Jaime Saenz, más prosas inéditas (pero no todas)
A propósito de la reciente publicación de Prosa breve (Plural, 2014), y de otros textos similares del autor, aún inéditos y diseminados en diversos archivos.
Martín Zelaya Sánchez
Que Jaime Saenz es el Rey Midas de la literatura boliviana,
nadie lo duda. Que la literatura boliviana, tristemente, no ha logrado hacer
trascender sus máximos logros y a sus mayores representantes en la medida en que
se lo merecen, tampoco lo duda nadie. Por eso cualquier ocasión como esta, la
publicación de un libro que reúne toda (o casi toda) la producción de narrativa
breve de un autor de la talla Saenz, es ponderable.
Lo de Rey Midas, valga aclararlo, está planteado con buena
intención, pues de la mano con la calidad de su producción, a Saenz (como
también, por citar un ejemplo, a Adolfo Cárdenas con su Periférica Blvd.) no le va nada mal en sus cantidades: éxito
asegurado en ventas de sus libros desde hace poco más de un lustro cuando, tras
un largo e inexplicable vacío, Plural Editores emprendió la reedición periódica
de su narrativa.
Por todo lo dicho, resulta poco menos que imperdonable que
haya pasado casi desapercibida la publicación, para la recientemente pasada
Feria Internacional del libro de La Paz, de Prosa
breve, obra que reúne, claro, la narrativa de corto aliento del “viejo come
almas” como algunos lo llamaban.
Y aunque en este caso se trata de una reedición, dato para
nada deleznable es que cuenta con dos textos nunca antes publicados en libros
del autor y, por lo tanto, desconocidos para la mayoría.
“En la primera edición de Prosa breve no se incluyeron los textos introductorios a las Memorias de Gustavo Adolfo Otero y a Mitos, supersticiones y supervivencias
populares de Bolivia de M. Rigoberto Paredes, textos que no conocíamos en
el momento de publicarse la primera edición”, se lee un la “Nota a la segunda
edición”.
“Confiamos en que con estas inclusiones -sigue la nota-
estos sean todos los textos en prosa de limitada extensión que no formaron
parte de los libros integrales en prosa de Jaime Saenz”.
El libro editado por Plural tiene un enorme mérito; como ya
se señaló, cualquier material sobre el autor de El escalpelo es apreciado por sus numerosos seguidores -en el país
y, cada vez más, en el exterior- y qué mejor si se trata de algo poco conocido.
No obstante, el augurio de los editores en la referida nota,
puede desde ya desvirtuarse, pues no está todo lo que hay.
Rodolfo Ortiz, uno de los mayores estudiosos y especialistas
en el autor de Felipe Delgado,
señala: “hay otros textos de Saenz en prosa, menciono por ejemplo el prólogo
que hace para su primer libro de poemas de 1942, Café y mosquitero, que salió en La
Mariposa Mundial número 7/8 (revista que él dirige) con una nota de Álvaro
Díez Astete”.
[Fragmento del prólogo a Café
y mosquitero
“Agudiza aparatosamente la forma de instalar un ratón en el
somier de dormir todas las noches, acá un talismán, allá los ojos saltones
llenos de gracia, sobre la escupidera y a plena luz del sol, los gatos
cantábiles tan azorados de quemar sus barbas con el cigarro que despide la
noble imitación de colores”].
“Por otro lado –continúa Ortiz- en el archivo de Saenz
existe material abundante para una edición seria de su ‘prosa breve’,
considerando además que en este tipo de textos cuentan poemas en prosa (que es,
sabemos, una zona tensa de la escritura de Saenz, a la par que compleja),
fragmentos sueltos, notas, apuntes”.
Pero aún hay bastante más material que los lectores de Saenz
seguramente darían lo impensado por conocer. Cita Ortiz: “pienso, en los textos
de la revista Vertical firmados con
pseudónimo o no firmados, como la prosa editorial del primer y segundo números,
o el texto (firmado) sobre Eduardo Calderón Lugones, o la reseña a África ambigua de Balandier o la prosa Calles y callejuelas, o el fragmento Imágenes (también firmado) que luego
aparecerá en la novela sobre Lima Achá y que habría que rastrear en el Cuaderno
manuscrito que tituló en ese entonces Notas
para la identidad”.
“¿Y que hacemos con las prosas dactiloescritas que duermen
en la biblioteca de la Fundación Flavio Machicado?, se pregunta Ortiz”,
consultado por LetraSiete, vía correo electrónico.
Y respecto a esta segunda edición de Prosa breve, preparada y prologada por Leonardo García Pabón, Ortiz
muestra sus reparos ante el criterio del editor de “juntar en su categoría de
prosa breve” prólogos y relatos, pues de este modo -dice- también tendrían que
incluirse muchos otros textos como el del “Melgarejo” aparecido en el número 21
de La Mariposa Mundial.
[Fragmento del “Melgarejo” o Añejería anexa
“No se sabe con exactitud si fue cerdo o mono quien comenzó
a procrear en un anciano. Pero Melgarejo, que ha sido el primer hombre en concebir
y ordenar tal experiencia, sostuvo siempre que fuera un cerdo. Y según parece,
se llenó de dicha ante los primeros resultados”].
Finalmente, el también poeta, quien actualmente cursa un
doctorado en literatura en EEUU, está seguro de que aún está pendiente un
trabajo final de la prosa de Jaime Saenz, uno que “tendría que prefigurarse
desde el fondo todavía entrevisto de su archivo, lo que permitiría, entre otras
cosas saludables desmitificar, descanonizar, descolocar una obra que merece ser
leída, ya, de otra manera”.
Prosa breve en
esta segunda edición, cuenta con 12 textos (dos más que la primera, editada en
2008), cuatro textos clásicos y “no tan breves”: El aparapita, Los cuartos, Santiago de Machaca y El señor Balboa; y ocho trabajos
llamados “otros textos”, en los que figuran prólogos, reseñas y comentarios
publicados en revistas, diarios o simplemente redactados y leídos por Saenz en
algún evento cultural.
Para ir agarrando gusto -antes de acudir a la librería a
hacerse con el respectivo ejemplar- van dos pequeños fragmentos de los dos
textos nuevos.
Mitos, supersticiones
y supervivencias populares de Bolivia
Introducción
“¿Qué decir de un libro boliviano por excelencia y cómo
ponderar con palabras la importancia que reviste? En el mundo vital y más allá
de las palabras se yergue el hombre boliviano para afirmar la importancia
nacional de esta obra. Pues el hombre boliviano –un hombre esencialmente
religioso-, nace, vive y muere al resplandor de los mitos, en los que
precisamente encuentra su ancestro”.
Memorias
Prólogo
“Nótese que no es Gustavo Adolfo Otero literato; no es el
brillante prosista, el famoso autor de treinta o más libros; tampoco el agudo
investigador de la historia, el sesudo autor de la Vida social del coloniaje
quien escribe esta Autobiografía; es tan solo el hombre, el humano Gustavo
Adolfo Otero a secas, desnudo y frío –y tal la grande proeza”.
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