Diego Zúñiga: memoria y cambio
El escritor y editor chileno, invitado especial de la FIL La Paz, habla sobre su último libro y repasa su trayectoria.
Diego Zúñiga (Fotografía: Lorena Palavecino) |
Martín Zelaya Sánchez
Con la publicación de Camanchaca
(2009) Diego Zúñiga se estableció en la primera línea de los narradores chilenos
jóvenes más destacados; y el impacto de la novela continúa hasta hoy.
Poco después, al concretar un caro proyecto y fundar la
editorial Montacerdos, se volvió protagonista de la pujante corriente de
editoriales independientes latinoamericanas, que ayudaron a la literatura
regional a respirar por sí sola y forjarse un panorama más alentador.
Sobre este que es uno de los más destacados invitados a la
XX Feria Internacional del Libro de La Paz, que se efectuará del 7 al 18 de
septiembre, comenta Giovanna Rivero: “Se agradece la irrupción de Zúñiga en la
narrativa hispanoamericana, especialmente porque ha hecho terriblemente visible
un paisaje que, si bien no es extraño y está ahí, cerquita, no poseía la
capacidad ontológica que él consigue darle en Camanchaca, una novela perfecta y preciosa”.
Cuando falta solo un mes para su primera visita a La Paz,
Diego adelanta sus expectativas y repasa sucintamente su trayectoria y el quid
de Niños héroes, su primer libro de
cuentos que acaba de lanzar Random House.
- Una lectura rápida
de Niños héroes deja algunas
palabras: memoria, nostalgia, cambio de época, crecimiento.
- Claro, estos cuentos tienen que ver con muchas de esas
palabras que te surgieron en la lectura. Personajes que están pasando hacia la
adultez, y la memoria que siempre les hace trampa. Agregaría dos palabras:
rabia y resentimiento. Creo que son parte importante de estos cuentos también.
- Indudablemente,
creo que también es un libro en el que Santiago está presente con mucha más
fuerza de lo aparente.
- Me gusta situar a los personajes en lugares muy puntuales.
Creo que la geografía te configura, y en este caso los protagonistas de Niños héroes transitan, en su mayoría,
por Santiago y sus distintas comunas.
Creo que era importante que la ciudad apareciera, porque
habla de esos niños y jóvenes que deambulan por un lugar donde nunca se
encuentran, realmente. La ciudad es hostil con muchos de ellos, pero a pesar de
eso la recorren y se pierden en ella. Buscan algo que los haga creer.
- Siempre admitiste
que te cuesta mucho encarar el relato breve, y por lo que sé, estos cuentos
vienen de varios años. ¿Crees que hallaste por fin el tono para el cuento? ¿La
voz precisa, más allá de los diferentes planos narrativos que empleas?
- No sé si encontré el tono finalmente. Me gusta pensar que
en este libro pude experimentar con distintas voces que me estaban dando
vueltas. No quería encontrar solo una voz, quería que algunas fueran muy
distintas, quería que el libro se convirtiera en un territorio más difuso.
Porque le tengo mucho respeto al género y creo que cuesta mucho salirse de sus
reglas, pero me parece interesante intentarlo, mezclar tradiciones, robar de
todos lados, de los gringos y de los latinoamericanos y ver qué resulta de eso.
O mirar un rato cómo los europeos le han dado vida al género, cómo juegan con
lo fantástico y encuentran una salida. La idea era arriesgarse a probar
distintas cosas y creo que eso está.
- ¿Cómo encaras tu
otra faceta, la de crítico? ¿Cómo asumes la crítica literaria -académica y
periodística- y cuál crees que es su rol y trascendencia actual en Latinoamérica?
- Me parece un poco exagerado pensarme como crítico.
Efectivamente escribo reseñas de libros de manera más o menos regular, pero no
sé. Más allá de eso, es un género que me interesa muchísimo. Creo que la
crítica es fundamental para pensar la literatura, es fundamental en cualquier
campo literario o cultural. Una literatura donde no hay crítica es una
literatura, generalmente, cómoda, complaciente.
Es importante que se discutan poéticas, que se discutan las
distintas propuestas estéticas que plantean los autores en sus libros, pero
lamentablemente eso no ocurre ni en Chile ni, por lo que veo, en otros países
latinoamericanos. Pienso que en el mundo de la academia hay lectores muy
valiosos, pero sus textos circulan muy poco y eso no está bien. Y por otro
lado, la crítica periodística parece hacerse demasiado a la ligera. Uno
finalmente lo que pide es que se le dedique tiempo a lo que se está leyendo,
ver qué se está proponiendo en ese texto, por qué se llama de tal forma, por
qué está escrito con esa sintaxis, por qué tiene esos epígrafes, por qué la
estructura es de tal forma. No es pedir mucho, pero la verdad es que falta
gente que lea con cierta dedicación.
- Hablemos de
Montacerdos. Han pasado ya algunos años y varios títulos. ¿Sigue siendo el
proyecto que concebiste y soñaste?
-Creo que es un proyecto que ha crecido más de lo que
imaginamos con mis socios al comienzo, porque queríamos hacer una editorial,
compartir algunos libros que nos habían gustado mucho, y nada, de pronto se fue
armando un catálogo que se encontró efectivamente con lectores que querían
saber qué se está escribiendo en países como Argentina, Bolivia, Perú,
Colombia, México, y eso es muy gratificante.
El problema en nuestros países es que nuestras literaturas
circulan poco fuera de sus lugares de origen. Una de nuestras ideas era ayudar
a esa circulación, y creo que se ha cumplido.
- ¿Conoces el
catálogo de El Cuervo? Creo que en sus contextos, se puede hacer una
equivalencia de Montacerdos con este proyecto boliviano.
- Admiro muchísimo lo que hace El Cuervo. Sin duda que
fueron un modelo al momento de pensar Montacerdos. Tienen un catálogo que me
gusta mucho, compartimos, de hecho, algunos autores y me parece que han sido
fundamentales para darle visibilidad a una nueva generación de narradores
bolivianos que hoy circulan con mucha fuerza por Latinoamérica, como Liliana
Colanzi, Rodrigo Hasbún y Maximiliano Barrientos, por citar tres autores cuyos
libros se consiguen sin problemas acá en Chile, por ejemplo.
- Sé que eres muy
curioso e inquieto. ¿Hasta dónde llega tu curiosidad por Bolivia? ¿Qué sabes y
te interesa de este país, en general, y de su literatura, en específico?
- No conozco La Paz, pero todos me hablan maravillas, parece
que es un lugar muy especial, así que tengo muchas expectativas. Y la
literatura boliviana la he conocido a través, justamente, de lo que ha
publicado El Cuervo y otras editoriales independientes, y de las
recomendaciones de amigos escritores que son de allá. Creo que están pasando
por un momento literario muy atractivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario