliva
Seleccionar
cuentos y poemas para antologías no es una tarea grata, porque el antólogo corre
el riesgo de que su compilación y su persona misma sean objeto de escarnio de
parte de quienes no están incluidos; incluso los amigos y los cónyuges de los
ausentes se toman la revancha por tamaña afrenta. En mi caso debo decir que ya
estoy vacunado contra estas reacciones e incluso insultos, así que cuando hace
un año Adolfo Cáceres Romero me pidió que lo colaborase con la recopilación y
edición de la Antología de cuentos
extraordinarios de Bolivia, acepté sabiendo los peligros a los que nos
exponíamos.
Una
antología es arbitraria por definición y en esta, en particular, los criterios
de selección están a cargo de dos narradores -no críticos de literatura- que
leen a sus colegas. Adolfo ya tenía una lista, a la que agregamos otros nombres
y cuentos, llegando a 49 autores y 52 cuentos; considerando que dos
autores escribieron uno de ellos y que cuatro son de la tradición oral.
Es
probable que muchos críticos, académicos y escritores no estén de acuerdo con
algunos cuentos de esta selección, porque no les bastará que sean de nuestra
preferencia para aceptar el calificativo de “extraordinarios”; algunos se
rasgarán las vestiduras y se preguntarán por qué no incluimos a
tal autor o tal cuento. ¿Qué podemos decirles? Simplemente que los cuentos que
elegimos nos gustaron por la emoción de ser auténticos, únicos, sin pretender
deslumbrar con artificios, sino simplemente expresar lo que su creador sentía
al escribirlos.
Llamamos
extraordinarios a estos cuentos no solamente por su forma, su diseño estético o
su contenido, cercanos a la perfección -ninguna obra humana podría lograr tal
empeño-, los consideramos así porque desde que los leímos siempre estuvieron
con nosotros; en algunos casos marcaron nuestro gusto por el cuento y nuestro
hábito como lectores y en otros consolidaron nuestra fe en la narrativa
nacional. Muchos de estos cuentos fueron reconocidos fuera del país, incluidos
en antologías nacionales e internacionales y ganaron premios. A la mayoría los
hemos tenido como modelos de tesonero trabajo literario, y por eso mismo este
libro es más una colección de cuentos, de textos sorprendentes, que de autores.
Son
cuentos que hemos leído y releído en diversas
circunstancias, ya sea por placer o como ejemplos en talleres literarios o en ensayos
acerca de la literatura boliviana. Esta es una selección de dos escritores para
lectores que gustan del cuento. La hemos trabajado con Adolfo, sin que nadie nos
presione o nos pague por el trabajo, con nuestro propio esfuerzo y sacrificio; hemos
sido honestos con las inclusiones, evitando caer en subjetividades dañinas
basadas en rencillas personales, inevitables en la literatura como en cualquier
otro oficio.
El libro
está dividido en cuatro épocas: Periodo nativista o precolonial, Periodo colonial,
Siglo XX y Siglo XXI. Periodo nativista o precolonial incluye cuentos de la
tradición oral de algunos pueblos originarios de lo que ahora es Bolivia, como
los aymaras, quechuas y guaraníes. Periodo colonial contiene un cuento: El monje de Potosí, de Bartolomé Arzáns
de Orsúa y Vela. Abrimos
Siglo XX con el cuento Vértigo, de Adela
Zamudio; en este siglo la narrativa cobra un carácter multilingüe, pues la
escritura en español se mezcla con las lenguas nativas, lo que le da una
extraordinaria riqueza lingüística y expande las posibilidades del texto,
siendo pródigo en cuentistas, entre quienes podemos destacar a Josermo Murillo
Vacarreza, autor de El hombre en el
abismo; asimismo, de Adolfo Costa du Rels, entre La Miskki Simi y Dos jinetes,
elegimos este último por su hondo dramatismo; dos cuentos de la Guerra del
Chaco: Qhaya kutirimuy, de Alberto
Ostria y El pozo, de Augusto Céspedes;
de Óscar Cerruto elegimos Los buitres;
El almuerzo, de Oscar Soria; Oscarito Errázuris, de María Virginia
Estenssoro, que creemos son imprescindibles para toda antología.
En
Swett and Sexi, un cuento de Néstor
Taboada Terán, se hace evidente el uso de palabras en otros idiomas, ya sea el
inglés o el portugués, recurso que será muy utilizado por los narradores jóvenes
del siglo XXI. En el cuento En luna nueva,
de Antonio Carvalho Urey, cobra fuerza el lenguaje de la llanura moxeña. Cruel Martina, de Augusto Guzmán, ya es
un clásico nacional, como Sonata aymara,
de Jorge Suárez; además hemos incluido a decenas de otros cuentistas que
empezaron a escribir en este siglo y siguen escribiendo, destacándose dentro y
fuera de Bolivia.
En
Siglo XXI, están los brillantes narradores jóvenes del momento, nombres que ya
forman parte del imaginario literario nacional y otros que hemos creído oportuno
rescatar.
Desde
principios del tercer milenio, en Bolivia se ha hecho frecuente la publicación
de antologías temáticas: cuentos de ciencia ficción, eróticos, de terror, de la
Guerra del Chaco, en fin. Desde la segunda mitad del siglo XX se han publicado
muchas antologías del cuento boliviano en general, entre las que puedo nombrar
la Antología del cuento boliviano moderno
(1995), de Manuel Vargas; Antología
de antologías (2004) y Los mejores
cuentos de Bolivia (2014), de César Verduguez y Profundidad de la memoria, cuentos bolivianos contemporáneos (2009),
de Gaby Vallejo.
Las
obras mencionadas fueron trabajadas por cuentistas y en todas ellas se incluyen,
merecidamente, los autores que son reconocidos narradores. Algunos de los
nombres de autores y cuentos de estas antologías se repiten en la nuestra,
especialmente los ya canónicos, de esa manera consolidamos el prestigio ganado
por algunos cuentos y escritores e incluimos a otros que ya forman parte de la
transformación literaria que se ha venido dando en nuestro país, configurando
las lecturas del presente y proyectando nombres hacia el futuro. Los escritores
jóvenes, herederos de los cuentistas del siglo XX (aunque alguno no quiera
reconocerlo) nos demuestran que el cuento boliviano está pasando por muy buen
momento; los que están escribiendo hoy serán quienes reordenen los cánones de
mañana.
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