Cuando
de la oposición de
conceptos surge una nueva idea
Algunas claves y sugerencias de lecturas de El sonido de la H, la primera novela de Magela Baudoin.
Magdalena
González Almada
Antagonismo,
enfrentamiento de opuestos, oxímoron, disensión. La obra ganadora del Premio Nacional
de Novela 2014, El sonido de la H de
Magela Baudoin ya anticipa, desde su título, el ingreso hacia el territorio de
los contrarios.
En
un estilo mesurado y preciso, la autora presenta una obra que atraviesa varios
temas, abriéndose al juego de convocar diversas preocupaciones vinculadas a la
vida en sociedad, sin inscribirse en una dinámica textual netamente social. Probablemente,
la riqueza de esta escritura resida en establecer un corte con la tradición
literaria boliviana al abordar desde un punto de vista crítico la vida en un
pequeño pueblo, los personajes indígenas, las formas de vida urbana y rural, la
asfixiante atmósfera de los colegios católicos, el machismo y el travestismo, los
cuales son algunos de los componentes de El
sonido de la H.
Como
novela de formación, Baudoin narra el pasaje de la protagonista Mar de la
adolescencia hacia una madurez que se vislumbra como conflictiva y compleja, al
presentar matices pero también fuertes claroscuros.
Marcada
por las relaciones parentales, Mar pasa una temporada en la casa de sus abuelos
donde las decisiones sobre su vida futura empezarán a ser tomadas por ella
misma. Este aprendizaje provocará que, hacia el final de la novela, la
protagonista alcance la soberanía de su existencia, independientemente de los
lineamientos en los cuales se inscribía en el trayecto de su formación
académica en la escuela secundaria.
En
este sentido, la obra dialoga con otras novelas de formación bolivianas como Aluvión de fuego (1935) de Oscar Cerruto
o la más contemporánea De kenchas, perdularios y otros malvivientes
(El Cuervo, 2013) de los hermanos Loayza. Se distingue de ellas en el tono y en
las búsquedas. Si en un caso había un propósito político (la crítica a la
sociedad en la que se contextualiza la Guerra del Chaco) o un objetivo de
representar el costado más sensorial y profundo de La Paz con las peripecias de
Hinocencio Pantoja, en el caso de De
kenchas…, Baudoin pretende romper con los lugares comunes, con cierto
“sentido común” instalado en una clase media que pendula entre el progresismo y
el conservadurismo.
Atravesando
toda la novela, el par mujer-hombre -narrado desde una doble perspectiva, el
travestismo y el machismo- es una forma de manifestar un tópico que la autora
plantea desde lo creativo. En la obra aparecen una serie de transgresiones, las
que conducen y significan para la protagonista el paso hacia la adultez.
La
independencia frente a los padres, la menstruación y el viaje son los
componentes de una nueva subjetividad adquirida al calor de las charlas con la
abuela Tita y que, con cierto sustrato literario-intelectual, permiten alcanzar
en Mar un estado de superación respecto de las experiencias vividas en la
adolescencia.
El
desafío se plantea entre el (des)cubrimiento y el (re)conocimiento de la propia
subjetividad. La metáfora que representa esa constitución subjetiva vincula a
Mar, a su madre y a su hermana desde la construcción: ellas son arquitectas y
Mar decide tomar una decisión profesional por fuera del mandato familiar. Esta
metáfora de la construcción, del diseño -previo- de una construcción, adquiere
su valor para comprender la crisis que atraviesa la protagonista. Se diseña
sobre una fantasía de lo que podrá ser; se construye sobre una materialidad.
Mar diseña su futuro, construye su subjetividad, en independencia de las
expectativas ajenas.
Asimismo,
esa subjetividad diseñada y construida desde lo femenino, tropieza con las
experiencias de Rafaela y los maltratos que le infringen los hombres más
cercanos (familiares y condiscípulos) y la violencia que sufre Esther, la
lavandera. Se configura lo femenino desde la insatisfacción y desde una tenue
rebeldía, un reconocimiento -al menos- ya que como lo expresa en un pasaje de
la novela “en mi familia no había nada más natural para las mujeres que ponerse
la cruz voluntariamente y cobrar eternamente por eso.” (39).
En
el contexto de la narrativa boliviana de este siglo, El sonido de la H sugiere algunos contrastes e ilumina diversos
aspectos de una producción literaria cada vez más dinámica, la cual, muchas
veces, se escribe alejada de la tradición. Tal como sucede con el libro
anterior de Magela Baudoin La composición de la sal (Plural, 2014),
que recientemente ganó el Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García
Márquez, la escritura de esta autora revisita e interpela algunos lugares de la
tradición literaria boliviana.
Esta
vez, la focalización es más explícita y el género novela de formación
contribuye a escribir una historia que se puede pensar como una revisión de
algunos tópicos que, con el tiempo, se instalaron en la literatura nacional. Ejemplos
de ello se encuentran en su tratamiento del paisaje, en la caracterización de
los personajes femeninos de las capas populares cruceñas en contraste con la
configuración de personajes femeninos de los sectores medios, entre otros
aspectos que deben ser analizados con mayor profundidad.
Desde
la fractura del estereotipo vinculado a estos tópicos, desde una lectura
crítica que la obra de Baudoin propone en torno a ellos, se habilita el espacio
reflexivo para pensar una superación de los prejuicios que permita avanzar
hacia un horizonte de mayor preocupación social y política que se ajuste a
nuestra contemporaneidad.
Porque
no todo está dicho en la narrativa del siglo XXI y porque mediante el oxímoron
que representa esta novela en los diversos niveles que encara (el sexual, el
familiar, el político), Mar es el personaje que puede ser mudo pero que
estalla. La ausencia de sonido no implica la falta o la inexistencia. Mar se
impone inscribiendo su propio sonido en el camino que se abrirá hacia su
realización eximida de cualquier pulsión ajena. Rafaela, su reverso, maestra en
la intención de vivir por fuera de los convencionalismos y artífice de sus
propias decisiones, es la cara opuesta de las incertidumbres que se alojan en
la vida de Mar. Una vez alcanzada la emancipación, el sonido de la H inunda la
existencia para llenarla de un sonido-sentido.
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