Los nazis en Bolivia
Una lectura del libro Los nazis en Bolivia; sus militantes y simpatizantes 1929- 1945 (Plural, 2016), de Irma Lorini.
Lupe Cajías
El nacionalsocialismo fue una realidad en Bolivia de 1933 y
1945 entre instructores militares, comerciantes, profesores, profesionales y
otros alemanes que vivían en el país.
Hubo también simpatizantes bolivianos: políticos y
diplomáticos; militantes del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR,
1941), de Falange Socialista Boliviana (FSB, 1937), del Partido Socialista
(fundado por Enrique Baldivieso en 1934), además de otros pro nazis que
defendían a Hitler en artículos de prensa o reuniones sociales. Casi todos
relacionados por la Embajada de Alemania en Bolivia, la cual cumplió el rol de
reclutar adeptos y difundir las ideas del nazismo.
Irma Lorini (La Paz, 1942) presentó su nuevo trabajo de investigación
en abril: Los nazis en Bolivia; sus
militantes y simpatizantes 1929- 1945 (Plural, 2016) dando continuidad a sus
obras sobre los partidos políticos y las corrientes nacionalistas surgidas en
torno a la Guerra del Chaco.
Ella es historiadora de la Universidad Mayor de San Andrés y
forma parte de un grupo de elite dentro de esa carrera tanto por su formación
como por su involucramiento en las luchas sociales y el compromiso con la
búsqueda de la verdad; además tiene varios otros estudios en universidades
latinoamericanas y europeas.
Es descendiente del farmacéutico italiano Doménico Lorini,
descubridor del tónico de coca que fue base de la Coca Cola. Creció en ambiente
de saberes diversos. Por motivos de persecución política salió a Argentina y
luego a Europa donde radica hace años. Vive entre Alemania y Bolivia junto a
sus cuatro hijos y varios nietos. Esa doble residencia le ha facilitado la
consulta en los archivos oficiales de ese país y verificar la correspondencia
sobre Bolivia para este trabajo.
Entre las fuentes aprovechadas están cartas, informes,
telegramas encontrados en el Archivo Político del Ministerio de Relaciones de
Alemania, en el Archivo General de Alemania y en archivos bolivianos. Ficha
noticias de la prensa de la época. Así también acude a los excelentes libros de
Antonio Mitre y de León Bieber sobre la colonia alemana en Bolivia a inicios
del siglo XX y su significativa influencia en la política y en la economía
boliviana.
Propagación del
nazismo
Lorini explica el contexto internacional con la llegada del
fascismo a Italia, la victoria del franquismo en España y los avances
incontenibles del nazismo en Alemania, mientras en América Latina-
especialmente en el Cono Sur- se desarrollaban ideas y grupos nacionalistas,
antimperialistas, y otras corrientes ideológicas que también entreveraban
socialismo, autoritarismo, rechazo a las antiguas oligarquías y a los partidos
tradicionales (liberales, conservadores).
En Bolivia las protestas sociales de fines de los años 20 y
la respuesta de la rosca minero feudal precipitaron la Guerra del Chaco. Las
trincheras fueron simiente fértil para el nacimiento de los partidos políticos
que influyeron durante el siglo XX. Falange, el PS, el MNR y las logias
militares (Razón de Patria, RADEPA, Estrella de Hierro) fueron los espacios más
fructíferos para escuchar y adherirse al pensamiento nazista alemán, sobre todo
en su fase del nacionalismo autoritario.
Lorini indaga el rol de la embajada alemana en Bolivia para
ganar adeptos para el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP, por su
sigla en alemán); además de los papeles cumplidos por los colegios alemanes,
los centros culturales, el Club Alemán que aglutinaban a la importante colonia
de comerciantes y profesionales que vivían en La Paz, Oruro, Cochabamba, Santa
Cruz (algunos casados con bolivianos y de segunda generación).
Aunque de los 2.000 residentes alemanes en Bolivia apenas
unos 200 se convirtieron en propagandistas del nazismo, éstos lograron ocupar
espacios estratégicos tanto civiles como militares y políticos. No eran muchos
pero eran influyentes.
Lorini describe varios momentos en el Colegio Alemán en La
Paz y en el Centro Escolar Alemán como
contactos del régimen de Berlín, pero anuncia para el futuro un estudio más
detallado.
El Chaco y el
nacionalismo
El primer momento de expansión de los simpatizantes del
NSDAP se dio alrededor de la Guerra del Chaco, sobre todo por los resultados
adversos para Bolivia. Recuerda Lorini el apoyo militar alemán desde los años 20,
incluso con figuras tan emblemáticas como Ernest Rhöm que estuvo entre 1929 y
1930 prestando servicios en el Estado Mayor y luego en reparticiones militares
de Sucre, Uyuni y Oruro.
Rhöm militaba en el nacionalsocialismo desde 1923 y en las
tendencias más duras. Eran los paramilitares utilizados como fuerzas de choque
y representaban una visión de muchos germanos después de la derrota en la
Primera Guerra Mundial, el tratado de Versalles, la República de Weimar. El
sentimiento de pérdida fue transformado en amenaza para ocupar otra vez Europa
y quizá el mundo entero.
Civiles y militares que estuvieron en las arenas del Chaco,
tanto en Bolivia como en Paraguay, entendían ese sentimiento, lo compartían y,
en el caso boliviano, estaban dispuestos a devolver la “razón de patria”, la
dignidad del país. La idea de “nación” reemplazó las antiguas discusiones
liberales como la “cuestión del indio”.
Los gobiernos del llamado socialismo militar de David Toro y
de Germán Busch (1936- 1939) fueron un preámbulo, interrumpido brevemente
durante los gobiernos de Carlos Quintanilla y Enrique Peñaranda (1939- 1943),
para luego crecer como fuerza central bajo el régimen de Gualberto Villarroel
(1943- 1946). La tendencia nacionalsocialista, incluso con rasgos antisemitas
nazistas como lo demuestra el primer programa del MNR, dio el exitoso golpe
militar de 1943.
Lorini cita muchas notas de los archivos políticos de la
Cancillería alemana donde está clara la simpatía con la que Berlín evaluaba los
acontecimientos en Bolivia.
Villarroel fue visto por Washington como aliado al Eje,
corriente que también crecía en la Argentina peronista y en Brasil. Ese
gobierno se debatió entre su extrema crueldad contra la oposición y una
política favorable a los obreros y a los indígenas. Terminó ensangrentado el 21
de julio de 1946. El colgamiento del Presidente y de sus edecanes fue una
imitación de lo sucedido poco antes con Benito Mussolini en Italia.
El libro de Lorini se limita a la etapa entre las guerras
mundiales y no nombra las herencias fascistas que llegaron hasta los años 80,
como la participación de alemanes en el golpe de Hugo Banzer (1971), el refugio
a Klaus Barbie/Altmann y su influencia en las Fuerzas Armadas bolivianas o la
conspiración de los “Novios de la Muerte” como aliados siniestros de Luis
García Mesa.
La obra es novedosa y muy útil, pero una vez más lamentamos
que los historiadores no cuiden la redacción. El texto tiene cantidad de faltas
de concordancia verbal, de confusión en los tiempos verbales, puntación, e
incluso de oraciones sin verbo. No parecen ser solo errores de imprenta. Hay
incluso fechas incoherentes.
Otros asuntos tocan al fondo. Por ejemplo, sólo se coloca el
apellido de los presidentes o se habla de Tristán Marof sin presentarlo. Sobran
los adjetivos y los juicios de valor. Hay mucha repetición de ideas y de datos
porque no hubo, aparentemente, una revisión posterior.
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