Los Rubiecitos
Crítica de una obra teatral recientemente escenificada en La Paz.
Omar Rocha Velasco
La “movida teatral” en la ciudad de La Paz ofrece,
semana tras semana, obras que circulan fuera del circuito de los espacios
oficiales o administrados por el Estado.
Ciertamente, aunque no con la enjundia necesaria,
existen espacios independientes que acogen, por temporadas muy breves o
presentaciones únicas, obras dignas de expectación y memoria, es el caso de Los Rubiecitos, a continuación algunas
notas acerca de ella
La dirección y dramaturgia estuvieron a cargo de Laura
Derpic, sin embargo es importante destacar que un grupo grande de personas trabajaron
en la obra. Al margen de los actores (Franz Baltazar, Fernando García Cormick, Eva Jarriau, Agustín Scalise, Miguel Ángel Vigna) encontramos que hubo una diseñadora de vestuario (Florencia López), un diseñador de escenografía (Esteban Siderakis), una diseñadora de luces (Rocío Caliri), una
ilustradora (Sonia Basch), una
fotógrafa (Martina Estelí García), dos músicos (Esteban Sebastiani, Antonio Zimmerman), dos diseñadores gráficos (Sonia Basch, Fernando Viñas), una asistente de dirección (Martina Estelí García) y dos personas que se encargaron del casting junto a la directora (Paula Baró, Martina García).
Aunque algunos nombres se repiten, destaco esta ficha
artístico/técnica, porque habitualmente en nuestro medio todos estos roles los asume
el director y, en el mejor de los casos, uno que otro colaborador.
El Oso (Pancho) y el Enano (Fermín), es decir las
letras O y E, escapan del libro Alma de
niño y se van a conocer el mar. Los rubiecitos, dos niños que aparecen en
la portada del libro, y el soldadito -un colorado de Bolivia- los van a buscar
y tratan de reinstaurar el orden; en efecto, las dos letras desbandadas produjeron
caos y desestabilización en el sistema, es decir, han descompletado el libro y
su propuesta.
Varias razones hacen de ésta una excelente obra, aquí
algunas de ellas:
·
Una muy buena actuación: los actores, tres argentinos,
un boliviano y una francesa, asumen perfectamente sus personajes, ninguno
desentona, no existe alguno que destaque más que otro, trabajan armónicamente.
Las dificultades lingüísticas, las más esperadas y evidentes, fueron superadas
sin hacer ruido en el conjunto. No es fácil recrear un mundo infantil para
adultos con varias complejidades, el Oso y el Enano son rebeldes y temerosos,
niños y adultos, cansados y vivarachos. Los rubiecitos son parecidos pero
diferentes, malos e ingenuos, una enamorada del oso y el otro celoso.
·
Mucho humor, algo siempre refrescante en Bolivia y más
todavía si ese humor es crítico y corrosivo, sin limitarse a sacar risas por
sacarlas.
·
Muchas generaciones nos hemos alfabetizado con el
libro Alma de niño de la afamada
profesora Gladys Rivero Nogales. Los
rubiecitos cuestiona las propuestas pedagógicas, discursivas e ideológicas
del libro. Por ejemplo, esa visión patriotera y culposa de la pérdida del mar.
La obra se presenta como una piedra molestosa en los zapatos de esas visiones
tradicionales de los libros de texto que (de)formaron generaciones y
generaciones a partir del aterrador cuarteto: familia, escuela, patria,
religión. En otras palabras, cae un ícono de la educación boliviana.
·
Utilización de recursos tecnológicos sin que sea algo
forzado, más bien contribuyendo a una excelente propuesta estética y
escenográfica, una mezcla de mundo adulto y mundo niño, de años 80 y 60, de
libro borroneado y tachado, un enclave entre ficción y realidad.
·
El texto está muy bien construido, recoge fragmentos
del libro Alma de niño paródicamente;
plantea juegos de palabras -los guiños locales no son absolutamente
incompresibles-; es juguetón y humorístico; incluye fragmentos de otros textos
(algo de Alcides Arguedas, comentó la directora), pero sin desvanecer el
mundo-libro al que nos invita: “cómo pica la pucacapa”.
Ya lo dije, una
obra digna de expectación y memoria.
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