jueves, 11 de septiembre de 2014

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Jaime Saenz, más prosas inéditas (pero no todas)

A propósito de la reciente publicación de Prosa breve (Plural, 2014), y de otros textos similares del autor, aún inéditos y diseminados en diversos archivos.


Martín Zelaya Sánchez

Que Jaime Saenz es el Rey Midas de la literatura boliviana, nadie lo duda. Que la literatura boliviana, tristemente, no ha logrado hacer trascender sus máximos logros y a sus mayores representantes en la medida en que se lo merecen, tampoco lo duda nadie. Por eso cualquier ocasión como esta, la publicación de un libro que reúne toda (o casi toda) la producción de narrativa breve de un autor de la talla Saenz, es ponderable.
Lo de Rey Midas, valga aclararlo, está planteado con buena intención, pues de la mano con la calidad de su producción, a Saenz (como también, por citar un ejemplo, a Adolfo Cárdenas con su Periférica Blvd.) no le va nada mal en sus cantidades: éxito asegurado en ventas de sus libros desde hace poco más de un lustro cuando, tras un largo e inexplicable vacío, Plural Editores emprendió la reedición periódica de su narrativa.
Por todo lo dicho, resulta poco menos que imperdonable que haya pasado casi desapercibida la publicación, para la recientemente pasada Feria Internacional del libro de La Paz, de Prosa breve, obra que reúne, claro, la narrativa de corto aliento del “viejo come almas” como algunos lo llamaban.
Y aunque en este caso se trata de una reedición, dato para nada deleznable es que cuenta con dos textos nunca antes publicados en libros del autor y, por lo tanto, desconocidos para la mayoría.
“En la primera edición de Prosa breve no se incluyeron los textos introductorios a las Memorias de Gustavo Adolfo Otero y a Mitos, supersticiones y supervivencias populares de Bolivia de M. Rigoberto Paredes, textos que no conocíamos en el momento de publicarse la primera edición”, se lee un la “Nota a la segunda edición”.
“Confiamos en que con estas inclusiones -sigue la nota- estos sean todos los textos en prosa de limitada extensión que no formaron parte de los libros integrales en prosa de Jaime Saenz”.
El libro editado por Plural tiene un enorme mérito; como ya se señaló, cualquier material sobre el autor de El escalpelo es apreciado por sus numerosos seguidores -en el país y, cada vez más, en el exterior- y qué mejor si se trata de algo poco conocido.
No obstante, el augurio de los editores en la referida nota, puede desde ya desvirtuarse, pues no está todo lo que hay.
Rodolfo Ortiz, uno de los mayores estudiosos y especialistas en el autor de Felipe Delgado, señala: “hay otros textos de Saenz en prosa, menciono por ejemplo el prólogo que hace para su primer libro de poemas de 1942, Café y mosquitero, que salió en La Mariposa Mundial número 7/8 (revista que él dirige) con una nota de Álvaro Díez Astete”.

[Fragmento del prólogo a Café y mosquitero
“Agudiza aparatosamente la forma de instalar un ratón en el somier de dormir todas las noches, acá un talismán, allá los ojos saltones llenos de gracia, sobre la escupidera y a plena luz del sol, los gatos cantábiles tan azorados de quemar sus barbas con el cigarro que despide la noble imitación de colores”].

“Por otro lado –continúa Ortiz- en el archivo de Saenz existe material abundante para una edición seria de su ‘prosa breve’, considerando además que en este tipo de textos cuentan poemas en prosa (que es, sabemos, una zona tensa de la escritura de Saenz, a la par que compleja), fragmentos sueltos, notas, apuntes”.
Pero aún hay bastante más material que los lectores de Saenz seguramente darían lo impensado por conocer. Cita Ortiz: “pienso, en los textos de la revista Vertical firmados con pseudónimo o no firmados, como la prosa editorial del primer y segundo números, o el texto (firmado) sobre Eduardo Calderón Lugones, o la reseña a África ambigua de Balandier o la prosa Calles y callejuelas, o el fragmento Imágenes (también firmado) que luego aparecerá en la novela sobre Lima Achá y que habría que rastrear en el Cuaderno manuscrito que tituló en ese entonces Notas para la identidad”.
“¿Y que hacemos con las prosas dactiloescritas que duermen en la biblioteca de la Fundación Flavio Machicado?, se pregunta Ortiz”, consultado por LetraSiete, vía correo electrónico.
Y respecto a esta segunda edición de Prosa breve, preparada y prologada por Leonardo García Pabón, Ortiz muestra sus reparos ante el criterio del editor de “juntar en su categoría de prosa breve” prólogos y relatos, pues de este modo -dice- también tendrían que incluirse muchos otros textos como el del “Melgarejo” aparecido en el número 21 de La Mariposa Mundial.

[Fragmento del “Melgarejo” o Añejería anexa
“No se sabe con exactitud si fue cerdo o mono quien comenzó a procrear en un anciano. Pero Melgarejo, que ha sido el primer hombre en concebir y ordenar tal experiencia, sostuvo siempre que fuera un cerdo. Y según parece, se llenó de dicha ante los primeros resultados”].

Finalmente, el también poeta, quien actualmente cursa un doctorado en literatura en EEUU, está seguro de que aún está pendiente un trabajo final de la prosa de Jaime Saenz, uno que “tendría que prefigurarse desde el fondo todavía entrevisto de su archivo, lo que permitiría, entre otras cosas saludables desmitificar, descanonizar, descolocar una obra que merece ser leída, ya, de otra manera”.

Prosa breve en esta segunda edición, cuenta con 12 textos (dos más que la primera, editada en 2008), cuatro textos clásicos y “no tan breves”: El aparapita, Los cuartos, Santiago de Machaca y El señor Balboa; y ocho trabajos llamados “otros textos”, en los que figuran prólogos, reseñas y comentarios publicados en revistas, diarios o simplemente redactados y leídos por Saenz en algún evento cultural.
Para ir agarrando gusto -antes de acudir a la librería a hacerse con el respectivo ejemplar- van dos pequeños fragmentos de los dos textos nuevos.

Mitos, supersticiones y supervivencias populares de Bolivia
Introducción
“¿Qué decir de un libro boliviano por excelencia y cómo ponderar con palabras la importancia que reviste? En el mundo vital y más allá de las palabras se yergue el hombre boliviano para afirmar la importancia nacional de esta obra. Pues el hombre boliviano –un hombre esencialmente religioso-, nace, vive y muere al resplandor de los mitos, en los que precisamente encuentra su ancestro”.

Memorias
Prólogo

“Nótese que no es Gustavo Adolfo Otero literato; no es el brillante prosista, el famoso autor de treinta o más libros; tampoco el agudo investigador de la historia, el sesudo autor de la Vida social del coloniaje quien escribe esta Autobiografía; es tan solo el hombre, el humano Gustavo Adolfo Otero a secas, desnudo y frío –y tal la grande proeza”. 

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