Un policía motorizado en Iris
Adhemar Manjón
Hay en Las
visiones, de Edmundo Paz Soldán, dos cuentos que tienen su origen en
canciones de la banda indie argentina El mató a un policía motorizado. Uno es Los pájaros arcoíris, que, como se explica
en la nota al final del libro, surge a raíz del desafío a escribir una historia
a partir del tema Yoni B, incluido en
el disco La dinastía Scorpio de 2012;
el otro cuento es El próximo movimiento,
en este, la referencia es más explícita, ya que la canción de la que surge se
titula Mi próximo movimiento, que se
encuentra en el EP Día de los muertos
de 2008. Con unas cuantas líneas de esas composiciones Edmundo demuestra su
oficio de narrador, al crear dos relatos muy bien resueltos.
Además de esas canciones, en el cuento Dragón hay referencias a los temas El día del huracán (“Viajábamos por el
cielo entintado esperando el apocalipsis”) y Día de los muertos, ambos también de Día de los muertos; y aparece por ahí algo de la canción Vienen bajando, del EP Un millón de euros, de 2006. También se
menciona una parte de esta canción en el cuento El ángel de Nova Isa.
Por supuesto que las canciones citadas en este libro
encajan perfectamente con lo que le sucede a los habitantes de Iris. Las
historias de Las visiones están cargadas
de personajes con delirios místicos y paranoia, causadas en muchos casos por el
uso de drogas (“Radiante estrella que algún día acabarás con nos, mirá tu
pueblo Xlött, me arden las manos”, dice un excombatiente en medio de su
tratamiento de rehabilitación en Dragón).
Además, la banda argentina juega también mucho con las
alusiones a la ciencia ficción, tanto en la literatura como en las películas,
especialmente las del cine clase B, es decir, mejor banda sonora para este
libro no puede haber.
Particularmente, me interesó El próximo movimiento, más que todo porque “adapta” -podríamos
decir- mi canción favorita de El mató… Aquí,
Edmundo construye la historia de un soldado que decide que no puede seguir con
su agobiante vida normal en Iris, en la que constantemente tiene enfrentamientos con los rebeldes
irisinos, y toma cartas en el asunto. Jerom, nombre de este soldado, que antes
acabó con la vida de otras personas desde su puesto de francotirador, encuentra
adecuado resolver su angustia existencial al estilo de esa triste leyenda
estadounidense llamada Charles Whitman.
Y ahora estoy
arriba de mi casa con un rifle, dice el coro
mántrico de la canción de El mató… y en el cuento de Edmundo, Jerom se sube al
techo de una casona, a la luz de la luna gigante y con un riflarpón en las
manos, para empezar a liberarse de esa angustia a través de los disparos,
mientras se dice a sí mismo “llega la muerte desde el cielo”, que es el coro de
una canción que cantaban él y sus compañeros para darse ánimos en los
enfrentamientos, y yo pienso que acá Edmundo alude a esos mantras de El mató… y
luego, mientras Jerom está ahí arriba, pensando en ese próximo movimiento -
aunque sabe que no habrá escapatoria y que lo mejor es seguir su labor
justiciera- Edmundo pasa a narrarnos qué fue lo que lo llevó a esto, y el
lector de pronto se encuentra ante una víctima más de los conflictos bélicos.
Después dejamos a Jerom en el techo y vemos el trabajo
de sus compañeros shanz que ahora están tras de él, conocemos a sus víctimas y
a una operadora de drones que, contra su voluntad, pero tampoco sin otra
opción, es la encargada de poner fin a situaciones de este tipo.
El cuento muestra eso, personajes que están atrapados
en ese mundo infernal pero que lo asumen como lo único que tienen, aunque a
veces hay maneras de salir de allí.
Edmundo me comentó que al momento de escribir este
cuento le rondaba mucho en la cabeza el coro de la canción I’drather be high, de David Bowie, que habla de otro oficial del
ejército de igual manera agotado de todo, aunque, a diferencia del pobre Jerom,
este dice que preferiría estar drogado o muerto que disparándole a la gente que
lo rodea. Aunque por ahí es cuestión de tiempo y cambia de idea.
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