sábado, 10 de octubre de 2015

Cafetín con gramófono

Rubén Vargas y la revista Vuelta


El siguiente texto es un fragmento del artículo “Rubén Vargas y las revistas literarias”, que se publicará en la revista Zorro Antonio N° 12 de la carrera de literatura de la UMSA.



Omar Rocha Velasco 

El primer texto de Rubén Vargas que aparece en la revista Vuelta está fechado en julio de 1989[1], corresponde al número 152 y es una reseña de El árbol y la piedra, poetas contemporáneos de Bolivia, de Eduardo Mitre.
Este es un gesto importante porque el inicio de una serie de textos reseñados en esa revista tan importante, tiene que ver con la poesía boliviana, otra de sus pasiones. La primera idea es contundente y aparece sin vacilaciones: “la más fecunda de las tramas de la literatura boliviana es la poesía”. Luego el texto muestra que a pesar de la circulación limitada (ediciones reducidas) y el desconocimiento de la poesía boliviana fuera de sus fronteras, “ésta no ha dejado de prodigarse en la invención de singulares universos”. 
Por otro lado, Rubén hace una afirmación realmente iluminadora, me atrevería a decir que es un método de aproximación crítica a la poesía boliviana: “Antes que en vetas o filones, temáticos o estilísticos, seguidos y trabajados consecuentemente por autores distintos, la poesía boliviana ha dado en manifestarse, por decirlo de alguna manera, en nudos de intensidad cifrados, frecuentemente, en el nombre de un poeta”.
En esta reseña Rubén Vargas valora los estudios y la antología hecha por Eduardo Mitre, cree que “el instrumental analítico” es preciso y que se pone en juego un doble movimiento: dar cuenta de las tramas internas y establecer relaciones. Finalmente, cuestiona, a su juicio, el único error de la antología, no haber incluido a Eduardo Mitre (el propio antologador) dando realce a la frase que cuestiona toda antología, pues éstas valen más por las ausencias que por las presencias.
En este mismo número 152  de la revista Vuelta, aparece una reseña de Eduardo Milán sobre el libro de Rubén Vargas Señal del cuerpo (1987). En poesía todo mapa es un mapa de la lengua, dice Milán al emprender la lectura de esos breves poemas de Rubén, uno de los méritos que el escritor mexicano ve en este libro, es que se trata de una resistencia, una insistencia en la “tradición de la ruptura” que algunos poetas han abandonado, en efecto, ante el retroceso de poéticas vuelven a espacios anteriores a la vanguardia, el libro Señal del cuerpo no pretende esos tiempos formales más tranquilos, al contrario, sigue la exploración la búsqueda de esos medios expresivos preocupados por la materialidad del poema, la textura, la página en blanco, etc.
Milán emparenta la poesía de Rubén a la de Mitre en la preocupación por la forma y encuentra la presencia de Octavio Paz en su zona más crítica de la poesía. 
Rubén como colaborador de Vuelta se dedicó sobre todo a reseñar libros de poesía, su participación, entonces, estuvo centrada en la sección “Libros”, acercamiento e invitación a la lectura, convite hecho por finos paladares.
Estos textos son una verdadera revisión de la poesía continental, cada uno de ellos puede ser leído como una de las piezas que dio lugar a una poética que Rubén fue construyendo de a poco, con cuidado, con minucia, con ese afán de leer/escribir.
¿Cómo leer este libro?, se pregunta ante la poesía completa de Efraín Huerta y responde a través de una lectura “implícita” que sitúa a Huerta en el horizonte de la poesía mexicana. La otra lectura es una lectura en perspectiva, es decir, es un pequeño corte en todo el conjunto, el coloquialismo, la intimidad-confesión, la ironía, son esas lecturas en perspectiva que “recortan el perfil de un recorrido”.
Del libro de Octavio Paz La otra voz…, Rubén Vargas recoge dos actos que fusionan la labor del intelectual de fin de siglo: defensa de la poesía y defensa de la libertad, se trata de la conciencia de quien reflexiona sobre el arte y la política de su tiempo, una conlleva a la otra inevitablemente -esta “doble” acción convertida en una, fue claramente asumida por Rubén Vargas en su labor periodística, docente y literaria.



[1] Hace poco Benjamín Chávez me contó que trabajando en una antología de poetas orureños, encontró errores repetitivos en las fechas de publicación de varios libros que aparecen en reseñas y obituarios, son errores que se originan en alguna enciclopedia o reseña matriz e insisten hasta que alguien se ocupa de ir a la fuente. Algo así pasó con los años en los que Rubén Vargas Portugal participó la revista Vuelta, alguien escribió “Rubén fue colaborador de la revista Vuelta (1990 – 1992)” y el error cundió como viruela.

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