lunes, 25 de enero de 2016

Crítica

Cuando de la oposición de
conceptos surge una nueva idea



Algunas claves y sugerencias de lecturas de El sonido de la H, la primera novela de Magela Baudoin.


Magdalena González Almada

Antagonismo, enfrentamiento de opuestos, oxímoron, disensión. La obra ganadora del Premio Nacional de Novela 2014, El sonido de la H de Magela Baudoin ya anticipa, desde su título, el ingreso hacia el territorio de los contrarios.
En un estilo mesurado y preciso, la autora presenta una obra que atraviesa varios temas, abriéndose al juego de convocar diversas preocupaciones vinculadas a la vida en sociedad, sin inscribirse en una dinámica textual netamente social. Probablemente, la riqueza de esta escritura resida en establecer un corte con la tradición literaria boliviana al abordar desde un punto de vista crítico la vida en un pequeño pueblo, los personajes indígenas, las formas de vida urbana y rural, la asfixiante atmósfera de los colegios católicos, el machismo y el travestismo, los cuales son algunos de los componentes de El sonido de la H.
Como novela de formación, Baudoin narra el pasaje de la protagonista Mar de la adolescencia hacia una madurez que se vislumbra como conflictiva y compleja, al presentar matices pero también fuertes claroscuros.
Marcada por las relaciones parentales, Mar pasa una temporada en la casa de sus abuelos donde las decisiones sobre su vida futura empezarán a ser tomadas por ella misma. Este aprendizaje provocará que, hacia el final de la novela, la protagonista alcance la soberanía de su existencia, independientemente de los lineamientos en los cuales se inscribía en el trayecto de su formación académica en la escuela secundaria.
En este sentido, la obra dialoga con otras novelas de formación bolivianas como Aluvión de fuego (1935) de Oscar Cerruto o la más contemporánea De kenchas, perdularios y otros malvivientes (El Cuervo, 2013) de los hermanos Loayza. Se distingue de ellas en el tono y en las búsquedas. Si en un caso había un propósito político (la crítica a la sociedad en la que se contextualiza la Guerra del Chaco) o un objetivo de representar el costado más sensorial y profundo de La Paz con las peripecias de Hinocencio Pantoja, en el caso de De kenchas…, Baudoin pretende romper con los lugares comunes, con cierto “sentido común” instalado en una clase media que pendula entre el progresismo y el conservadurismo.
Atravesando toda la novela, el par mujer-hombre -narrado desde una doble perspectiva, el travestismo y el machismo- es una forma de manifestar un tópico que la autora plantea desde lo creativo. En la obra aparecen una serie de transgresiones, las que conducen y significan para la protagonista el paso hacia la adultez.
La independencia frente a los padres, la menstruación y el viaje son los componentes de una nueva subjetividad adquirida al calor de las charlas con la abuela Tita y que, con cierto sustrato literario-intelectual, permiten alcanzar en Mar un estado de superación respecto de las experiencias vividas en la adolescencia.
El desafío se plantea entre el (des)cubrimiento y el (re)conocimiento de la propia subjetividad. La metáfora que representa esa constitución subjetiva vincula a Mar, a su madre y a su hermana desde la construcción: ellas son arquitectas y Mar decide tomar una decisión profesional por fuera del mandato familiar. Esta metáfora de la construcción, del diseño -previo- de una construcción, adquiere su valor para comprender la crisis que atraviesa la protagonista. Se diseña sobre una fantasía de lo que podrá ser; se construye sobre una materialidad. Mar diseña su futuro, construye su subjetividad, en independencia de las expectativas ajenas.
Asimismo, esa subjetividad diseñada y construida desde lo femenino, tropieza con las experiencias de Rafaela y los maltratos que le infringen los hombres más cercanos (familiares y condiscípulos) y la violencia que sufre Esther, la lavandera. Se configura lo femenino desde la insatisfacción y desde una tenue rebeldía, un reconocimiento -al menos- ya que como lo expresa en un pasaje de la novela “en mi familia no había nada más natural para las mujeres que ponerse la cruz voluntariamente y cobrar eternamente por eso.” (39).  
En el contexto de la narrativa boliviana de este siglo, El sonido de la H sugiere algunos contrastes e ilumina diversos aspectos de una producción literaria cada vez más dinámica, la cual, muchas veces, se escribe alejada de la tradición. Tal como sucede con el libro anterior de Magela Baudoin  La composición de la sal (Plural, 2014), que recientemente ganó el Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez, la escritura de esta autora revisita e interpela algunos lugares de la tradición literaria boliviana.
Esta vez, la focalización es más explícita y el género novela de formación contribuye a escribir una historia que se puede pensar como una revisión de algunos tópicos que, con el tiempo, se instalaron en la literatura nacional. Ejemplos de ello se encuentran en su tratamiento del paisaje, en la caracterización de los personajes femeninos de las capas populares cruceñas en contraste con la configuración de personajes femeninos de los sectores medios, entre otros aspectos que deben ser analizados con mayor profundidad.
Desde la fractura del estereotipo vinculado a estos tópicos, desde una lectura crítica que la obra de Baudoin propone en torno a ellos, se habilita el espacio reflexivo para pensar una superación de los prejuicios que permita avanzar hacia un horizonte de mayor preocupación social y política que se ajuste a nuestra contemporaneidad.

Porque no todo está dicho en la narrativa del siglo XXI y porque mediante el oxímoron que representa esta novela en los diversos niveles que encara (el sexual, el familiar, el político), Mar es el personaje que puede ser mudo pero que estalla. La ausencia de sonido no implica la falta o la inexistencia. Mar se impone inscribiendo su propio sonido en el camino que se abrirá hacia su realización eximida de cualquier pulsión ajena. Rafaela, su reverso, maestra en la intención de vivir por fuera de los convencionalismos y artífice de sus propias decisiones, es la cara opuesta de las incertidumbres que se alojan en la vida de Mar. Una vez alcanzada la emancipación, el sonido de la H inunda la existencia para llenarla de un sonido-sentido.

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