sábado, 14 de noviembre de 2015

De arte y artistas

Pamela Gómez, viajera de Chaco Ra’anga


Reseña de un trabajo cultural y artístico que tuvo como eje el Chaco y sus habitantes.



Pedro Querejazu Leytón

Chaco Ra’anga, imagina el Chaco es el título de un proyecto internacional multidisciplinario con el tema del Gran Chaco, ese amplio espacio geográfico y medioambiental habitado por muchos pueblos originarios, que es compartido por tres países: Argentina, Bolivia y Paraguay.
El proyecto fue concebido en 2013 en los centros culturales de España en esos tres países. Parte del programa fue la convocatoria a la presentación de propuestas de miradas analíticas sobre el Chaco. Se recibieron más de 400 postulaciones y se seleccionaron 12, tres por país, de los antes mencionados, incluyendo España, cuyo desarrollo implicaba un viaje de los organizadores y los 12 escogidos por el Chaco, siguiendo rutas terrestres y fluviales en los tres países.
El viaje se realizó en mayo de 2015. Se inició en Argentina: en Resistencia, Provincia Chaco; siguió por el lugar de la “Masacre de Margarita Belén” (1976); Colonia Aborigen y el lugar de la “Matanza de Napalpí” (1924); Campo del cielo, Ava Terai, el parque “El Impenetrable”; Pampa del Indio; Nueva Pomeya y Tartagal. Entró a Bolivia por Yacuiba; siguió por Campo Margarita; Sanandita; Villamontes; Camiri; Kuruyuki (lugar de la “Matanza” de 1892), y el Parque Nacional Kaa Iya. Siguió a Paraguay por: Mayor Infante; Filadelfia y otras colonias menonitas; Fortín Boquerón; Parque Nacional “Defensores del Chaco”; Bahía Negra; el Gran Pantanal y los Tres Gigantes. De allí se siguió por barco bajando el río Paraguay, recalando en Fuerte Olimpo, Puerto Casado y Asunción.
A lo largo del trayecto, los viajeros tuvieron contactos y diálogos con diversos grupos indígenas originarios como los: Qom, Moqovit, Vilelas, Wichí, Guaraníes, Enlhet, Totobiegosode, Ayoreo, Ishir, Enxt Sawhoyamaxa y Weenhayek.
Por Bolivia participaron como viajeros Pamela Gómez, Alejandra Delgado y Mario Vargas. El proyecto de Delgado, artista visual, titulado “Lo que persiste”, pretendió usar el video y la fotografía para mostrar la historia y a los habitantes del Gran Chaco; el de Vargas, ingeniero agrónomo, escritor y fotógrafo, trató del “Agua: Identidad social y tecnologías de cosecha y almacenamiento”.
Posteriormente, se realizó un Simposio Internacional en el Centro de Formación AECID de Santa Cruz de la Sierra, los días 4, 5 y 6 de noviembre, en el que se presentaron los resultados del proyecto: los testimonios de los 12 de los viajeros, y los de los organizadores, junto con otros profesionales y especialistas invitados para el efecto.
El simposio en el que se presentaron 28 ponencias, y contó con 64 participantes, tuvo por propósito establecer pautas comunes para el mejor conocimiento, protección y defensa del Chaco como territorio, ecosistema y en especial los grupos humanos originarios, y hacer recomendaciones a las autoridades públicas de los tres países. Aún queda pendiente la realización de una exposición itinerante con el desarrollo y resultado final de los 12 proyectos individuales.
Una de las viajeras seleccionadas por la calidad y originalidad de su propuesta fue Pamela Gómez Jiménez (La Paz, 1981). Ella es arquitecta graduada por la UMSA y especializada en la investigación de planificación urbana y vivienda social; es además graduada de la Escuela de Cine y Artes Audiovisuales (EC) y especializada en dirección de fotografía, camarografía, asistencia de cinefotografía y fotógrafa independiente. Ha producido y colaborado con decenas documentales de contenido social como de carácter comercial.
El proyecto de Pamela: “Ahora le llaman Chaco. Cartografía imprecisa de los territorios en resistencia”, es un ejemplo característico del pensamiento postmoderno de plantear un modelo de investigación y trabajo y modificarlo según las necesidades a medida que el proyecto se desarrolla. La pregunta básica fue ¿cómo conocer el Chaco? Pasó por planteamientos iniciales sobre la toponimia y los gentilicios, la pertinencia de los mismos, hacia los diálogos interpersonales e interculturales entre los protagonistas y habitantes y esta joven realizadora cinematográfica y fotógrafa.
Pamela se planteó un sistema de investigación con base en el diálogo individual con hombres y mujeres, jóvenes y mayores de los lugares visitados en el itinerario. El modelo implicó el registro fotográfico, videográfico y de audio.
El resultado fue una memoria constituida tanto por un texto escrito que describe los logros obtenidos con base en las preguntas originales, acompañado por videos realizados y editados por ella misma a partir de las tomas in situ, tanto de los habitantes como de los entornos naturales y culturales, así como por una exposición de una selección de las fotos fijas realizadas en el circuito, presentadas como trípticos.
En el plano formal, son imágenes siempre horizontales de figura y contexto. La de Pamela es una manera tradicional de hacer retrato, pero al mismo tiempo es contemporánea y actual en sus resultados, porque además de la estética contemporánea, están incorporados los aspectos antes mencionados. Sin embargo, no es la imagen el centro de la propuesta sino que es parte de un conjunto interrelacionado de textos, sonidos, voces, imágenes fijas y en movimiento y dibujos y esquemas.
Los videos registran canciones de mujeres chaqueñas, los diálogos con numerosos de los entrevistados y el entorno urbano-paisajístico del territorio y las poblaciones. La fusión y edición del material es de gran calidad técnica y formal. La exposición de fotografías denominada “Marcas y miradas”, está compuesta por registros simples, frontales, en entornos e iluminación naturales, de personas que aceptaron ser fotografiadas; son trípticos fotográficos que muestran a cada persona en su contexto, sus rostros y sus manos. Las fotos incluyen las manos de cada uno de los retratados, porque Pamela considera que las manos son retratos de las personas tanto como lo son sus rostros, pues también hablan de su vida.
Desde un sentido antropológico y cultural, es notable la respetuosa manera de Pamela de mirar, registrar y tratar a las personas, aspecto que se aprecia claramente en sus videos y fotografías. Es evidente que ella ha sido permanentemente consciente del dilema ético de la imagen, por lo cual ha cuidado que en la construcción de las mismas sea claro el diálogo igualitario y simétrico, visual y verbal, de persona-persona; y que estén desprovistas de cualquier posible sesgo etnográfico o folklórico.

Tanto la presentación conceptual como narrativa de su proyecto fue de gran calidad, a lo que sumó la muy buena calidad técnica, formal y de contenido de los videos con audio y de las fotografías, que como conjunto y como partes tienen calidad de obra de arte. Cuando Pamela planteó el proyecto y luego lo ejecutó no pensó en términos de obra de arte, ni de producción artística. Sin embargo, su trabajo tiene gran calidad estética y frescura contemporánea. 

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