Sara Mesa, mirándole las costuras a la vida
La escritora española llegará a la feria del libro de La Paz, dará un taller y participará en una charla con las literatas bolivianas Mary Carmen Molina y Kurmi Soto.
María
José Ferrel
“Creo
que la escritura es, en su raíz, un pequeño acto de desobediencia”, asegura Sara
Mesa, narradora sevillana que en el último par de años dio una patada al
tablero y se posicionó con justicia como una de las mejores narradoras
españolas.
Cicatrices (2015) y Mala letra (2016) son sus obras más
leídas, elogiadas y vendidas. Novela y cuento. Y es que aunque empezó con poesía -Este jilguero agenda (2007)-, Mesa es, en esencia, narradora y no
duda en afirmar que se siente más cómoda con las formas breves. “Creo que nunca
fui una buena poeta. Cada vez que me etiquetan así, como poeta, me siento una
farsante”, confiesa desde su natal Sevilla, a pocas semanas de partir rumbo a
La Paz, donde participará en XXI Feria Internacional del Libro.
- La crítica recibió de muy buena manera
Cicatriz (2015) y se han escrito muchas reseñas elogiosas. Teniendo en cuenta esto,
y que fuiste finalista al Premio Herralde, ¿sientes algún peso sobre lo que
deberías escribir o cómo deberías hacerlo?
- El
mismo peso que he sentido siempre, ni más ni menos. Sinceramente, creo que la
crítica ha sido generosa conmigo, yo siento que he de seguir aprendiendo, es
decir, escribiendo. La presión siempre es una cuestión personal e íntima, no
debe depender del éxito, pero tampoco del fracaso. Además, cada vez, con cada
libro, se ganan unos lectores y se defrauda a otros cuantos… es mejor no pensar
mucho en ello.
- ¿Cómo es tu trabajo cotidiano, tu
proceso creativo?
- A
mí no me faltan historias que escribir, quiero decir, no me falta inspiración.
Siempre tengo en la cabeza varias historias dándome vueltas. Para mí ahí empieza
el proceso… mi cabeza va madurando cómo debería contar esas historias, desde
qué ángulo, con qué tono… y después se van perfilando los personajes y sus
acciones. Diría que es como ir definiendo una nebulosa, concretando lo que es
principio inconcreto. Pero jamás parto de grandes ideas o temas abstractos.
Parto de historias y luego resulta que esas historias contienen en sí mismas
algunas ideas… es diferente.
- Te refieres a veces a Mala letra (2016) como “escritura
indócil”, ¿a qué te refieres con este calificativo?
- Mala letra es un libro que,
a pesar de contener varios cuentos de tema y tono distinto, está cosido por un
hilo común, una propuesta estética (en el sentido amplio de lo estético) sobre la
escritura. Hay incluso un juego metafórico con la manera correcta de coger el
lápiz… y en fin, con toda esa didáctica de la escritura, de lo que se considera
escribir bien.
A
mí me gusta salir de ahí, creo que la escritura es, en su raíz, un pequeño acto
de desobediencia. Escribir a veces proporciona placer y reconocimiento, pero
también genera incomodidad alrededor e incluso en uno mismo. Es un acto difícil
de explicar y de justificar, que a veces está incluso teñido de cierta
sospecha.
- Tienes temas recurrentes en tu literatura
como la infancia y la adolescencia, ¿por qué este interés específico?
- No
es algo consciente, desde luego, pero me doy cuenta de que me interesa esa
etapa, que creo fundamental en nuestra vida. Es el momento en que nos formamos,
nos definimos, y a veces no es nada sencillo hacerlo. Es una etapa vital en
torno a la cual hay muchos mitos (el más arraigado, quizá, el del paraíso
perdido), pero que también puede estar unida a la incomprensión y la
inseguridad. Y por otro lado, es una etapa en la que nos funciona cierto tipo
de pensamiento mágico muy sugerente, común en muchos aspectos al de los sueños.
- ¿Qué es lo que le interesa narrar en
este momento de su vida a Sara Mesa?
- Pequeñas
historias en las que se ponga de relieve la complejidad de ciertas decisiones,
lo resbaladizo de las normas y lo perjudiciales que son algunas veces algunos
tópicos sentimentales.
Me
atrae darle la vuelta a las cosas y mirarle las costuras, toda esa parte que no
solemos (o no queremos) ver. Pero mi reto es también contar todo eso con
humanidad e incluso ternura, evitando el efectismo.
¿Cuáles son tus expectativas para la
Feria del Libro de La Paz?
- Me
hace ilusión participar. No conozco Bolivia y no he estado nunca en una FIL de
estas características. Me interesa también aprender de esta experiencia, no
estar ahí simplemente para hablar de mis cosas.
- ¿Qué conoces de literatura boliviana?
-
Sin duda debería conocer más su literatura y sus autores, pero sigo desde hace
tiempo a Edmundo Paz Soldán, que es un escritor excelente, y leí también con
admiración a Rodrigo Hasbún. Y hace poco estuve con los cuentos de Liliana
Colanzi, que tiene una voz potentísima y muy, muy sugerente.
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