domingo, 14 de agosto de 2016

Entrevista

Diego Zúñiga: memoria y cambio

El escritor y editor chileno, invitado especial de la FIL La Paz, habla sobre su último libro y repasa su trayectoria.

Diego Zúñiga (Fotografía: Lorena Palavecino)

Martín Zelaya Sánchez

Con la publicación de Camanchaca (2009) Diego Zúñiga se estableció en la primera línea de los narradores chilenos jóvenes más destacados; y el impacto de la novela continúa hasta hoy.
Poco después, al concretar un caro proyecto y fundar la editorial Montacerdos, se volvió protagonista de la pujante corriente de editoriales independientes latinoamericanas, que ayudaron a la literatura regional a respirar por sí sola y forjarse un panorama más alentador.
Sobre este que es uno de los más destacados invitados a la XX Feria Internacional del Libro de La Paz, que se efectuará del 7 al 18 de septiembre, comenta Giovanna Rivero: “Se agradece la irrupción de Zúñiga en la narrativa hispanoamericana, especialmente porque ha hecho terriblemente visible un paisaje que, si bien no es extraño y está ahí, cerquita, no poseía la capacidad ontológica que él consigue darle en Camanchaca, una novela perfecta y preciosa”.
Cuando falta solo un mes para su primera visita a La Paz, Diego adelanta sus expectativas y repasa sucintamente su trayectoria y el quid de Niños héroes, su primer libro de cuentos que acaba de lanzar Random House.

- Una lectura rápida de Niños héroes deja algunas palabras: memoria, nostalgia, cambio de época, crecimiento.
- Claro, estos cuentos tienen que ver con muchas de esas palabras que te surgieron en la lectura. Personajes que están pasando hacia la adultez, y la memoria que siempre les hace trampa. Agregaría dos palabras: rabia y resentimiento. Creo que son parte importante de estos cuentos también.

- Indudablemente, creo que también es un libro en el que Santiago está presente con mucha más fuerza de lo aparente.
- Me gusta situar a los personajes en lugares muy puntuales. Creo que la geografía te configura, y en este caso los protagonistas de Niños héroes transitan, en su mayoría, por Santiago y sus distintas comunas.
Creo que era importante que la ciudad apareciera, porque habla de esos niños y jóvenes que deambulan por un lugar donde nunca se encuentran, realmente. La ciudad es hostil con muchos de ellos, pero a pesar de eso la recorren y se pierden en ella. Buscan algo que los haga creer.

- Siempre admitiste que te cuesta mucho encarar el relato breve, y por lo que sé, estos cuentos vienen de varios años. ¿Crees que hallaste por fin el tono para el cuento? ¿La voz precisa, más allá de los diferentes planos narrativos que empleas?
- No sé si encontré el tono finalmente. Me gusta pensar que en este libro pude experimentar con distintas voces que me estaban dando vueltas. No quería encontrar solo una voz, quería que algunas fueran muy distintas, quería que el libro se convirtiera en un territorio más difuso. Porque le tengo mucho respeto al género y creo que cuesta mucho salirse de sus reglas, pero me parece interesante intentarlo, mezclar tradiciones, robar de todos lados, de los gringos y de los latinoamericanos y ver qué resulta de eso. O mirar un rato cómo los europeos le han dado vida al género, cómo juegan con lo fantástico y encuentran una salida. La idea era arriesgarse a probar distintas cosas y creo que eso está.

- ¿Cómo encaras tu otra faceta, la de crítico? ¿Cómo asumes la crítica literaria -académica y periodística- y cuál crees que es su rol y trascendencia actual en Latinoamérica?
- Me parece un poco exagerado pensarme como crítico. Efectivamente escribo reseñas de libros de manera más o menos regular, pero no sé. Más allá de eso, es un género que me interesa muchísimo. Creo que la crítica es fundamental para pensar la literatura, es fundamental en cualquier campo literario o cultural. Una literatura donde no hay crítica es una literatura, generalmente, cómoda, complaciente.
Es importante que se discutan poéticas, que se discutan las distintas propuestas estéticas que plantean los autores en sus libros, pero lamentablemente eso no ocurre ni en Chile ni, por lo que veo, en otros países latinoamericanos. Pienso que en el mundo de la academia hay lectores muy valiosos, pero sus textos circulan muy poco y eso no está bien. Y por otro lado, la crítica periodística parece hacerse demasiado a la ligera. Uno finalmente lo que pide es que se le dedique tiempo a lo que se está leyendo, ver qué se está proponiendo en ese texto, por qué se llama de tal forma, por qué está escrito con esa sintaxis, por qué tiene esos epígrafes, por qué la estructura es de tal forma. No es pedir mucho, pero la verdad es que falta gente que lea con cierta dedicación.

- Hablemos de Montacerdos. Han pasado ya algunos años y varios títulos. ¿Sigue siendo el proyecto que concebiste y soñaste?
-Creo que es un proyecto que ha crecido más de lo que imaginamos con mis socios al comienzo, porque queríamos hacer una editorial, compartir algunos libros que nos habían gustado mucho, y nada, de pronto se fue armando un catálogo que se encontró efectivamente con lectores que querían saber qué se está escribiendo en países como Argentina, Bolivia, Perú, Colombia, México, y eso es muy gratificante.
El problema en nuestros países es que nuestras literaturas circulan poco fuera de sus lugares de origen. Una de nuestras ideas era ayudar a esa circulación, y creo que se ha cumplido.

- ¿Conoces el catálogo de El Cuervo? Creo que en sus contextos, se puede hacer una equivalencia de Montacerdos con este proyecto boliviano.
- Admiro muchísimo lo que hace El Cuervo. Sin duda que fueron un modelo al momento de pensar Montacerdos. Tienen un catálogo que me gusta mucho, compartimos, de hecho, algunos autores y me parece que han sido fundamentales para darle visibilidad a una nueva generación de narradores bolivianos que hoy circulan con mucha fuerza por Latinoamérica, como Liliana Colanzi, Rodrigo Hasbún y Maximiliano Barrientos, por citar tres autores cuyos libros se consiguen sin problemas acá en Chile, por ejemplo.

- Sé que eres muy curioso e inquieto. ¿Hasta dónde llega tu curiosidad por Bolivia? ¿Qué sabes y te interesa de este país, en general, y de su literatura, en específico?
- No conozco La Paz, pero todos me hablan maravillas, parece que es un lugar muy especial, así que tengo muchas expectativas. Y la literatura boliviana la he conocido a través, justamente, de lo que ha publicado El Cuervo y otras editoriales independientes, y de las recomendaciones de amigos escritores que son de allá. Creo que están pasando por un momento literario muy atractivo.


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