Querido diario
Crónicas de viaje, reflexiones de un lector incansable. Diarios (1947-1954). Mundo soplado por el viento y La filosofía de la Generación Beat rescatan del olvido cardinales textos de Jack Kerouac.
Nicolás G. Recoaro
No
podían faltarle jamás un cuaderno de espiral, un manual de guardavías de tren o
un anotador contable. Cualquiera servía. Por dondequiera que vagase, Jack
Kerouac siempre tenía a mano algo de papel y una lapicera para tatuar una idea,
componer un haiku o simplemente retratar su deriva existencial.
Este
no era un rasgo anómalo en un escritor de estirpe vitalista como Kerouac. “La noche de ayer fue triste y lluviosa. Mi madre me planchó la ropa;
comimos algo, charlamos; ocasionalmente nos miramos con furtiva tristeza. Quizás escribo esto para prevenir a todos los
viajeros -la noche antes del viaje es como la noche antes de la muerte. Así me
sentía. ¿Adónde voy realmente, y para qué? ¿Por qué siempre debo viajar de aquí
para allá, como si no me importara dónde uno está?”, se pregunta Kerouac en una
entrada de su diario fechada el 30 de agosto de 1949.
Ir a la vida para volver y escribirla.
Con su mochila al hombro, Kerouac salía a la ruta para encontrar una nueva
forma de hacer literatura, una nueva manera de narrar la experiencia. Haciendo
dedo en el camino.
Diarios (1947-1954). Mundo soplado
por el viento (Editores Argentinos, traducción de Martín Abadía) es la flamante
edición en castellano de los alucinantes diarios que escribió Kerouac entre
junio de 1947 y febrero de 1954. El agitado período en el que creó sus dos
primeras novelas El pueblo y la ciudad y
En el camino.
En la portada del libro, una instantánea
tomada por el poeta Allen Ginsberg en 1953, Kerouac fuma un cigarrillo frente a
una escalera de emergencia del East Village neoyorquino. El escritor mira el
océano de rascacielos que emergen en Manhattan y parece meditar con su facha a
mitad de camino entre James Dean y Jack London. Una imagen posada que inmortalizó
al Kerouac “icónico”: el escritor que cambiaría la literatura del siglo XX.
Pero a diferencia de esta fotografía, no
hay nada que sea pose en los diarios. “Rebosante de inocencia juvenil y de
tenacidad en su madurez para encontrarle sentido a un mundo pecaminoso, estas
páginas revelan a un artista serio tratando de descubrir su voz verdadera.
Llámenle ‘la educación de Jack Kerouac’ si así lo desean”, advierte en la
Introducción del volumen el historiador Douglas Brinkley, hombre a cargo de la
edición final de los diarios.
Mundo
soplado por el viento contiene las reflexiones de un
lector incansable y su educación sentimental, sus iluminaciones y meditaciones
religiosas, y retratos de su agitada deriva urbana por Nueva York y San
Francisco. Además de los mapas del gran país del norte dibujados a mano alzada,
y aun las decenas de crónicas de viaje de ese correcaminos incansable que fue
Kerouac, durante este período de su vida de “estilo idealista de Nueva
Inglaterra, místico y nebuloso”.
Hit
the road Jack
Los diarios pueden ser leídos como un
libro, o mejor dos. Bien distintos en formas, tonos y estructura. Uno apegado a
la escritura y el círculo familiar y social de los meses de creación de su
opera prima El pueblo y la ciudad, su
visión de Lowell, el lugar donde pasó su infancia y buena parte de su
adolescencia. Y el otro, integrado por los cuadernos “Diarios 1949”, “Lluvias y
ríos” y “Diarios durante las primeras etapas de En el camino”, que nos dejan asomarnos a la “cocina” de la
escritura de la biblia beat, una obra que le cambió la vida a Kerouac y a toda
una generación.
Luego de la publicación de En el camino en 1957, Kerouac entra en
un período de extremo reconocimiento y de fama súbita. “Cuya administración (la
administración de su brillo y de su decadencia) lo ocuparía casi hasta su
muerte”, explica Pablo Gianera, traductor de los artículos que integran La filosofía de la Generación Beat y otros
escritos (Caja Negra), el elegante libro que compila buena parte de la
producción de ensayos, crónicas periodísticas y ficciones breves que Kerouac
publicó en muy diversos medios estadounidenses como Esquire, Playboy y Escapade.
En los 28 artículos, con una sostenida
entonación programática, Kerouac se sumerge en diversos tópicos: desde el
nacimiento del bop hasta las obras de Céline y Shakespeare, pasando por las
fotografías de Robert Frank y un ajuste de cuentas con la Generación Beat. Sin
olvidar sus columnas deportivas sobre dos pasiones bien norteamericanas: el
béisbol y el boxeo.
En el artículo “¿En qué pienso en estos
días?”, publicado poco antes de su muerte en 1969, Kerouac se despide: “Yo
abandono, me retiro - Me refiero a la Gran Tradición Americana - Dan’l Boone,
U.S. Grant, Mark Twain - Quiero dormir y despertarme de pronto en la pesadilla
más profunda y ver el mundo como un huérfano sin consuelo y llorar y gritar y
tratar de vivir pero la vida está maculada y ensombrecida, pobre cuerpo y pobre
alma, apenas un don fortuito y pura soledad”.
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