Cartas inéditas de Saenz y detalles
en torno a Felipe Delgado
Se acaban de cumplir 30 años de la muerte de Jaime Saenz y aprovechamos la ocasión para difundir tres cartas que el autor envió a su amigo Cachín Antezana y que ayudan a reconstruir la compleja y poco conocida historia que rodeó la publicación de su novela mayor.
Martín Zelaya Sánchez
“Con oído atento, un saludo al grillo -uno solo. En la
oscuridad, en el silencio. Un abrazo”. Así terminó Jaime Saenz, en octubre de
1979, una carta a su amigo Luis Antezana Juárez, el “querido Cachín”, en la que se le nota
entusiasmado ante la inminente publicación de Felipe Delgado, acaso su obra mayor en prosa, y en la que incluso
hace planes para la presentación de la novela que a esas alturas ya había
generado una gran expectativa entre literatos, escritores y lectores en La Paz.
Nada hace imaginar al leer esta misiva -y las otras tres que
reproducimos ahora gracias a la generosidad de Cachín, que nos abrió su biblioteca y archivo en Cochabamba- que
entre la corrección de las pruebas de galera de la novela y la presentación, el
manuscrito sufrió una serie de peripecias e incluso estuvo varios meses perdido;
es decir, los lectores de ésta que está considerada una de las 15 novelas
fundamentales de Bolivia, estuvimos a punto de perdérnosla.
“Y a propósito de una próxima visita tuya a La Paz -escribe
Saenz en la citada carta-, ocurre en coincidencia con la salida de Felipe Delgado, algo sencillamente
estupendo (...). En realidad yo soy enemigo de las presentaciones. Pero el
presentar un libro tal como lo hiciste con el de Eduardo Mitre en la Biblioteca
de la Facultad, es muy otra cosa. Y tal podría hacerse con mi novela, realmente
me gustaría -esto es, siempre que se pueda contar con tu presencia. Pues de
otro modo, no lo veo. Quisiera saber qué posibilidades podrían haber de tu
parte, y te rogaría me lo comuniques. Ahora bien, según me lo asegura Miguel
Ballón, el director de la imprenta, gente seria, por cierto, Felipe Delgado saldrá a fines de mes, o
cuanto más, a principios de noviembre. El tiraje está llegando a su término, y
comenzarán ya a encuadernar. De manera que todavía quedaría un poco de tiempo
para preparar la cosa y ponernos de acuerdo, a ver qué dices tú. Ojalá pueda
hacerse”.
Las previas
“¿Cuáles son los peligros que acechan a quien emprende la
obra?”, le pregunta Antezana en una entrevista publicada en 1978 en la revista Hipótesis. “La falta de rigor, en primer
lugar -contesta; hay que ser despiadado. Hay que trabajar mucho”, y en efecto,
durante la larga entrevista se hacen reiteradas referencias al largo y complejo
proceso de creación de la novela (ver también la primera de las tres cartas que
reproducimos en estas páginas).
En una parte crucial de la conversación, Saenz explica:
“Habiendo escrito Muerte por el tacto
hace muchos años, de pronto me quedé desconcertado a cierta altura, porque -me
dije- hay muchas cosas aquí adentro y es necesario darles movimiento,
animarlas, el ‘hágase la luz’ y que salgan al mundo, que adquieran vida propia
los contenidos que están aquí; con la poesía no podré lograrlo, solamente con
la novela. Ahí surge el germen de Felipe
Delgado”.
¿Cómo no iba a haber, entonces, una gran expectativa entre
los ya bastantes lectores incondicionales de Saenz, si él mismo había confesado
varias veces que era su obra más ambiciosa? Y es que para fines de los 70, el
poeta y narrador “ya era todo un mito”, recuerda Cachín, “y eso quedó claro la noche de la presentación de Felipe Delgado”, sobre lo que volveremos
más adelante.
Cuando se publicó la entrevista en Hipótesis, el manuscrito ya estaba en imprenta. Bueno, casi. “La
primera posibilidad de publicar la novela era Los Amigos del Libro. Como que el
original se quedó con ellos por un buen tiempo”, cuenta Antezana.
En la biblioteca de su casa en el centro de Cochabamba, el
orureño -doctor honoris causa de la UMSA, y acaso el más importante crítico
literario boliviano de la actualidad- tiene entre miles de libros repartidos en
tres pequeñas salas, uno que otro “tesoro”: primeras ediciones autografiadas de
escritores bolivianos, ediciones definitivas de sus poetas de cabecera en
francés, alemán e inglés, lenguas que domina casi tan bien como el castellano
y, claro, parte de las galeras de Felipe
Delgado, anotadas por Saenz, y que el autor paceño le regaló en agradecimiento
no solo porque Cachín escribió el
texto de solapa para la primera edición [ver segunda carta], sino porque fue
acaso uno de los primeros lectores a profundidad de la voluminosa novela.
“Cuando le hice la entrevista -recuerda- le pedí algún material
para enriquecer la nota y él me dio las galeras de la primera y la segunda
parte de Felipe Delgado, y de ahí escogí
los párrafos sobre el saco de aparapita y la bodega que finalmente se
publicaron” (ver primera carta).
Eran galeras en rollo, en bobinas, como se hacía entonces, y
Antezana las devolvió a los pocos meses. “Cuando a fines del 79 finalmente
estaba a punto de salir el libro, Jaime me pidió que le haga la solapa y le
dije que debía terminar de leer toda la obra. Entonces me mandó las galeras de
la tercera y cuarta parte”, pero ya refiladas, en formato libro, que después
Saenz le obsequió y Cachín hizo
empastar.
En esos meses de 1979 -en cuyo primer semestre Antezana
estuvo como docente invitado de la Carrera de Literatura de la UMSA y
profundizó su amistad con el autor de Los
cuartos- Saenz revisó y corrigió obsesivamente su manuscrito, con ayuda de
varios amigos [ver nota de Leonardo García Pabón en esta edición]. Ya había
pasado el enorme susto y disgusto que tuvo el autor cuando en Los Amigos del
Libro le informaron que la única copia que les había entregado para editar no
aparecía en ningún lugar.
¿Y el manuscrito?
“Todo el mundo sabía que estaba escribiendo por muchos años
lo que esperábamos sea la obra maestra de la novelística boliviana. Él pasaba
regularmente por la librería y en una de esas me animé y le dije que nos dé su
manuscrito”, comenta Peter Lewy, en ese entonces editor de Los Amigos del Libro
en La Paz.
“Un tiempo después, volvió con un sobre desgastado, amarrado
con una goma. Adentro estaba el famoso manuscrito: un montón enorme de hojas sábana
y bond… unas escritas con negro otras con rojo; algunas recortadas, otras con
tachones y manchas de café”.
“‘Es mi única copia’, me dijo, y se fue”. Lewy, seguro que
de que había logrado para su firma editora una de las grandes obras de las
letras nacionales, revisó esa misma noche el manuscrito y quedó asombrado y
contento. “Al día siguiente hice un paquete y lo envié por flota a Cochabamba”,
donde seguramente don Werner Guttentag iba a tomar la decisión final.
Pasaron las semana y Lewy llamó a la central de Los Amigos
del Libro donde, para su horror, nadie sabía nada del paquete. “Empezó a
dolerme el estómago -recuerda ahora, a casi 40 años, con una sonrisa”. Pasaron otras
semanas en las que el manuscrito seguía brillando por su ausencia y Lewy debió
enfrentar varias veces a Saenz que lo visitaba ansioso por noticias.
“Un día vino don Jaime, ya decidido a no publicar con
nosotros, y me dijo: ‘si no me lo devuelves hasta tal fecha, te voy a matar’.
Quería irme en persona a Cochabamba a buscar el paquete y justo me llamaron de
la oficina: alguien lo había metido en un cajón y lo hallaron por casualidad
cuando estaban botando basura y papeles desechados”.
Las cientos de hojas mecanografiadas de Felipe Delgado regresaron, sin que nadie las leyera por completo, a
las manos de Saenz. “Todavía estaba muy enojado -recuerda don Peter- y me dijo
‘te has salvado, pero la novela no saldrá nunca con tu editorial’”.
Fue de esta manera que Felipe
Delgado volvió a Jorge Catalano, editor de Difusión, donde finalmente
salió. Volvió, porque originalmente iba a salir allí. Recuerda Cachín: “Antes de todo el lío con Los
Amigos del Libro, Catalano me dijo que estaba desanimado de publicarla porque
era demasiado voluminosa. Cuando recobró su original, le prometí a Jaime que se
lo iba a charlar y le aseguré a Catalano que Saenz ya tenía gran fama y que
mucha gente estaba esperando ya buen tiempo la la novela”.
Finalmente se animó y como ya tenía las galeras de las dos
primeras partes, solo restaban la tercera y la cuarta. En este punto surge otra
anécdota. Como había pasado mucho tiempo entre una impresión de galeras y la
otra, Difusión había “fundido” los tipos de su imprenta y no hallaron los
mismos. “Si se ve con cuidado -advierte Cachín-
al inicio de la tercera parte se nota que cambia la tipografía. Es casi la
misma, pero no. Hay leves variaciones”.
La presentación
Las aventuras de Felipe
Delgado, no terminan ahí. Sigue siendo, a consideración de crítica y
lectores, una de las mejores novelas bolivianas y no deja de aparecer en cuanto
canon se proponga.
Pero hay una historia más en la memoria de Antezana. Como
puede verse en detalle en la segunda carta publicada en estas páginas, había
una expectativa entre el público y el propio Saenz mostraba entusiasmo ante el
acto del lanzamiento. “Pero cuando llegó el día, y la sala de la Casa de la
Cultura estaba repleta -recuerda Cachín-
Jaime no aparecía. Pasaron casi dos horas hasta que Guido Orías y Silvia
Mercedes Ávila fueron a buscarlo a su casa, y lo trajeron casi a la fuerza”.
Casi a las 10.00 de la noche Jaime Saenz entró a la sala
llena de gente. Se sentó en la testera e intercambió unas palabras con Cachín. “Le dije que yo ya no iba a
hacer la presentación que había preparado y que solo él debía hablar sobre el
proceso de escritura, como habíamos planificado. Luego de que lo presenté Jaime
se paró, carraspeó y dijo: ‘Buenas noches. Muchas gracias por haber venido’. Y
dio por concluido el acto”.
--
Carta 1
La Paz, 25-1-79
Querido Cachín
Aunque brevemente, doy respuesta a tu carta en la que me
comunicas varios asuntos de importancia. Me alegro que salga lo de la
Universidad. En lo relativo al capítulo XI, me parece bien que lo des en tu
revista, a partir del sueño de Delgado. Por lo demás, la elección sumamente
acertada -al menos, así me parece a mí. Gracias.
(…)
Estas líneas van con mi libro de poemas. La edición no está
como en realidad yo esperaba. Los errores muy groseros, muy gruesos. Pero
finalmente salió.
He estado trabajando dos días sin dormir ni comer, de tal
modo que te ruego me disculpes la brevedad de estas líneas.
Recibe un afectuoso saludo. Los amigos me encargan
saludarte. Ya te escribiré más largo. Espero tus noticias. Gracias por el
casete del Eduardo, aún no lo escuché, por el momento no pude. Mi grabadora
está mal.
Un gran abrazo
Carta 2
La Paz, 25-10-79
Querido Cachín
Acabo de recibir el texto para la solapa. Enormemente
agradecido. Pero antes una cosa, para no olvidarme: en cuanto a las pruebas de
página, puedes tenerlas el tiempo que gustes. Yo encantado y honrado de que des
lectura con calma a las últimas partes.
Ahora una cosa. El texto me gustó, naturalmente, y te
reitero mis agradecimientos. Pero hay una pequeña reserva. Se trata del
barroquismo. Esas denominaciones no siempre se las interpreta como es debido -diría
yo.
Ahora, hay lo siguiente. Como el texto va con tu firma y
como he sacado lo del barroquismo (mejor dicho: quería sacarlo), y como
asimismo te propongo ciertas enmiendas (en el 1er párrafo: la ciudad en lugar
de La Paz; se saca “del alcohol, el amor, la muerte, y la contemplación”; las
memorias, en lugar del diario; sonoridad, en lugar de melodía. En el 3er
párrafo: se saca la referencia a la Guerra del Chaco), incluyo una copia del
texto rogándote que, siempre y cuando estés de acuerdo, me lo hagas saber
urgentemente -y disculpa tanta molestia- por telegrama: una sola palabra.
Me dicen que el viernes 9 de noviembre me entregan el libro,
y hago votos para que sigas animado para la presentación en la biblioteca de la
facultad. Por favor me avisas para hacer los preparativos y acordar la fecha y
otros detalles.
Ya voy preparando desde esta noche algunas cosas de Vidas y muertes y Tocnolencias para Escandalar,
de modo que las veamos a tu llegada. Y qué lástima: estoy a punto de terminar Tocnolencias.
Te repito mis agradecimientos. Recibe un gran saludo, hasta
muy pronto.
P.D. En realidad hay gran entusiasmo para la presentación,
querido Cachín, y tienes que venir a
como dé lugar, si no quieres que la afición mundial reaccione y te cuelgue. Lo
formidable sería para el jueves 15 (casualmente: cumpleaños de Felipe Delgado
¡imagínate!) o viernes 16. El lunes es día [palabra ilegible] y el martes 13,
khencherío.
--
Carta 3
La Paz, 2 de enero de 1980
Mi querido Cachín
Con los recuerdos siempre vívidos de tu reciente visita -una
visita altamente congratulatoria, y por la que me cumple reiterarte mis más
profundos agradecimientos-, te escribo estas líneas para enviarte, en
conformidad con lo charlado, los siguientes textos para Escandalar:
-
Un autorretrato (de Vidas y muertes)
-
Con los señores que venían de visita (de Tocnolencias)
-
No es así nomás (de Tocnolencias)
Indudablemente, la nota introductoria que piensas escribir y
que -según me dijiste alguna vez- acompañará dichos textos, ha de ser cosa muy
importante.
Hasta fin de semana te enviaré el casete con las grabaciones
de los fox-trots incaicos de Adrián Patiño y otras piezas de alta evocación,
tales como El contrabandista, El destino (doña Hípica), Una lágrima, La niña de
sus ojos, El hortelano, etc., etc.
El QUEVEDITO está en marcha; el sábado nos reunimos para
compilar el material. Entre otras cosas, habrá un lema al pie del encabezamiento
del periódico -un lema totalmente disparatado y que será atribuido a Erasmo de
Rotterdam y nada menos, por lo mismo que a este personaje no se lo conoce ni
por el forro en Alasitas. Habrá también adivinanzas y un extracto de los
grandes consejos y reglas para los grandes jugadores de generala. Reportajes,
predicciones por el Astrólogo Quevedólogo, una entrevista exclusiva con el
Ayatola Jomeni, y otras maravillas para no renegar.
Espero tus noticias y hasta muy, muy pronto querido Cachín,
espero tus noticias. Un gran abrazo. Un saludo a Eduardo Mitre.
¡Feliz año nuevo!
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