jueves, 25 de septiembre de 2014

Etc.

Transparentes, depresivos e impotentes

Detalle y reflexión de los polémicos postulados del surcoreano Byung-Chul Han, un best seller en Europa.



Carlos Decker-Molina

La crisis económica y financiera tiene sus propias novelas, entre ellas hay unas dos o tres que, por lo menos a mí, me satisficieron por su calidad. La mano invisible y El país del miedo de Isaac Rosa y En la orilla de Rafael Chirbes, finalista de la bienal Vargas Llosa. 
Ambos autores novelan la crisis, ya sea desde el enfoque de Rosa sobre el nuevo concepto laboral de que se trabaja pero no se sabe por qué y para quien, hasta la historia del lobo solitario de Chirbes que hipoteca su carpintería por una historia de sueños rotos y vidas podridas en el pantano de la especulación.
No me consta que Chirbes o Rosa hayan leído los tres ensayos de Byung-Chul Han, de los que quiero ocuparme, como fuente de inspiración.
Byung-Chul Han, un filósofo surcoreano que radica en Alemania, formula una crítica feroz al neoliberalismo desde la filosofía. Son tres ensayos claros y brillantes, algunos de sus puntos de vista pueden ser discutibles, pero ofrecen un nuevo material de análisis.
Personalmente comencé por el texto que aborda la súper transparencia de la sociedad actual, luego seguí con la Sociedad del cansancio y, finalmente, con la Agonía del Eros, este último quizá el más discutible.

Gente de vidrio
Hay una diferencia entre demanda y transparencia, la primera sirve para descubrir a los políticos y desenmascararlos, en tanto que la transparencia implica un espectador escandalizado que comienza a descreer de la política, no se trata del ciudadano comprometido que demanda el cumplimiento de principios políticos y mejor aún ideológicos.
La transparencia deja de ser herramienta para ser un modo de vida. “La pérdida de la esfera pública genera un vacío que acaba siendo ocupado por la intimidad y los aspectos de la vida privada”, que no hacen a la política. 
De acuerdo al coreano la sociedad de la transparencia está poblada de espectadores y consumidores sin color político ni ideológico, sin esa “no participación”, la democracia del espectador, no funcionaría.
Byung-Chul Han dice que la confianza es posible solo en el paréntesis entre conocimiento y no conocimiento. Es decir, tener confianza implica no saber o no conocer una parte, solo así se puede construir una relación de confianza con el otro (muy aplicada en la diplomacia, por eso la vigencia del espionaje). Vuelvo al filósofo: “La confianza hace que la acción sea posible a pesar de no saber. Si hay una transparencia total, la confianza está demás.
La sociedad actual inflada de transparencia ha eliminado el “no saber” y de paso elimina la confianza y ha reducido la verdad a su mínima expresión porque lo que importa es la “apariencia” que produce el espejismo de ser “la verdad”.
Ayer la contradicción  era entre “ser o no ser”, el capitalismo nos propuso “el tener o no tener”, la democracia del espectáculo plantea: “si no te exhibes no existes”. Según Byung-Chul Han “ser ya no es importante si no eres capaz de exhibir lo que eres o lo que tienes”.

El cansancio
En su ensayo La sociedad del cansancio (inesperado best seller en Alemania donde se publicó la primera edición) analiza la interacción entre el discurso social y el discurso biológico a partir de la permeabilización de ambos relatos, para denunciar un cambio de paradigma que, según explica, está pasando inadvertido.
Byung-Chul Han denuncia que “el esclavo de hoy es el que ha optado por el sometimiento”, es una forma peculiar de transpolar la idea hegeliana de la dialéctica entre el amo y el esclavo. Para el coreano la voluntariedad por el sometimiento es por “la mera vida, frente a la vida buena” y a cambio de esa nada cede soberanía y libertad.
Para el marxismo la alienación es la síntesis del choque contradictorio entre el explotador y el explotado. Solo la coerción lleva a alienación en una relación de trabajo. En el neoliberalismo desaparece la coerción externa, no hay explotación ajena, porque se cambia el significado de trabajo por “realización personal u optimización personal”.
El sujeto se ve en libertad de elegir desde su horario de trabajo, hasta la residencia laboral a condición de su rendimiento, ello produce el sueño de ser libre, por eso no llega a la alienación sino al embotamiento. “Uno se explota a sí mismo hasta el colapso”, por eso las enfermedades de la sociedad actual no son virales sino neuronales. Es decir las virales se expresaban por la presencia del “otro” (virus) y en la sociedad ese encuentro con el otro producía una síntesis dialéctica que significaba al avance, la creación de un relato histórico.
La sociedad globalizada, carece de relato histórico debido a que su enfermedad es neuronal, el sujeto del cambio está agotado, deprimido y en el mejor de los casos hiperactivo, es un “animal laborans” lanzado al único horizonte: el fracaso.

Impotencia
Byung-Chul Han va más allá y señala que el cansancio y la transparencia han eliminado el Eros, su tercer ensayo. En una sociedad depresiva y cansada con sujetos aislados, “aunque libres”, no excitan la fantasía.
El filósofo señala que vivimos en una “sociedad horrible”. La depresión, el cansancio y la falta del Eros se pueden superar retornando al Yo íntimo. En la sombra se es más reflexivo y  con la distancia surge lo decoroso, tal vez más eficaz que la revolución, por lo menos en esta etapa de “éxitos”.
El sujeto en su aislamiento no “engendra al otro”. Si Eros es el que se dirige a ese “otro” en la sociedad cansada y transparente ese “otro” se convierte  en mercancía. El neoliberalismo elimina la alteridad para someter todo al consumo, a la exposición como mercancía y el Eros es remplazado por la pornografía o por los parámetros que “miden” para encontrar la pareja “ideal” sin haberla visto ni una sola vez.
Con toda seguridad no hay políticas del amor, pero las acciones políticas comunican con el Eros, pues suponen el deseo mancomunado de otra forma de vida y apuesta a la fidelidad de lo venidero. En la sociedad enferma de cansancio lo más probable es que el encuentro entre dos sea el resultado de una ecuación y no de la sublimidad de la diferencia.

Según el filósofo todo depende del grado de exposición en el mercado. La exposición en exceso convierte al hombre en mercancía. El que no se expone no existe y no tiene derecho al amor. Es un ser de vidrio, cansado, impotente, etc.

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