sábado, 10 de octubre de 2015

El chicuelo dice

Hola, muñeca satánica

Entre crónica y ficción, una inquietante descripción, premonición del chicuelo.



Wilmer Urrelo 

Hola, muñeca satánica.
Al fin ya todos duermen en este momento y por eso te pido que me escuches, te ruego que respondas a algunas preguntas. ¿Estás lista? Ahora viene el horror, muñeca satánica: deseo saber dónde te confeccionaron, en qué lugar de este extraño mundo te construyeron. De dónde vienes, quién eres y cuáles son tus poderes.
Descúbrete, grita, aúlla tu origen.
Hola, muñeca satánica.
Para ser sincero me encantaría tener el dato, poder abordar el verdadero significado de tu mirada. La mirada de la muñeca satánica, fíjense en ella. ¿A cuántos niños espantaste a lo largo de tu existencia? ¿Cuántas telas, cuántos paños o qué cosas le habrán puesto en la cabeza para evitar esos ojos? ¿Cómo haremos para que no nos mire así? Hola, muñeca satánica, dime cómo es tu voz, a qué suenan tus vocales, qué misteriosas profundidades tienen tus frases, qué enigmas de la carne de los muertos estás en la capacidad de contarme.
Hola, muñeca satánica.
Sepa, don Chicuelo, que a mí esa muñeca me hablaba por las noches, justo cuando se hacía silencio en mi casa. Mientras que a mí me susurraba a los oídos cosas como las siguientes: sé qué es el mal, conozco cómo es la desgracia de la humanidad.
Hola, muñeca satánica.
Cuéntame quién te peinó por primera vez, qué mano fue la autora de esos bucles (y del rostro mancillado también). La garra de quién, las uñas de quién, el cerebro de quién definió que el cabello sea una de las partes más maléficas y oscuras de tu ser. ¿Quién eres, muñeca satánica, a cuántos arruinaste la vida? Enumérame (te lo ruego) la cantidad de existencias que echaste a perder. ¿O serás tú, muñeca satánica, la causante de estos versos de Pablo de Rokha?: “…llorando estoy, botado, con el badajo de la campana del corazón hecho pedazos”.
Hola, muñeca satánica.
Confiesa, con la voz de tormenta demencial con la que seguro les hablabas a los niños que pasaron por tu existencia, descríbeme cómo es la vida más allá de este mundo, cómo es aquel infierno al que tanto le teme la gente y que a lo mejor es más divertido que el cielo. Háblame también de los seres que confeccionaron ese vestido, cuánto tardaron, cómo lo hicieron, qué dificultades tuvieron. Dime a qué siglo pertenece, de qué parte del mundo salió.
Hola, muñeca satánica.
Te ruego que me hables del espeso mal que habita en esa misteriosa cartera. ¿Qué pasa si la abro, muñeca satánica? ¿Cuántos siglos la cargas contigo? Ah, muñeca satánica, qué lugares habrás recorrido, en cuántas cajas habrás habitado por siglos y siglos sin que una mano humana se posara sobre vos. Dime a qué sabe la soledad, muñeca satánica, cómo son sus formas cuando estás encerrada por tanto tiempo. Cuenta, muñeca satánica, qué calidad tenía la luz de tus ojos cuando observaron el día en que te volvieron a descubrir. Mirá, una muñeca, ¿tendrá algún valor?, no creo, a lo mejor no, aunque a lo mejor le gusta a tu primita. Y esa niña, muñeca satánica, ¿qué habrá sido de ella?, ¿cuánto tiempo habrá sido tu dueña?
Hola, muñeca satánica.
Cuéntame cuáles fueron las primeras palabras que le dijiste. Habla de una buena vez, dinos qué pasó luego, ¿fuiste a parar a una nueva caja? ¿O la niña aterrada te habrá dejado abandonada en el algún tacho de basura? Y ahí la muñeca satánica habrá sufrido sol, tormentas, ventarrones y como ocurría en el guión de El exorcista y quizá solo en esa oportunidad se produjo un cambio en tu rostro. “Las facciones diabólicas revelan ahora una rabia temblorosa y salvaje…”.
Hola, muñeca satánica.
Dime algunos secretos de este mundo, de este país. Dime, por ejemplo, quién será el primer boliviano que morirá ahogado en el mar recuperado. Y al fin me respondes, al fin escucho tu voz de muerta, de nicho aún fresco: si la justicia poética existe será el de Chaparina, el actual embajador de las cintas adhesivas, Chicuelo. Será él.
Entonces, en algún momento del pasado, esas facciones se habrán serenado porque te encontraste con alguien de mi familia. Al fin un hogar. Esa persona te habrá levantado, te habrá llevado hasta tu nueva casa y habrás vivido ahí al interior de una vitrina. ¿Quiénes te acompañaron por esa época, muñeca satánica? Vasos de vidrio, un niño Dios, platos, platillos y otros adornos igual de insignificantes. Y desde ahí observé el paso de la gente, el paso de los días y de los meses y de los años y vi nacer a tus familiares y fui cómplice, Chicuelo, de la desgraciada muerte de muchos de ellos. También habrás sido el telón de fondo y la consecuencia de innumerables desgracias. De muchísimas malas noticias, muñeca satánica. Y también de robos y traiciones, Chicuelo, sobre todo de robos y traiciones. Tú, muñeca satánica, con la mirada fija y con el mal inconmovible. ¿Cuántos años pasaste metida ahí adentro?, ¿cuántos años hasta que otra mano anónima te habrá sacado de ahí para que llegues hasta mí?
Hola, muñeca satánica.
Ignoro, muñeca satánica, por qué solo recién ahora, después de casi diez años, te presto atención. No sé por qué un día cualquiera levanto la cabeza y al fin sé cuán perturbadora es tu presencia a un costado de mi escritorio. Estaré ahí para siempre, Chicuelo, ya te fregaste, ¿para qué me hablaste, entonces?
Hola, muñeca satánica.
O dime por qué, de la nada, me duele tanto el estómago cuando termino de escribir sobre vos.

Estremecido, destrozado, con un profundo horror ya: como si algo estallase dentro de mí.

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