John Campos y el cine radical
Escena del filme El viento sabe
que vuelvo a casa. |
Un diálogo con el programador del Festival de Cine Radical en Bolivia.
Mary Carmen Molina Ergueta
El programador principal del Festival de Cine Radical se presenta como
un cinéfilo. El peruano John Campos trabaja como programador independiente en
para festivales, centros culturales y universidades en el Perú y Latinoamérica.
Desde la primera versión del Radical, es el responsable de la programación de
Panorama Radical, un recorrido anual por las cintas de lenguajes y modos de
producción más innovadores en el mundo, y Radicalismos Peruanos, un
acercamiento al más reciente cine radical del vecino país. El Festival 2016 en
Bolivia, será del 14 al 24 de septiembre en La Paz y, antes de su inicio, John
Campos conversó sobre la labor de los programadores en el mundo del cine hoy en
día.
- ¿Cómo es tu trabajo de
programador en festivales?
- Considero
que mi trabajo es compartir cine. Suena sencillo y debería serlo. Sin
embargo, de manera natural me incliné por proponer un cine sesgadamente
marginado más por su limitado valor de producción que por su propuesta
discursiva o por su riesgo estético. Como centrar lo arbitrariamente
descentrado.
- Además del Festival Radical de
Bolivia, ¿en qué festivales programas películas?, ¿cuáles son las
características de tu trabajo según cada festival?
- En el
Festival Distrital (México) se busca proponer películas que se escapen al canon
del “cine de prestigio” que se exhibe en los festivales Clase A como Cannes,
Venecia y Berlín, como si ello ya validara la calidad de filme per se.
En el
Festival de Valdivia (Chile) se pretende poner en el centro del programa las
películas más arriesgadas que se vean precisamente en esos festivales Clase A,
las que mejor se desmarquen de la corrección formal y discursiva que impera en
esos espacios. Además de descubrir algo inédito de cinematografías poco desarrolladas
como la boliviana, peruana o películas más modestas de México, Brasil o
Argentina.
En
Transcinema (Perú) buscamos películas de no-ficción (documentales de autor,
ficciones no-narrativas, películas de experimentación cinematográfica) que
amalgamen el riesgo formal con temáticas atractivas para un público más amplio.
Y en el
Radical (Bolivia) es prioridad mostrar películas que desde su forma y fondo
proyecten una impresión de asequibilidad para hacer películas. Producciones que
desmitifiquen la idea de que el cine es caro y demandante, y que estimulen la
realización con los recursos que se tengan a la mano. Es mostrar películas para
provocar el hacer películas.
- ¿Cuál es la vía más efectiva hoy
en día para mostrar una película en festivales?
- La vía
más efectiva es que los realizadores mantengan relación profesional con los
programadores. Los cineastas independientes hacen las películas y los
programadores las muestran en el mejor contexto posible para su visibilidad y
comprensión. El programador no debe ser alguien que solo escoge las películas
que quiere mostrar sino que, además de buscar y hacer seguimiento al trabajo de
los realizadores, participa activamente de la actividad cinematográfica con
crítica, asesorías y demás colaboraciones.
Es así
que el lazo cineastas-programador se estrecha y fortalece, en base a la mutua
colaboración de amabas funciones. Ahora, si me preguntas cuál es la vía más
fácil, es la de tener mucho dinero para pagar derechos de exhibición a todo
mundo. De esa manera nunca me ha tocado trabajar y así tuviera la chance, me
parece bastante impersonal y de índole mercantilista. Lo ideal sería hacer un
trabajo de campo como programador/crítico y poder ofrecer dinero al cineasta a
cambio de exhibir las películas. Pero eso solo lo pueden hacer no más de 5
festivales en el mundo.
- ¿Cómo te acercaste a Bolivia?
- Fue a
través del compañero radical Sergio Zapata a quien conocí en el Talent Campus
del BAFICI en el 2011. Luego me invitaron al Bolivia Lab 2012 y vi que el
contexto estaba dado para un festival con las características del Radical. En
aquel Bolivia Lab se pensaba en un cine con altos valores de producción y en la
construcción de una industria, aspiraciones válidas pero fuera de lugar para cinematografías
de producción exigua porque ese pensamiento aleja a la gente del cine en lugar
de acercarla.
Es un
tema delicado pero no hay que rehuirle. Entonces fue en 2012 que se empezó a
cocinar la idea de un festival de cine independiente en La Paz.
- ¿Por qué programar para el
Radical?
- Porque
participé de la idea desde el principio. Si bien me fue imposible participar de
la gestión desde mi ciudad, Lima, estuve siempre atento y pendiente a las
novedades relativas a su producción. Y porque me encanta hacerlo. Es el evento
de cine más horizontal que conozco, más participativo, más relajado y más
literalmente radical.
Importan las películas en base de que propongan
convivencia y discusión. Es como un cine-foro permanente, pero relajado, sin
aires de solemnidad académica. Debería poder auto sustentarse como todos los
buenos proyectos independientes para poder realizarlo sin contratiempos, pero
su espíritu siempre debería ser ese. Radical se siente como de todos quienes lo
han podido visitar y eso es hermoso.
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