domingo, 8 de noviembre de 2015

Artículo

Tres escritoras en la cresta de la ola

Magela Baudoin, Giovanna Rivero y Liliana Colanzi. Las tres escritoras bolivianas premiadas en el exterior, se miran entre sí.


Martín Zelaya Sánchez

En tiempos de reivindicaciones tan necesarias, pero a veces tan forzadas, debo decirlo: no creo en muchos encasillamientos literarios, entre ellos el de la “literatura femenina”, es decir cualquier intento de pretender que ciertas obras sean juzgadas por el género de quien las escribe antes que por su valor estético. ¿O acaso cuando un autor destaca se habla de “literatura masculina”?
Estoy casi seguro -me arriesgo- de que Giovanna Rivero, Liliana Colanzi y Magela Baudoin coinciden en gran medida con esta premisa, por lo tanto, esta nota es para festejar un gran logro de la literatura boliviana, de la mano de tres mujeres, de tres excepcionales escritoras.
Me refiero, como todos ya saben, a que la semana pasada Liliana recibió el Premio Aura Estrada en México; Giovanna ganó el Cosecha Eñe de Argentina por su cuento Albúmina; y Magela Baudoin fue elegida entre las cinco finalistas del Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez, por su libro La composición de la sal.
Celebramos, entonces, este incomparable momento de nuestras letras, esta cresta de la ola de la narrativa boliviana que tiene a estas tres mujeres como pilares fundamentales.
Para ello -correo electrónico mediante- se nos ocurrió pedirle a cada una de ellas que hable de (la literatura de) las otras dos. Nada más.

Giovanna sobre Magela
“Es dueña de una prosa elegante, serena y de gran profundidad. Una de las cosas que más celebro de su narrativa es el modo en que galvaniza y transforma las fuentes de las que bebe. Si uno presta atención, es posible detectar en el trabajo de Baudoin un conocimiento exquisito de las distintas tradiciones; hay un aura clásica en sus textos que me gusta mucho, que nos reconecta con otras temporalidades y nos pone a salvo de lo inmediato”.
“Por ahora tengo la hipótesis de que sus personajes son criaturas movidas por un resorte ético -no moral, sino ético-, y esto también vincula la hermosa propuesta de Baudoin con los grandes relatos. Baudoin ha recolocado a un personaje ‘humanista’ -por decirlo con prisa- en el lugar que, en gran parte de la narrativa latinoamericana, han venido ocupando la angustia y el vértigo. Necesitábamos una escritora como ella”.

Giovanna sobre Liliana

“Ha sabido narrar con enorme acierto y agudeza, y con un lenguaje de cirujana, las circunstancias afectivas y sentimentales de su generación, sin caer en la autocomplacencia, en el narcisismo histórico, sino más bien desnudando casi sin conmiseración los dolores y el desajuste histórico de esa camada de chicos nacidos en los 80”.
“Los textos de Colanzi son de una arriesgada referencialidad, en el sentido de que entre el lenguaje y lo que consideramos ‘realidad’ se da un vínculo conmovedor, limpio, sin excesos; una tensión que nos revela algo más y que consigue trascender el relato generacional. Valoro mucho el que la narrativa de Colanzi no caiga en la tentación de lo meramente contemplativo, sino que apueste todo precisamente a las tensiones: las disputas entre padres e hijos, los tinkus entre clases sociales culturas y subculturas, la celebración incluso de un cierto kitsch urbano”.

Liliana sobre Giovanna
“Su escritura se alimenta de los materiales más turbios, más dudosos, más irracionales, y de ellos extrae su fuerza visceral. Sus textos escarban en los miedos y los deseos profundos: el terror al contagio pero también la fascinación de lo podrido, el deseo de contaminación y la pulsión de muerte”.
“Una madre que, en un impulso atávico, prueba la orina de su hija mientras se esconden en el bosque del peligro de los hombres; una joven que se entrega voluntariamente como ofrenda viva para un Evo zombie; un Mesías que vive junto a las ratas en las alcantarillas; un cantante de blues que arrastra una pierna en descomposición… Giovanna explora el subconsciente popular y canaliza su energía arrasadora”.

Liliana sobre Magela

“Varios de los cuentos de Baudoin reflejen el choque entre culturas, el profundo sentido del misterio y la imposibilidad de comunicación cuando nos aproximamos al otro. Eso se siente sobre todo en La cinta roja, La chica y Moebius”.
Dragones dormidos, mi cuento favorito, crea una atmósfera perturbadora y poética en la que está presente una amenaza que no termina de materializarse pero que lo contamina todo. Magela prefiere los personajes cotidianos que van revelando de a poco sus intensas y silenciosas batallas”.

Magela sobre Giovanna
“Es tal vez una de las escritoras más potentes y originales de la literatura boliviana y latinoamericana. Su singularidad no solo es formal (una prosa profusa, poética, pero al mismo tiempo de una crudeza radiográfica y precisa) sino también conceptual. En la narrativa de Giovanna siempre late un submundo, un nivel silencioso, que ruge haciendo de la metáfora una visión de mundo, una propuesta política, un ademán filosófico que nunca es panfleto pero que siempre habla del margen, de aquello que tiembla y está por derrumbarse pero que de alguna manera halla modos de seguir subsistiendo a la modernidad, a la soledad, al quebrando del cuerpo, al horror de lo cotidiano, al capitalismo salvaje, a la pobreza, a la violencia, al hastío urbano”.
“Su curiosidad y búsqueda estética la han llevado a explorar, a cruzar, diversos géneros y lenguajes. Su versatilidad es tal que puede llevarnos del Montero incipiente y frondoso que la habita a la realidad interestelar de un astronauta que vuelve a la tierra y se siente asfixiado por el vacío ya no del espacio sino de su cotidianidad”.


Magela sobre Liliana
“Admiro mucho el trabajo y la búsqueda incesante de Colanzi, por varias razones: primero, porque no le teme al quiebre, al choque, a la colisión. Atraviesa clases sociales, explora en la memoria, se mete en las arrugas de la cultura y camina en la cuerda floja de las emociones fronterizas, del inconsciente”.
“Segundo, por la forma en que logra convertir escenas aparentemente inofensivas en verdaderos artefactos de alto voltaje, cargados de emoción latente, siempre a punto de…; tercero, por la economía del lenguaje, por su manera evocativa; cuarto, por esa mirada dislocada, que la convierte en una narradora y en una crítica -porque también allí navega bien Liliana- cáustica, inteligente y al mismo tiempo sutil”.
“Por último, me gusta su exploración creativa sin aguafuertes, sin patrones, su vocación de exploradora, su búsqueda ‘chamánica’, como ella misma dice. Su hambre de escribir”.


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