lunes, 10 de abril de 2017

La vida fluida

La vida fluida #4 

Eso nomás… la vida, y fluida. Crónicas, ficciones, historias así, de corrido, como suceden, como quisiéramos que sucedan, sin mayúsculas ni minúsculas, sin pausas ni signos de puntuación.



Aldo Medinaceli 


/ hay un río que fluye a través de praderas atraviesa la ciudad y antes de cruzar bajo un puente se convierte en un cauce oscuro que absorbe los desechos de una fábrica más allá en el camino que une los sembradíos se adormece en una laguna que recibe las aguas de otros ríos menos caudalosos entonces nuestro río continúa hasta descender vertiginosamente por quebradas llenas de piedras en donde varias personas hacen rafting simulando que gobiernan el río cuando es el río quien los lleva veloces encima de sus aguas van entre risas antes de ver la corriente convertirse en una cascada que cae a un costado del camino varias personas se bañan en sus aguas otra vez cristalinas que llegan desde una altura inconcebible convirtiéndose pronto en espuma y más allá en barro y más allá otra vez en un pequeño riachuelo que los autos atraviesan creyendo que se trata de una fuga pero el agua sigue adelante hasta convertirse en una corriente subterránea vinculando lugares lejanos pero conectados por esa línea oscura que nadie mira como un enlace inalámbrico fluyendo sin detenerse bajo la tierra por grutas y embovedados que desembocan en una ciudad inmensa que convierte a sus aguas en un líquido turbio donde flotan bolsas plásticas botellas de vidrio envases con etiquetas de colores expuestas al sol se encamina entre torres y rascacielos avanza con el agua cada vez menos transparente lleva desechos encima y las aguas ahora oscuras siguen fluyendo bajo nuestros pies como la vida misma como nosotros que caminamos sin detenernos desde que salimos del útero hacia un océano desconocido que nos aguarda porque intuyo que la vida es asimismo un río con momentos diáfanos o situaciones oscuras o cataratas aceleradas cuando se siente el impulso vital la ausencia de división sin muros ni diques la misma línea sin principio ni final siguiendo su camino a un lado de la carretera con la columna sin vértebras fragmentadas siempre unida aunque en movimiento ahí va el líquido corriendo a través de la superficie de calles pueblos ciudades montañas valles transformándose sin cesar profunda fluida visceral permanente dueña de su propia singularidad y a la vez conectada a un fluido más grande sin tiempo que suena desde el inicio circulando por todas las vías de la vida así como circula la sangre dentro nuestro desde un punto hacia el mismo punto sin detenerse ni creer en la ilusión del vacío ni de la quietud absoluta ni de las murallas que detienen porque el agua estancada es la enfermedad y el movimiento continuo es un mal que termina / 

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