Festival Internacional de Poesía Bolivia 2016
En pocos días La Paz y Oruro albergarán, por tercera vez, un encuentro con varios de los mejores poetas de la región. El autor comenta la “cartelera” y rememora los antecedentes.
Edwin
Guzmán Ortiz
Otra
vez una ola inflamada de poesía arrecia en este mar de razones cotidianas y
gestas burocráticas. Otra vez, esa palabra gravitante adviene desde un silencio
inmemorial, a partir de una expansión impredecible de sentidos.
No
es fácil sostenerla en la conciencia por su alto poder incandescente y su
trance de fuga, ya desnudando las faenas de lo real, ya la entraña de lo
arduamente innombrable.
Una
vez más, poetas llegan a La Paz para
repoetizar su tiempo a contrapunto con los albos destellos del Illimani, y los
contrastes de una ciudad que se resiste a la monotonía al modo de un poema
barroco. La Paz: un poema barroco.
Se
trata del “Festival Internacional de Poesía. Bolivia 2016”. Del 25 al 30 de
abril de este año -dirá la noticia y, añadirá- en las ciudades de La Paz y
Oruro, a través de un programa sostenido de lecturas, tertulias, talleres y
publicaciones. El evento se halla dirigido por el poeta Benjamín Chávez, quien
no ceja en que la poesía de calidad constituya parte importante de la dieta
cultural de los bolivianos.
Está
dedicado al poeta, y coorganizador de los anteriores festivales, Rubén Vargas.
Simplemente porque amaba la poesía, y porque cuando leía o escuchaba un poema
esbozaba una discreta sonrisa, señal suficiente para saber que se trataba de
algo importante o muy importante, señal que revelaba que las palabras habían
tocado ese ajayu exquisito que lo habitaba.
Por
supuesto que una primera mirada al evento, y en tono periodístico, nos alerta
acerca de la inserción de un ladrillo más en la iniciativa de fortalecer la
arquitectura de ese nodo cultural de referencia obligada, y prestigio
convenido: el arte.
Mas,
el arte también juega desde su insondable abisal y su naturaleza de frontera
imposible. Ni más ni menos como la vida o la muerte. Y por lo mismo, el Festival también debiera
provocarnos a lanzar una pregunta necesaria. La poesía…por qué y para qué la
poesía…
Imagino.
Para algunos, será un medio para acceder a pequeñas verdades sin la presunción
y la grandilocuencia de la religión y la filosofía. Para otros, simplemente un
medio de gozo estético, para otros más una manera de habérselas con las formas
inéditas de un lenguaje que se resiste a la repetición y la erosión cotidianas.
Inclusive podrá asumirse como una forma irregular de conocimiento, un acto íngrimo
de subversión, un agujero negro en pos de lo inmaterialmente esencial, un
instrumento de trasgresión cotidiana, un poco de dios, un retazo de infierno,
otredad de otredades.
En
realidad la poesía es y está, aunque su estar sea pavorosamente imperceptible.
Por ello, la necesidad de abrir espacios que le permitan exponer su proverbial
desnudez. Al sacarnos de la amaestrante rutina, nos ayuda a despertar esas
regiones secretas que también nos habitan. Nos entierra y resucita, nos toca lo
inédito, nos enciende los ojos y nos inventa unas alas para volar en medio de
la dicha y los desgarramientos. Nos ayuda a recordar nuestra naturaleza de
seres dotados para el asombro, nos convoca a reinventar el manido sueño de la
libertad.
Con
el primer Festival, en 2010, inicia en Bolivia la participación internacional
de poetas y el contacto entre vates y público enriquece la cultura poética. Se
intensifica la comunicación y crece la interlectura de tradiciones poéticas que
han permanecido distantes debido a las limitaciones en la comunicación cultural
del continente. Esta iniciativa dio pábulo a que nuevos festivales del género,
en Cochabamba y Santa Cruz, abran sus puertas a la presencia internacional.
La
visita de poetas de trascendencia como la chilena Carmen Berenguer (Premio
Iberoamericano de Poesía 2008 Pablo Neruda), los argentinos Arturo Carrera
(becario de la Fundación Guggenheim), y Jorge Boccanera (Premio de Poesía Casa de América), el uruguayo Roberto
Echavarren (doctor en letras por la Universidad de Paris VIII), Laura Yasan
(Premios internacionales en España, Cuba, Argentina, Colombia) y otros, dan
prestigio y otorgan peso específico al Festival.
El
país poco a poco se constituye en un referente del orbe poético del continente.
Los y las poetas visitantes se adentran en la peculiaridad de nuestras
culturas, y la literatura boliviana se difunde a nivel internacional. Recuerdo
que en una oportunidad acompañé a la poeta uruguaya Silvia Guerra y la española
Esther Ramón a librerías paceñas a la caza libros sobre la cosmovisión andina;
su proverbial hábito de lectura en dos o tres días las informó sobre ese
universo cultural con el que estaban fascinadas.
También
nos visitaron poetas de otras latitudes como el estonio Yuri Talvet, doctor en
literaturas occidentales por la Universidad de Leningrado. Cuán grato fue
conversar con él sobre su colega y amigo entrañable, Yuri Lotman, el gran
semiólogo de la cultura respecto a su semiósfera y su gran legado en el campo
de la culturología.
O
la poeta de las Bahamas, Marion Bethel quien nos permitió un paseo por la
literatura caribeña de insulares contornos. Cómo no recordar aquel carnaval de
Oruro acompañados por Jorge Boccanera, Laura Yasan y otros poetas, urdiendo la
sintaxis histórica de las danzas y desovillando los mitos tatuados en máscaras
y disfraces.
Pero,
junto a la vivencia y trajín de los poetas visitante, una de las experiencias
más productivas fue su contacto y diálogo con poetas bolivianos. Héctor Borda
Leaño, Jesús Urzagasti, María Soledad Quiroga, Vilma Tapia entre muchos otros.
Al calor de lecturas abiertas y coloquios se irguió un árbol de poesía con
múltiples voces, con palabras que traían el sentimiento y la cultura de sus
países de origen.
La
tercera versión del Festival incorpora a cinco poetas visitantes: el argentino
Francisco Hugo Rivella (más de 12 premios de poesía), el peruano Martín Zúñiga
(varios premios en el Perú y América Latina), el español Marcos Canteli (Premio
de Poesía Ciudad de Burgos), la mexicana Leticia Herrera, el chileno Erik
Vargas (Premio a las Artes del Bío Bío).
Además,
los bolivianos Mónica Velásquez (Premio Nacional de Poesía), Álvaro Díez
Astete, y la joven poeta cochabambina Milenka Torrico.
La
memoria de este encuentro será plasmada en la ya tradicional antología de los
poetas participantes (Plural Editores). A esto se suma la iniciativa concertada
entre los organizadores del Festival y la editorial 3.600 que preparan la
publicación de libros de poesía inéditos de los poetas presentes este año.
Por
si fuera poco, se tiene prevista además la publicación de una pequeña antología
de poeta bolivianos, a cargo de la editorial La Caletita de México. Así, la
poesía se torna onda expansiva, efecto dominó.
El
Festival Internacional de Poesía de Bolivia constituye hoy un referente en
América Latina, gracias a su continuidad y la presencia de creadores de
reconocido prestigio. Todavía pequeño en relación a otros, como los de Rosario,
Buenos Aires, Lima, Medellín, Granada de Nicaragua y otros, pero sin duda, el
más importante del país.
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