Lanzmann a los 90
Traducción que el cineasta boliviano, Diego Mondaca, hizo del artículo de Labaki sobre el legendario Claude Lanzmann, aparecido en “Coluna semanal no valor económico”, del Festival E Tudo Verdade.
Amir Labaki
Traducción: Diego Mondaca
Claude Lanzmann completa 90 años. “Se que voy a
morir y eso no me agrada. Porque aún tengo mucha vitalidad”, dice en los
momentos finales de Claude
Lanzmann-Specters of the Shoah, película de Adam Benzine, exhibida fuera de
competencia en el Festival Internacional de cine Documental IDFA y
recientemente nominada al Oscar a Mejor Cortometraje Documental.
Benzine, en su película, se concentra en la
elaboración del retrato de Lanzmann a partir de una minuciosa reconstrucción
del proceso de producción de Shoah
(1985), la saga fílmica de casi diez horas sobre la masacre de seis millones de
judíos europeos por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Shoah (disponible en DVD) es un filme único, una obra profunda y original,
que registra imágenes y memorias en 14 países, sin una sola imagen de archivo,
y cuyo impacto choca con todo lo que Lanzmann hizo antes -y después.
La primera y mejor guía para una visión panorámica
de la vida y obra de Claude Lanzmann es su libro de memorias La libere de la Patagonia (editada en
español por Seix Barral).
Lanzann entró en la resistencia antinazi a los 17
años y medio, fue figura central del grupo que, en torno a Jean-Paul Sartre
(1908-1980), generó Les Temps Moderns
(Los tiempos modernos, una de las
principales revistas internacionales de los años 50 hasta los 70, y realizó Shoah, incluyendo siete documentales en
torno a la experiencia judía en el siglo XX.
El mayor impacto lo logró con ¿Por qué Israel? (1973), uno de sus primeros trabajos, que llevó al
entonces ministro de Relaciones Exteriores de Israel, Alouph Hareven, a invitar
a Lanzmann para que realice Shoah.
“Un filme no ‘sobre’ la Shoah, pero que ‘sea’ la Shoah a partir de nuestros
ojos judíos” -así fue como Lanzmann definió el encargo.
La producción, en principio, debió realizarse en dos
años e iba a tener una duración aproximada de dos horas, pero fueron necesarios
12 años para producirla, 200 horas de material filmado y casi diez horas de
película finalizada para que Lanzmann pueda alcanzar una obra a la altura del
desafío.
“Shoah no es una película sobre sobrevivientes” explica su director a
Benzine. “Shoah es un filme sobre la
muerte”.
Specters
of Shoah (2015) recapitula la lenta y tediosa realización del
filme a partir de entrevistas con Lanzman, fragmentos de la película y de algunas
imagines y sonidos captados durante la producción, hasta ahora inéditas.
En dos secuencias, Benzine resume la dimensión de la
obra y compromiso de Claude Lanzmann. En la primera, el director recuerda las
dificultades para conseguir la entrevista con Abraham Bomba, un barbero judío
alemán que se exilió en Estados Unidos después de sobrevivir a los campos de
concentración en Treblinka, donde fue forzado a cortar los cabellos de las mujeres
que llegaban para la cámara de gas.
Todo lo que el cineasta tenía era una antigua
dirección de Bomba en el Bronx neoyorkino. Pero ahí no encontrando nada, entonces
decidió salir a preguntar en cada barbería y salón de belleza de la zona, uno a
uno, hasta que una cliente que conocía a Abraham Bomba, lo encamino a él.
Solo dos años después del primer encuentro en Nueva
York se pudo filmar con Bomba, cuando él ya se había mudado a Israel. “Tuve la
idea de filmar la escena en una barbería”, cuenta Lanzmann. “Tenia que llevarlo
a hacer los mismos gestos. Los gestos recuerdan los sentimientos”.
Cortando el cabello de un voluntario, Bomba responde,
en principio estoicamente, a las preguntas sobre sus memorias en los campos. Al
recordar la llegada de la esposa de un colega de trabajo a la cámara de gas en
Treblinka, el llanto lo sacude. “No era un simple recuerdo, era una
reencarnación”, dice Lanzmann.
El cineasta se resiste un poco a hablar sobre los detalles
de otra secuencia del filme. Se trata de una de las entrevistas con nazis -pagadas,
recuerda- filmadas con cámara escondida, con la excusa-disfraz de ser parte de una
investigación científica sobre las acciones del Ejército alemán durante la
guerra.
Desconfiando de aquel encuentro, la mujer del
entrevistado, el oficial nazi Heinz Schulbert (1914-1979), llama a cuatro
matones para que descascaren a Lanzmann, a su asistente Corinna y al equipo que
recibía las imágenes en una furgoneta parqueada en una esquinas apartada de
Hamburgo.
Lanzmann busca desesperadamente cambiar de tema,
dice querer salir un momento para poder escapar con Corinna, pero son interrumpidos
y golpeados. Lanzmann quedó un mes hospitalizado y fue procesado en Alemania
por transmisión ilegal de imágenes. Benzine nos permite por primera vez ver y
oír esas escenas del dramático encuentro con Heinz Schulbert.
“Me siento orgulloso de lo que conseguí, sin duda,
pero sé que no conseguí ningún alivio”, dice Lanzmann. “Hice una película, y también
la película me hizo a mí”.
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