jueves, 25 de septiembre de 2014

Nota de apertura

La literatura boliviana, bajo la lupa

Agendas, expectativas y propuestas de los cinco narradores bolivianos, invitados de honor en el Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires que desde ayer y hasta la siguiente semana se lleva a cabo en tres ciudades sudamericanas.


Martín Zelaya Sánchez

En los blogs, páginas de Facebook y cuentas de Twitter dedicados a la literatura, Bolivia -como nunca- está en primer plano.
¿Un autor dio el batacazo y se ganó un prestigioso premio? No. ¿Un Nobel o autor de culto escribió una novela ambientada en este país? No. ¿Cómo por arte de magia los índices de consumo de libros y lectura se dispararon en el país? Nada de eso, pero por ahí va la mano...
Bolivia es el país invitado de honor del Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (FILBA) que este año, además de la capital argentina, llegará también a Santiago de Chile y Montevideo, Uruguay.
¿Qué va a mostrar el país? Lo más importante, a cinco de sus mejores narradores jóvenes: Edmundo Paz Soldán, Wilmer Urrelo, Christian Vera, Maximiliano Barrientos y Liliana Colanzi. Pero también, algunos de los ejes ineludibles para abordar y comprender nuestra literatura: como la gran dualidad de la que habla Vera: “tenemos muy buenos escritores, pero una academia y un mercado precarios”.
O que aunque tenemos excelentes poemarios, novelas y libros de cuentos, “aún nos falta ampliar registros”, crecer, arriesgarnos y hallar un tono y rasgo de identidad propios, según sostiene Paz Soldán.
Los cinco autores hablan brevemente de sus agendas específicas, bajo la premisa de que, esta es una inmejorable ocasión para mostrar de arriba abajo, del derecho y del revés, las letras bolivianas que, bien lo dice Urrelo, “son todavía una atracción por ser un objeto raro y extraño, y por la coyuntura política del país”.
Que sea en buena hora.
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Edmundo Paz Soldán

El reconocido narrador cochabambino participará en la mesa de Imaginarios identitarios y dará un par de talleres de cuento.

- ¿Cuáles en tu criterio son los imaginarios identitarios con más presencia en la literatura boliviana, y cuáles quedan pendientes?
- Julio Ramón Ribeyro se quejaba de que la literatura peruana de su tiempo consistía de cuatro géneros básicos, novela, cuento, poesía y teatro. Ese fue el disparador que lo llevó a escribir su diario, sus textos marginales, sus aforismos, etc.
Creo que algo similar pasa con la literatura boliviana, y yo me cuento entre los pecadores. Necesitamos ampliar los registros de lo que se entiende por literatura boliviana, porque otros medios permiten decir, imaginar otras cosas. Necesitamos salirnos de los cuatro géneros básicos y escribir diarios, memorias, libros multigenéricos, aforismos, epigramas, textos multimedia, novelas gráficas, historietas, etc.

- Darás talleres de cuento. ¿Cómo los encaras, qué ideas básicas buscas transmitir?
- En general los talleres de cuentos que doy en Cornell son básicos, para chicos interesados en escribir pero que quizás no se animan del todo todavía. Por eso mi idea central en los talleres es hablar de las reglas principales del juego, y a la vez insistir en el desarrollo de la voz propia que permita trascender esas reglas.
Cortázar decía que tuvo que aprender a escribir muy bien para comenzar a desaprender e inventarse sus propias reglas. Decimos que un texto de ficción no debería apoyarse en fotos, y sin embargo ahí está el gran ejemplo de Sebald; decimos no a las notas al pie de página, y sin embargo ahí están Puig y Foster Wallace. Así que en un taller de cuento yo parto, digamos, con los inicios del cuento moderno, con Chejov y Horacio Quiroga, y luego de ver y discutir esas reglas, les pido a mis alumnos que traten de ir a contrapelo de ellas.
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Christian Vera

El paceño, autor de la novela Click, estará en la mesa Lectura año 2044, en la que los autores deberán imaginar su literatura dentro de 30 años

- ¿Cómo te imaginas tu literatura en 30 años: estilo, temáticas, preocupaciones?
- No lo sé, me cuesta pensar mi vida en el largo plazo, peor pensar en “mi literatura” que está sujeta a demasiados hechos circunstanciales y contingentes. Por ahí nunca más vuelvo a escribir. Por ahí deja de interesarme la literatura, no lo sé…
Mi lectura en la mesa que participo opta por una salida ficcional donde evado la pregunta que me haces. Desde la ficción presento un informe sobre una aplicación o programa informático que en 30 años “revolucionó” el mundo de las letras en español.    

- ¿Qué significa que Bolivia sea el país invitado de honor de este evento? ¿Es reflejo de un momento? ¿Crees que están nuestras letras en su mejor momento como dicen muchos?
- FILBA, sino es el más importante evento de literatura en español, está entre los más destacados. Por tanto, que se dedique el festival a Bolivia creo que dice mucho de lo que está pasando en la literatura boliviana.
No cabe duda de que hay escritores de mucha trascendencia como Humberto Quino, Adolfo Cárdenas, Juan Pablo Piñeiro, Edmundo Paz Soldán, Wilmer Urrelo, Liliana Colanzi, Maximiliano Barrientos, Antonio Vera entre muchos otros.
Sin embargo, en Bolivia, todo el circuito de la literatura, me refiero a la producción, edición, crítica, lectores, promoción, incidencia en la educación y medios, todavía es algo artesanal, por no decir precario.
La literatura opera en dos ámbitos por un lado la academia y por otro el mercado, en Bolivia la producción ficcional, en ninguno de esos dos ámbitos, tiene cierta relevancia. La literatura todavía es demasiado invisible.
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Liliana Colanzi

La cruceña estará en Buenos Aires y Santiago, en las mesas Bolivia por bolivianos e Imaginarios identitarios.

- ¿Cuáles son para vos los nombres ineludibles de la literatura boliviana y por qué?
- Como dice mi madre, no hay nadie indispensable en esta vida. No me gustan los juicios dogmáticos y trato de evitar palabras como “indispensable”, “ineludible”, “insoslayable”. Entre otras cosas porque, como soy contreras, apenas un libro o un autor se vuelven demasiado centrales, yo empiezo a buscar en otros lados. Por eso siento una afinidad con proyectos excéntricos, periféricos, extraños en el contexto de su tiempo: Pirotecnia, de Hilda Mundy, es un libro lúdico, adelantado a su tiempo; El occiso, de María Virginia Estenssoro, es otro proyecto raro, deslumbrante. Le tengo un cariño especial a La cruel Martina, un cuento de Augusto Guzmán que prefigura la literatura de horror en Bolivia.

- En el programa del FILBA hacen mucho énfasis en “país andino”, “literatura andina”. En alguna de tus intervenciones, tal vez en “imaginarios identitarios”, ¿valdrá la pena aclarar que Bolivia no es solo Andes? ¿Qué piensas al respecto… te interesa aclararlo?
- Vale la pena aclararlo porque hay muy buenos escritores bolivianos que no son andinos: Julio Barriga, Fabiola Morales y Saúl Montaño, por mencionar algunos. Pero la literatura no está solo en los libros sino en la capacidad de articular una red simbólica poderosa, y para eso, aparte de escritores, se necesitan críticos, se necesita una carrera de literatura. Todo eso le ha faltado y le falta a Santa Cruz y al resto del país y hace que sea más fácil para La Paz consolidar los nombres que quiere consolidar.
Ahora, mantengo una relación tensa con las políticas de identidad en la literatura: yo no me olvido que la identidad es siempre performance, simulacro. O sea, la identidad es literatura. Y con la literatura una debería poder hacer lo que le da la gana. Lo que no implica que no se escriba desde un lugar, pero para mí el mejor lugar es el de la paradoja. No me interesa combatir un cliché con otro. No existe una esencia que determine qué es la literatura andina, qué es la amazónica, o qué es la chapaca.
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Maximiliano Barrientos:

El autor participará en la mesa Cinefilia y en el Mercado de Libros, ambas en Montevideo

- ¿Hasta dónde influye el lenguaje cinematográfico en tu escritura?
- El cine influyó en algún momento en que estaba muy receptivo a ese formato y en el que buscaba, al contar una historia, escapar de algunos lugares en los que caía una literatura que no me interesaba. Una literatura perdida en el lenguaje, una literatura abstracta, que apostaba más por el artificio que por la reconstrucción de una experiencia vital. Entonces el cine me ayudó a ser más concreto a la hora de narrar, a pensar en escenas, me ayudó a la hora de editar. La idea del montaje es muy importante cuando edito un texto, y eso, creo, viene del cine.

- En el Mercado de Libros te pedirán leer algo de tu obra inédita. Me imagino que adelantarás La desaparición del paisaje, ¿qué puedes decirnos brevemente de esta novela?
-Es una novela que en un principio cuenta la historia de un regreso.  Si bien en Hoteles conté la historia de una desaparición, en La desaparición del paisaje intenté contar la contraparte de ese deseo de perderse… en una primera parte, porque la novela abarca muchos años en la vida del personaje, y luego de las primeras cien páginas, el foco del conflicto muta a otros lugares.
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Wilmer Urrelo

El novelista, autor de Fantasmas asesinos y Hablar con los perros, estará en Bolivia por  bolivianos.

- ¿Cuáles son para vos los nombres ineludibles de la literatura boliviana y por qué?
- Muchos, ¿no? Me animo a lanzar algunos así porque los tengo cerca: Urzagasti, Quiroga Santa Cruz… y de los más nuevos, por llamarlos de alguna manera, Rodrigo Hasbún, Liliana Colanzi, Giovanna Rivero, Maxi Barrientos, etc.
¿Las razones? Porque presentan dos visiones de generaciones completamente distintas, pero que a su vez tienen puntos muy en común (Los deshabitados (de Quiroga Santa Cruz) tiene mucho que ver con El lugar del cuerpo (de Hasbún), no como una influencia directa, sino como una preocupación de los autores sobre el mundo intimista, tan utilizado ahora).

- ¿Qué te interesa que la gente que asista a las sesiones sepan sobre la literatura en/de Bolivia? ¿Por qué será que deberían interesarse en ella?
- Creo que tenemos la oportunidad de mostrar que la literatura boliviana, la contemporánea, pasa por un momento interesante. Esta curiosidad por leernos, por la que seguramente nos invitaron, sin duda también se debe al momento político que vive el país y también a que las otras vetas (México, Chile, Colombia, etc.) aparentemente ya dieron de sí, es decir, ya no presentarían (lo digo en condicional) una propuesta nueva.

Bueno, tampoco la literatura boliviana presenta cosas nuevas, pero es una atracción, ¿no?, un objeto raro, extraño por el momento. Y como todo momento hay que aprovecharlo.

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