Los ojos de Hilda Mundy
Una versión más larga de este texto fue leída durante la presentación de Bambolla Bambolla, las cartas de Hilda Mundy rescatadas por La Mariposa Mundial.
Omar Rocha Velasco
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En septiembre del año 2000, en el número 3 de la
revista de literatura La Mariposa Mundial,
publicamos cuatro textos de Hilda Mundy: “amigo diablo”, “amigo pintor”, “agavilla
la sangre de tu tierra…” y “las señoritas anafractarias”. También publicamos
una evocación de su hija Silvia Mercedes Ávila, que cuenta cómo Hilda Mundy
conoció a Jaime Saenz. Resulta que estaba embarazada, tocan la puerta de su
casona en la calle Sagárnaga, sale, abre la puerta y se encuentra nada menos
que a Saenz, quien sin conocerla, viéndola gordita, se inclina en un “gesto
versallesco” y le da un beso en la barriga diciendo “mis respetos señora” -hermoso
recuerdo infantil construido a partir del relato que Hilda hacía de la
anécdota. También publicamos un texto de Luis Tapia, que lee Pirotecnia como un correlato irónico de
la modernidad, un correlato “transepocal”.
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Hace 12 años, exactamente el 16 de agosto de 2004,
publicamos como editorial reciente el libro Pirotecnia
de Hilda Mundy, en realidad fue el segundo libro del sello, pero por problemas
de derechos de autor retiramos de circulación el primer título que era nada más
y nada menos que Café y mosquitero de
Jaime Saenz. Es decir, Pirotecnia
aparece en las solapas como el primer libro publicado por la editorial La
Mariposa Mundial.
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En ese ya lejano número 3 de la revista aparecen dos
notas premonitorias, la primera dice: “se reproduce en estas páginas, cuatro
escritos éditos por segunda vez gracias a la gentil autorización de Guido
Orías, imaginando la trenza de Hilda Mundy…”. Esta nota terminaba con puntos
suspensivos.
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En efecto, imaginábamos la trenza de Hilda Mundy,
veíamos la única foto que teníamos de ella, cabello negro, abundante, recogido
hacia atrás; hermosos rasgos y hermosos almendrados ojos; imaginábamos la
trenza relacionada con los ojos de Hilda Mundy, jalando el cabello y achinando
los ojos.
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Durante las reuniones de La Mariposa Mundial, en ese lejano año 2000, hace 16 años, apareció
un disco que perteneció a Jaime Saenz, adentro encontramos una foto grande de
unos ojos rasgados, achinados, hermosos, inmensos. Nunca lo supimos
certeramente, pero nos gustaba imaginar que esos ojos eran de Hilda Mundy, ojos
inmensos, hermosos ojos de Hilda Mundy achinados por una trenza que también nos
gustaba imaginar.
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Leer Bambolla
Bambolla me remite a esos recuerdos construidos a partir de retazos,
imágenes, papelitos, apuntes escenas que apenas sobreviven. El primer texto
conocido de Hilda Mundy data de 1932, es parte de “Impresiones de la Guerra del
Chaco”, se llama -justicia poética- Las Retinas,
una especie de arte poética que no deja de estar presente en el resto de su
escritura, esta vez Mundy se dirige a las retinas del lector que ve a través de
los ojos de Mundy:
Las
retinas que asomen a estas líneas no esperen encontrar bellezas de estilo,
rigideces de historia o frases de filosofía onda o meditativa.
Difícil.
Tan solo es la cosecha de un espíritu sensible que se bebió los pasajes de una
guerra como un helado cualquiera.
No puedo
ofrecer ni el detalle de las negociaciones pacifistas porque cuando tuve la
ocurrencia de tomar un periódico, fue para ejercitar pajaritas de papel…
Me irritó
siempre la etiqueta, la “parada” de la política internacional… y ni siquiera me
es agradable citarla.
Con todo esto adelante…
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Existe un mito nacionalista que plantea que la Guerra
del Chacho sirvió para crear una “conciencia nacional”. Que ante semejante
hecho sangriento y doloroso, “todos”, indios mestizos, blancos, pobres, ricos,
explotados y explotadores se unieron en torno a una idea de nación que culminó
en la Revolución de 1952. Este mito está cada vez más cuestionado. Quizá la
guerra no dejó en realidad ningún rédito ideológico ni material. Quizá fue una
matanza sin sentido… Esta perspectiva está siendo cada vez más visitada gracias
a miradas menos serias y menos heroicas, como las de David Villazón e Hilda
Mundy que tiene una perspectiva burlona, crítica e irreverente en plena Guerra
del Chacho.
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Además de los textos periodísticos que se publican en Bambolla Bambolla, hay dos secciones maravillosas:
las cartas entra Laury (Laura Villanueva Rocabado) y Jorge Fajardo, amigo suyo
que se va a la Guerra del Chaco. Es un soldado de retaguardia, es decir, no guerrea
en el frente de batalla. El carteo es exquisito, Laury y Jorge, Jorge y Laury
hablan de muchas cosas: de Oruro, del amor, de las cholas potosinas que llegan
a Villamontes, del aburrimiento de Laury, del peligro que ve si se convierte en
una señorita que va al cine los domingos y luego a la retreta, en fin, un ida y
vuelta que configura ese género epistolar -que circulaba junto a telegramas que
contenían órdenes y decesos- en plena contienda. Allí aparece la hermosa frase
recogida por Rodolfo Ortiz para poner título a este libro: “Bambolla bambolla
ande yo caliente y ríase la gente”.
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La otra sección absolutamente maravillosa es la del
álbum fotográfico, recuperado del archivo de Carmen y Juan Francisco Bedregal.
Un recorrido por la vida de Mundy a través de imágenes: Hilda junto a su madre,
junto a su hermana, junto a su tío de Cochabamba, junto a Emilio Villanueva,
junto a otros escritores y junto a señoras pacatas en alguna velada, etc. La
presencia de Hilda es contundente la mayoría de las veces el punctum conduce a su mirada, a sus ojos.
A pesar de esto no quiero dejar de mencionar que le gustaba mucho el zapato
calado.
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Por último quiero saludar y destacar el trabajo de
Rodolfo Ortiz, incansable rescatiri.
El trabajo de edición es cuidadoso, destacable a más no poder. Es un gran
cultivador del arte del desarchivo, junto a Carmen y Juan Francisco hicieron un
trabajo riguroso, detallado. Hay un proceso de investigación que llevó mucho tiempo
y dedicación. No solo fue un trabajo de desempolvar el archivo o encontrar la
llave del baúl, fue un trabajo de cotejo, de ir a Oruro, buscar las columnas,
buscar las revistas, dejarse ver por los ojos de Hilda Mundy.
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