jueves, 13 de noviembre de 2014

Artículo

El otro festival


El presidente de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia, entidad coorganizadora de Santa Cruz de las Letras, efectúa una divertida crónica tras bambalinas: lo que no siempre sale como se quería.



Homero Carvalho Oliva

No voy a hablar del éxito del Festival Santa Cruz de las Letras, sino de los encuentros y desencuentros que ocurrieron entre escritores en esos intensos días en los que la capital cruceña se convirtió en el articulador de las reflexiones sobre la narrativa iberoamericana.
Como suele suceder hubo dos deserciones a último momento, el boliviano Gonzalo Lema y el argentino Federico Andahazi que, según su agente literario, tuvo que ser hospitalizado. En fin, Bakunín, diría un anarquista.
Se notó la ausencia de varios narradores locales que no fueron ni a saludar. El argentino Luciano Lamberti, pese a que había llegado y fue muy bien recibido, no apareció por su mesa de diálogo ni dio explicación alguna.
Los jóvenes escritores bolivianos (y algunos bastante maduros) armaban grupos impenetrables durante los descansos y las comidas y compartían solamente entre ellos, como queriendo marcar la diferencia generacional y/o hacernos saber que no tenían nada en común con los otros.
Durante la conferencia de inauguración de Claudia Bowles acerca de la literatura boliviana contemporánea, la mayoría de los escritores extranjeros se salieron a tomar café, y pese, a que Claudia citó más a escritores del occidente, no faltó quien le reprochó por qué solamente había nombrado a cruceños
A la manera de cada uno de los participantes, las exposiciones fueron brillantes, aunque algunos parecían no haberse preparado para los temas que anticipadamente se les había solicitado y se negaban a responder con soberbia.
También se dio el caso de algunos moderadores que cambiaron las reglas del juego e iniciaron los conversatorios con preguntas, lo que confundió a algunos escritores que habían hecho la tarea, incluso escribiendo sus ponencias. Alguna de las participantes se confundió y nos leyó toda su bibliografía y entre el público también se dio el caso de desubicados, que preguntaban acerca de otros temas o daban ejemplos de libros que nada tenían que ver con el tema que se acababa de tratar.  

Pese a que fueron jornadas maratónicas e intensas, la mayoría del público siguió con atención las mesas. Incluso no faltaron algunos “eventólogos”, especialmente uno que se lo ve en este tipo de encuentros intentando hacer creer a los invitados que él también es escritor, artista plástico, fotógrafo, historiador, o lo que fuere que se trate y uno que otro que al cerciorarse de que se cobraba y que no había vino de honor salió espantado. En fin, esto también hace que estos encuentros sean inolvidables. 

1 comentario:

  1. Pero el señor Homero no habla de lo peor que ocurrió en Santa Cruz de las Letras, que fue la censura a los escritores cubanos. Esto de lejos fue la nota más baja y lo que en la historia quedará sobre un evento que merecía un espacio a la libertad de expresión. El señor Carvalho ocupa uno de los mayores puestos en lo que es gestión cultural en Bolivia, y desde este ejerció su poder para imponer su muy cerrado pensamiento político, su adhesión al poder y logró acallar voces disidentes de la Cuba de hoy y ayer... sin dudas fue los más vergonzoso de un evento que merecía más y sin duda a alguien mejor.

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