jueves, 4 de septiembre de 2014

Imágenes paganas

El canon oculto


Un investigador cruceño presentó un trabajo descomunal que, entre otras cosas, reveló que en el siglo XIX en Bolivia se escribieron 56 novelas, y no sólo 25, como se creía.



Antonio Vera 

En las Jornadas de Literatura Boliviana (tres mesas que reunieron a escritores y críticos para hablar sobre dilemas de la literatura contemporánea y, entre otros temas, sobre sus vínculos con la tradición), realizadas en el marco de la última Feria del Libro de La Paz, el investigador comarapeño Juan Pablo Soto (filólogo por la Universidad Gabriel René Moreno) presentó el resumen de una majestuosa obra inédita de tres tomos titulada Ficcionalización de Bolivia. La novela en prosa del siglo XIX, 1847-1896 que ha gestado meticulosamente desde 2007 con la colaboración de Máximo Pacheco y que, sin lugar a dudas, es la investigación más meticulosa que se ha realizado sobre la literatura boliviana escrita en los primeros y turbulentos años de la historia nacional.
Para desarrollar su investigación, Juan Pablo Soto indagó en todos los archivos de Bolivia, en una búsqueda que abarcó más de un millón de publicaciones periódicas, entre periódicos, revistas y folletos, lo que le permitió establecer que las novelas escritas en el siglo XIX no eran 25, como se creía hasta ahora, sino 56.
Ese formidable hallazgo para nuestra historia literaria, de 31 títulos nuevos (y 25 autores nuevos respecto a los 19 que se conocía) da cuenta además de una las principales formas de difusión de las novelas decimonónicas: la entrega por fascículos en publicaciones periódicas, característica que, unida a una secular desidia investigativa, dejó a ese corpus al borde del olvido.
El resultado de esta investigación ha sido plasmado en tres volúmenes que, en total, bordean las 2.700 páginas. Los primeros dos tomos de Ficcionalización de Bolivia consisten en la reedición de todo el corpus novelístico del XIX, es decir las novelas consagradas y conocidas, como Juan de la Rosa, y también los 31 trabajos inéditos entre los que se cuentan títulos como Bujalance, de Carlos Dalmívar; Alcides y Góngora, de Gelafio Gonzáles; La venganza de la mano izquierda, de Sebastián Dalence; La hija del ahorcado, de Edmundo Subterra; El castillo misterioso, de Mariano Velarde; La señora del pelícano, de Eduardo Subieta, entre otros. Las novelas se complementan con más de tres mil notas a pie de página que brindan información contextual.
El tercer tomo de la investigación es un estudio que apunta a caracterizar la novelística boliviana del XIX (temas, características formales, etc.) y, sobre todo, a reconstruir el sistema literario en el que se escriben, se publican y se leen estas novelas: medios y ciudades de publicación, comentaristas, manuales de preceptiva. Es decir, Soto no solo ha hallado un valioso corpus oculto, sino que apuesta por labrar la arqueología de esos años de formación de nuestra historia literaria.
Cuenta Juan Pablo Soto que aún no hay una institución o editorial que se anime a publicar los voluminosos tres tomos de su investigación. Y que, de no recibir una oferta seria, va a publicarlos de forma independiente para lograr que sus hallazgos se difundan.
Hoy en día vivimos una saludable e inusitada fiebre editorial. En un esfuerzo editorial sin precedentes, el Ministerio de Culturas ha publicado una valiosa biblioteca que contiene 15 novelas consideradas fundamentales para la literatura boliviana.
Bajo la dirección de un grupo de investigadores y editores, también dicho Ministerio ha reeditado interesantísimos títulos en la Biblioteca Plurinacional. Y, como sabemos, desde la Vicepresidencia, se viene forjando un proyecto editorial denominado los “200 libros del Bicentenario”, para lo cual se ha iniciado una consulta pública con el fin de determinar qué títulos deberían formar parte de dicha biblioteca.

Al parecer, las condiciones están dadas para que, en una iniciativa semejante, se publique la investigación de Juan Pablo Soto. 

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