Escorzo
El reconocido crítico de arte expone por primera vez sus trabajos, hasta mañana en la galería Blanco de La Paz.
Pedro Querejazu Leytón
Escorzo es el título de una exposición de dibujos inaugurada
en la galería Blanco de La Paz el 23 de marzo y abierta hasta el 10 de abril, y
en la que presento por primera vez mis obras.
La exposición está compuesta por 52 dibujos de
figura humana, realizados entre junio de 2012 y marzo de 2016. Están incluidos
cinco cuadernos de bocetos o dibujos terminados con temas variados.
La técnica y el material son los básicos:
lápiz y papel. Lápices de varios grados, barras de grafito, lápiz carbón, barra
de carbón, carboncillo, sanguínea y tinta de color sepia o negro aplicada con
pluma o pincel. Papeles de diversas dimensiones, calidades y texturas, desde el
kraf, color marrón, al blanco óptico; de textura rugosa o superficie lisa,
gruesos y delgados.
Unas piezas son bocetos elaborados en pocos
minutos, otras se resolvieron tras sesiones largas y repetidas. Dibujo espontáneo
y rápido y obras acabadas; unas de trazos finos y tenues, otras con sombreado,
manejando calidades y terminaciones diversas.
El tema de las obras presentadas es el de
siempre, la representación del ser humano en su naturaleza, pero especialmente
la visión en
escorzo de la figura humana. El diccionario, define escorzo como la
representación de un objeto o elemento tridimensional en los dos planos del
lienzo o el papel.
El
término está relacionado con otros dos: la proyección y el traslapo. No
obstante y más apropiadamente, en arte el escorzo se define como: “perspectiva
que se utiliza en pintura [y dibujo] para representar figuras
perpendicularmente al lienzo o al papel”.[1]
En este caso propongo mostrar lo conocido y
permanente desde ángulos diferentes, figuras en escorzo extremo; de ahí el
título de la exposición. Es lo inusual de lo permanente relacionado con mi
memoria cargada de registros de muy diversos orígenes.
En la exhibición se han incorporado 30
acuarelas para mostrar un cuerpo de obra constante y de larga duración. Las más
tempranas datan de 1965, de cuando aún era estudiante de arte, y la más
reciente es de 2016; cincuenta y un años dedicados al arte. Casi todas las acuarelas
son apuntes o bocetos hechos in situ, que fueron quedando en mi archivo. Con
frecuencia hice versiones elaboradas en el estudio a partir de estos y otros
bocetos que en gran parte están en casas de parientes o amigos a quienes fueron
regaladas.
He percibido que para muchos esta exposición
es una total sorpresa, porque la gente me conoce más bien como crítico y
curador de arte, aunque yo me defino más bien en dos planos como historiador del arte. Pocas de las personas que me conocen saben que
estudié bellas artes y se sorprenden por esta primera exposición a estas
alturas de mi vida.
Lo cierto es que todo está imbricado e interrelacionado.
Estudie bellas artes durante 6 años en la Universidad Mayor de San Francisco
Xavier de Chuquisaca, en Sucre. Tras graduarme, opté por la especialización en
conservación y restauración de obras de arte en Madrid, y he trabajado en ese
campo desde 1970 hasta el presente, entre lo que fui Experto
de UNESCO en Cusco por cinco años, y consultor de las fundaciones Tarea,
Antorchas y Andes, en Argentina y Chile.
Mi formación en bellas artes fue fundamental
tanto para ese desempeño, como para otras variantes que fui desarrollando a lo
largo de los años, como la crítica de arte, la curaduría de arte, la gestión
cultural del arte, como profesor universitario, director del Museo Nacional de Arte, de
la Fundación BHN y de la Fundación esART.
Finalmente la historia del arte que se ha
traducido en la producción como autor de siete libros, y como
editor y compilador de otros cuatro, además de numerosas colaboraciones en
libros y revistas.
Cuando uno ha recorrido un largo trayecto y ha
cumplido muchas metas, como las que he descrito antes, a veces es oportuno volver
a lo básico. Retornar al principio para volver a empezar y explorar áreas que
se fueron dejando de lado en fases anteriores. Cada camino que se reinicia resulta
siempre nuevo y distinto porque incluye todo el bagaje acumulado en los andares
previos. Uno de estos nuevos caminos es para mí el del dibujo y la pintura,
largo tiempo mantenidos como adyacentes.
El origen de esta exposición de dibujo de
figura humana es el cúmulo de obra producida durante los últimos cuatro años. Ninguno
de estos dibujos se hizo pensando en una exposición. Esa idea vino mucho
después, y es de mis tres hijas que quisieron que mostrara el trabajo
acumulado. No obstante, lo que la exposición sí muestra es el deleite de dibujar,
de trabajar con modelo, de matizar los lenguajes con dimensiones, materiales y
texturas diversas.
Por otra parte, lo que empezó como una
iniciativa individual acabó siendo un taller abierto de dibujo, pues otras personas
se sumaron al disfrute de dibujar. Han pasado por el taller personas muy
jóvenes que prometen ser grandes artistas en breve plazo, así como otros
artistas, entre los que están Guiomar Mesa, Alejandro Salazar, Roxana Hartmann,
James Moon y Álvaro Martínez.
La curaduría de la exposición, desde la
estricta selección de las obras hasta el desarrollo de la museografía y el
montaje, ha estado a cargo de mi hija Lucía Querejazu Escobari, que en algún
momento hace muchos años decidió seguir una ruta semejante a la mía, y hoy es
doctorante en teoría e historia del arte por la Universidad de Buenos Aires, y
curadora de arte contemporáneo.
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