Nuevos (y buenos) aires en la
Feria del Libro de Cochabamba
Martín Zelaya Sánchez
Corroborar que la gente ya no considera que ir hasta el
campo ferial de Alalay sea un largo y poco provechoso viaje, y que más bien se
vuelca en masa a ver libros, a compartir con escritores y escucharlos, es uno
de los principales elementos para augurar que finalmente la Feria Internacional
del Libro (FIL) de Cochabamba va a paso seguro hacia su consolidación en el
calendario cultural nacional y, lo más importante, en el imaginario y la rutina
de los cochabambinos.
La IX edición de la feria que concluye mañana en el predio ubicado
a varios kilómetros del centro de la Llajta, lejos de imprevistos y fallas de
organización notorios en ediciones pasadas (cambio permanente de sede, falta de
agenda cultural a la altura, escasa promoción en los medios) estrenó, de paso,
un imponente pabellón cómodo, amplio y acogedor en el que se desplegaron las
editoriales y librerías locales y nacionales.
A pocos metros, en otro bloque, tres salas bautizadas en
homenaje a Adela Zamudio, Néstor Taboada Terán y Werner Guttentag acogieron
decenas de presentaciones de libros, conversatorios y encuentros, eso sí, con
las pequeñas fallas comunes y al parecer insalvables en todos los eventos de
esta naturaleza en el país: la imposibilidad de aislar el estridente ruido de
una sala a otra.
En la primera parte de este número especial de LetraSiete,
dedicada íntegramente a la FIL, intentamos mostrar un panorama resumido del
evento: reseñas de libros destacados: Obra
escogida de Javier del Granado (Nuevo Milenio), Bolivijke pricaju, una antología de relatos de autoras bolivianas
traducida al croata y una lectura de la novela Los infames, de Verónica Ormachea.
Luis Carlos Sanabria, con un breve texto reflexivo sobre los
porqués del escritor, nos da una idea de lo que fue el conversatorio El oficio
de escribir en el que el pasado sábado ocho autores, divididos en dos mesas,
dialogaron sobre la vocación y el destino reflejado en su trayectoria en las
letras.
El evento fue organizado por editorial 3600 que tuvo el
acierto de editar un librillo –distribuido durante el acto- en el que cada uno
de los participantes –todos autores de la casa- aportó con un cuento.
En la primera mesa estuvieron Adolfo Cárdenas, Carmen
Beatriz Ruiz y Homero Carvalho, bajo la moderación de Willy Camacho, y en la
segunda, el propio Sanabria engranó el coloquio con Paul Tellería, Pedro
Albornoz y Víctor Hugo Romero.
No obstante, quizás lo más importante de la IX Feria
Internacional del Libro de Cochabamba, fue el más que merecido reconocimiento a
dos referentes de la literatura del Valle y del país: Gaby Vallejo y Adolfo
Cáceres Romero, que tuvieron cada uno un acto especial de homenaje en el que
participaron diferentes literatos y académicos con palabras de valoración. Un
par de esos textos se publican ahora.
Punto alto para la nueva directiva de la Cámara
Departamental del Libro y enhorabuena por los cochabambinos amantes de la
literatura.
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