Sobre Los tigres de Kondra
Texto de Barrientos sobre Las visiones de Paz Soldán que, junto a los publicados la semana pasada, se leyeron en la presentación del libro de cuentos en Santa Cruz.
Maximiliano
Barrientos
En
Los tigres de Kondra alguien es
perseguido por felinos. Tigres, en plural, porque en el mundo donde acontece el
cuento cazan en manada. Y el lector, desde el inicio, percibe -pegajoso,
ubicuo- el calor del trópico, la humedad de la vegetación. Toda esa amalgama de
experiencias sensoriales es indisociable del miedo, un miedo físico, un terror
concreto.
Es
un cuento en el que el personaje escapa, es lo único que en realidad hace. Ryu
corre y atraviesa obstáculos: huye. Este irse, este desplazamiento hacia el
corazón de la jungla, es también una forma de perderse en la mente, porque el
cuento en realidad trata sobre los laberintos de la mente, sobre sus trampas,
sobre sus lugares más peligrosos.
Hay
la anécdota de la jungla y también hay otra que se va filtrando de a poco: la
de la hermana presa de un insomnio enfermizo que la llena de visiones. La historia
de lo que Ryu tuvo que hacer para que la curaran de la pesadilla de la lucidez
continua, esa serie de acciones que lo condujeron a la condición de prófugo,
aquel que escapa -sin esperanzas- de esas fieras hambrientas que cada vez están
más cerca.
Nos
enteramos de que Ryu era DJ, y de que Mara, la hermana, lo acompañaba en las
noches de reviente cuando no podía dormir, cuando la máquina del cerebro
funcionaba sin que hubiera ninguna química lo suficientemente poderosa para
detenerla.
No
sabemos mucho más de Mara, ella es una suma de síntomas, un destello de luz en
la cabeza del personaje.
Me
interesan las transiciones que suceden en el relato. El narrador pasa sin
problemas de la huida en la jungla al pasado, al tipo de vida que tuvo antes en
Iris. En ese ir y venir de los dos registros hay destreza, hay un ritmó sólido,
vertiginoso, que nos involucra con la vida de la mente y con la vida del
cuerpo, que es puro instinto de supervivencia. Las dos historias no transcurren
como bloques separados, sino como prolongaciones de un mismo delirio, de un
mismo tipo de miedo. Ahí, en la fusión de escena y resumen -en el
desvanecimiento de sus fronteras- radica la clave de la intensidad.
Más
tarde, cuando el punto de vista -gracias a la magia del estilo indirecto libre-
se retira de la conciencia del personaje, descubrirnos la cruel verdad: el
cuerpo de Ryu es el lugar de un experimento donde una droga hace estragos y
manipula emociones con un fin preciso: conseguir información. Nada es real, ni
siquiera su hermana. Ella es solo parte de una narrativa que insertaron en su cerebro
para quebrarlo.
Es
el relato de una huida, de alguien extraviado en los pasadizos de la mente,
pero también es un relato político, ya que muestra un trasfondo clave en ese
mundo distópico que Edmundo Paz Soldán creó en su novela Iris (2014) y en esta colección de cuentos que ahora tenemos el
placer de presentar, Las visiones
(2016): el avasallamiento y la colonización producto del choque de dos culturas.
En
este cuento hasta la memoria se constituye como una estrategia de dominación
estatal: la nostalgia, una nostalgia falsa, no puede ser jamás un paisaje inocente.
Ryu,
acusado de ser parte de la resistencia, es sistemáticamente drogado para que
suelte lo que el ejército precisa saber. Reynolds, un personaje clave en la
novela ya mencionada, se encarga de esta forma tan sofisticada de tortura. Ryu
es uno más de una serie de prisioneros políticos que se encuentran en celdas, ajenos
al mundo real, devorados por visiones de tigres hambrientos o por algunas mucho
más atroces: perseguidos por Malacosa, el monstruo de la mitología de los
irisianos, una especie de dios terrible, amante de la guerra.
Con
resabios de P.K. Dick y su ya legendario cuestionamiento sobre qué es real y
qué no, Los tigres de Kondra es la
mejor ventana para introducirse a este violento mundo creado por Paz Soldán en
sus últimos dos libros: un mundo que raya en lo delirante y que se sirve de la
ciencia ficción para discutir, desde la periferia y desde la libertad que
concede la imaginación más desbocada, una situación todavía próxima.
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