martes, 30 de agosto de 2016

La pelusa que cae del ombligo

Los ojos de Hilda Mundy


Una versión más larga de este texto fue leída durante la presentación de Bambolla Bambolla, las cartas de Hilda Mundy rescatadas por La Mariposa Mundial.



Omar Rocha Velasco


·                    En septiembre del año 2000, en el número 3 de la revista de literatura La Mariposa Mundial, publicamos cuatro textos de Hilda Mundy: “amigo diablo”, “amigo pintor”, “agavilla la sangre de tu tierra…” y “las señoritas anafractarias”. También publicamos una evocación de su hija Silvia Mercedes Ávila, que cuenta cómo Hilda Mundy conoció a Jaime Saenz. Resulta que estaba embarazada, tocan la puerta de su casona en la calle Sagárnaga, sale, abre la puerta y se encuentra nada menos que a Saenz, quien sin conocerla, viéndola gordita, se inclina en un “gesto versallesco” y le da un beso en la barriga diciendo “mis respetos señora” -hermoso recuerdo infantil construido a partir del relato que Hilda hacía de la anécdota. También publicamos un texto de Luis Tapia, que lee Pirotecnia como un correlato irónico de la modernidad, un correlato “transepocal”.
·                    Hace 12 años, exactamente el 16 de agosto de 2004, publicamos como editorial reciente el libro Pirotecnia de Hilda Mundy, en realidad fue el segundo libro del sello, pero por problemas de derechos de autor retiramos de circulación el primer título que era nada más y nada menos que Café y mosquitero de Jaime Saenz. Es decir, Pirotecnia aparece en las solapas como el primer libro publicado por la editorial La Mariposa Mundial.
·                    En ese ya lejano número 3 de la revista aparecen dos notas premonitorias, la primera dice: “se reproduce en estas páginas, cuatro escritos éditos por segunda vez gracias a la gentil autorización de Guido Orías, imaginando la trenza de Hilda Mundy…”. Esta nota terminaba con puntos suspensivos.
·                    En efecto, imaginábamos la trenza de Hilda Mundy, veíamos la única foto que teníamos de ella, cabello negro, abundante, recogido hacia atrás; hermosos rasgos y hermosos almendrados ojos; imaginábamos la trenza relacionada con los ojos de Hilda Mundy, jalando el cabello y achinando los ojos.
·                    Durante las reuniones de La Mariposa Mundial, en ese lejano año 2000, hace 16 años, apareció un disco que perteneció a Jaime Saenz, adentro encontramos una foto grande de unos ojos rasgados, achinados, hermosos, inmensos. Nunca lo supimos certeramente, pero nos gustaba imaginar que esos ojos eran de Hilda Mundy, ojos inmensos, hermosos ojos de Hilda Mundy achinados por una trenza que también nos gustaba imaginar.
·                    Leer Bambolla Bambolla me remite a esos recuerdos construidos a partir de retazos, imágenes, papelitos, apuntes escenas que apenas sobreviven. El primer texto conocido de Hilda Mundy data de 1932, es parte de “Impresiones de la Guerra del Chaco”, se llama -justicia poética- Las Retinas, una especie de arte poética que no deja de estar presente en el resto de su escritura, esta vez Mundy se dirige a las retinas del lector que ve a través de los ojos de Mundy:
Las retinas que asomen a estas líneas no esperen encontrar bellezas de estilo, rigideces de historia o frases de filosofía onda o meditativa.

Difícil. Tan solo es la cosecha de un espíritu sensible que se bebió los pasajes de una guerra como un helado cualquiera.
No puedo ofrecer ni el detalle de las negociaciones pacifistas porque cuando tuve la ocurrencia de tomar un periódico, fue para ejercitar pajaritas de papel…
Me irritó siempre la etiqueta, la “parada” de la política internacional… y ni siquiera me es agradable citarla.
Con todo esto adelante…

·                    Existe un mito nacionalista que plantea que la Guerra del Chacho sirvió para crear una “conciencia nacional”. Que ante semejante hecho sangriento y doloroso, “todos”, indios mestizos, blancos, pobres, ricos, explotados y explotadores se unieron en torno a una idea de nación que culminó en la Revolución de 1952. Este mito está cada vez más cuestionado. Quizá la guerra no dejó en realidad ningún rédito ideológico ni material. Quizá fue una matanza sin sentido… Esta perspectiva está siendo cada vez más visitada gracias a miradas menos serias y menos heroicas, como las de David Villazón e Hilda Mundy que tiene una perspectiva burlona, crítica e irreverente en plena Guerra del Chacho.
·                    Además de los textos periodísticos que se publican en Bambolla Bambolla, hay dos secciones maravillosas: las cartas entra Laury (Laura Villanueva Rocabado) y Jorge Fajardo, amigo suyo que se va a la Guerra del Chaco. Es un soldado de retaguardia, es decir, no guerrea en el frente de batalla. El carteo es exquisito, Laury y Jorge, Jorge y Laury hablan de muchas cosas: de Oruro, del amor, de las cholas potosinas que llegan a Villamontes, del aburrimiento de Laury, del peligro que ve si se convierte en una señorita que va al cine los domingos y luego a la retreta, en fin, un ida y vuelta que configura ese género epistolar -que circulaba junto a telegramas que contenían órdenes y decesos- en plena contienda. Allí aparece la hermosa frase recogida por Rodolfo Ortiz para poner título a este libro: “Bambolla bambolla ande yo caliente y ríase la gente”.
·                    La otra sección absolutamente maravillosa es la del álbum fotográfico, recuperado del archivo de Carmen y Juan Francisco Bedregal. Un recorrido por la vida de Mundy a través de imágenes: Hilda junto a su madre, junto a su hermana, junto a su tío de Cochabamba, junto a Emilio Villanueva, junto a otros escritores y junto a señoras pacatas en alguna velada, etc. La presencia de Hilda es contundente la mayoría de las veces el punctum conduce a su mirada, a sus ojos. A pesar de esto no quiero dejar de mencionar que le gustaba mucho el zapato calado.
·                    Por último quiero saludar y destacar el trabajo de Rodolfo Ortiz, incansable rescatiri. El trabajo de edición es cuidadoso, destacable a más no poder. Es un gran cultivador del arte del desarchivo, junto a Carmen y Juan Francisco hicieron un trabajo riguroso, detallado. Hay un proceso de investigación que llevó mucho tiempo y dedicación. No solo fue un trabajo de desempolvar el archivo o encontrar la llave del baúl, fue un trabajo de cotejo, de ir a Oruro, buscar las columnas, buscar las revistas, dejarse ver por los ojos de Hilda Mundy.


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