“Uno debe saber que está escribiendo para un puñado de gente”
Juan Sebastián Cárdenas (Colombia, 1978), narrador y traductor de inglés y portugués, conversa sobre la actualidad de la literatura latinoamericana.
Martín Zelaya Sánchez
Juan Sebastián Cárdenas camina por las calles de Santa Cruz como
si las conociera de memoria, aunque solo pisó la ciudad de los anillos un par
de veces y, más bien, estuvo de visita cinco veces en La Paz, urbe de la que
confiesa “me fascina, me gusta muchísimo”.
Juan Sebastián entra a un local, se pide dos salteñas
picantes de carne (“prefiero las potosinas”). En un restaurante, más tarde, a
pocas cuadras de la Plaza 24 de Septiembre, escoge una marca de cerveza en
específico y conversa con su amigo paceño sobre la actualidad del Bolívar.
Y sí, este joven autor colombiano (1978) que tanto aprecia a
este país y a su gente, es casi un desconocido para los bolivianos, salvo para
algunos escritores de su generación y aún menos lectores ávidos y actualizados.
Durante las salteñas o la cerveza –no recuerdo bien-
conversaba con otro colega suyo sobre su última novela. “No recuerdo el nombre
de tu personaje principal”, le dijo el segundo. “No tiene, nadie tiene nombre”,
responde.
“Básicamente yo creo que la literatura funciona mucho a
partir de limitaciones autoimpuestas. Creo que eso es muy, muy importante en la
literatura: los límites que uno se pone, y esos límites son los que van
perfilando las formas”, comenta al respecto.
“Es por eso –agrega- que en mis novelas ocurre que nada
tiene nombre, ni las personas, ni las ciudades, ni las calles… no hay nombres y
esto obedece, por supuesto, a una reflexión más amplia de lo que hace un nombre
dentro de un texto narrativo… pero de momento prefiero dejar esto esbozado
simplemente como una cuestión formal.
- ¿Cuán importantes
son, para la literatura latinoamericana, este tipo de encuentros en los que
escritores, académicos, críticos se juntan se conocen, se reencuentran para
leer sus textos, compartir reflexiones y miradas?
- Supongo que depende de las circunstancias y los invitados.
En este caso específico de Santa Cruz, en el que se ha hecho una selección que
-con alguna excepción- es muy buena, lo que se produce de manera formal en las
mesas e informal fuera de ellas, es de todas maneras un diálogo, pues conoces
gente a la que has leído o quieres leer, se generan redes… suena como que muy
neoliberal, pero no lo es.
En realidad para mí la amistad es muy importante en la
literatura; es decir, es hasta políticamente incorrecto decir que uno viene a
los congresos a hacer amigos, pero sucede que detrás de la amistad también hay
afinidades intelectuales, políticas, estéticas, y eso sale de ahí, esos son los
vínculos que refuerzas, los que hacen pueblo.
- ¿Crees que estamos
en un momento de cambio o innovación en la literatura latinoamericana? Te hago
la pregunta en general, pero se me ocurre especificar un hecho concreto: en los
últimos años muchos destacados autores de tu generación (nacidos en los 70 y
80) empezaron a publicar en editoriales pequeñas, independientes, y no así en
grandes firmas, lo que incide no solo en la distribución, sino en la estética y
concepto del libro.
- Eso tiene que ver también con la concepción de la
literatura. Algunas generaciones anteriores estaban más preocupadas en ideas
como la de conseguir una mayor “respetabilidad” con su literatura, lograr el
éxito a través de esta, pero cuando te das cuenta de cuáles son las condiciones
reales tanto del mercado como de la lectura, o la crítica, sabes que estás
escribiendo para un puñado de gente y entonces asumes una posición
independiente; tienes que trabajar con gente con la que te entiendes, con la
que puedes dialogar sobre literatura, y eso es cada vez más raro o casi
imposible cuando uno trabaja con una multinacional o empresa más grande.
- A propósito de
iniciativas independientes, sé que conoces bastante el trabajo de la editorial
boliviana El Cuervo, y quiero que esta pregunta dé pie además a un breve repaso
personal tuyo de lo que conoces de las letras de este país.
- Conozco El Cuervo, y la sigo de cerca desde que salió, y
he podido ver su surgimiento y desarrollo que, creo, es clave para la aparición
de nuevos nombres en la literatura boliviana, que me parece que están haciendo
un papel importantísimo; tengo que mencionar algunos nombres de excelentes
escritores como Rodrigo Hasbún, Liliana Colanzi, los hermanos Loayza, Juan
Pablo Piñeiro, Maximiliano Barrientos… escritores muy, muy interesantes, que
están surgiendo y consolidándose.
Además de compartir lecturas, eventos y libros con ellos y
otros, tengo una relación estrecha con Bolivia por amistades literarias y más
que literarias.
- ¿Te animas a
destacar, por sobre otros, un libro boliviano que hayas leído recientemente?
- Déjame pensarlo… es que he leído muchos y muy buenos…
Mira, voy a mencionar uno porque si me pongo a mencionar dos ya no se puede
parar. Es uno de los últimos que publicó El Cuervo, el libro de cuentos Cuatro de Rodrigo Hasbún, que me pareció
magistral, sobre todo su primer relato que es ya todo un cuento de maestros.
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