Homero en La Habana
A modo de contar la historia del poeta Georg Weerth, los autores aprovechan para narra la reciente visita del boliviano Homero Carvalho a Cuba.
Froilán González y Adys Cupull
La ciudad de La Habana se ha convertido
en centro de congresos, eventos
internacionales, negociaciones, secretas y públicas, para lograr la paz,
celebraciones de ferias internacionales, visitas del Sumo Pontífice, del
Patriarca de Moscú y toda Rusia, otros representantes de instituciones
religiosas; de presidentes, vicepresidentes, ministros, embajadores, poetas,
comerciantes, empresarios, catadores de ron, fumadores de puros, famosos del
cine, artistas, cantantes, presentaciones de orquestas y coros reconocidos
mundialmente, ballet, pintores, diseñadores de ropa, modelos, periodistas,
escritores, científicos, educadores, deportistas…
Por todo ello, es justo recordar al poeta y escritor
alemán Georg Weerth cuando escribió en 1855 a su amigo Heinrich
Heine: “La Habana será el campo de acción donde se resolveran, en primer lugar,
los grandes conflictos del Nuevo Mundo”. En sus visitas a Cuba, se percató
que ganaba terreno en los cubanos la idea de la liberación nacional contra el
yugo colonial español.
¿Quién era aquel poeta enamorado de La Habana? Fue amigo de Carlos Marx y Federico
Engels, cofundador de la Gaceta Renana y coautor del Manifiesto
Comunista y del Socialismo Científico. Nació el 17 de febrero de 1822
en Delmold, Alemania.
En 1852 Marx y Engels vivían en una casa de
huésped en Bruselas a donde fue a residir Georg Weerth y se forjó una gran
amistad. Ese año comenzó a viajar como comerciante a América Latina y el
Caribe. En 1853 llegóa La Habana e informó a Heine: “La
Habana es tan grande como Berlín, Bruselas y Lyon y se parece parcialmente a
París”. También anotó: “Mientras más conozco a La Habana, más me gusta...”.
Después de visitar varios países de América Latina,
regresó a Londres el 16 de junio de 1855. En el otoño de ese año se encontró
con Carlos Marx en la casa de Engels, donde permaneció varios días.
Carlos Marx narró: “Si bien ahora no escribe
folletines, los cuenta, y el oyente tiene la ventaja de la acción viva, de la
mímica y de la sonrisa socarrona... Él ha visto, vivido y observado mucho.
Ha cabalgado en las pampas. Ha escalado el Chimborazo. Se ha detenido en
California, en ocho días zarpará para el trópico. Es muy divertido escucharlo”.
Probablemente su interés por Cuba comenzó con los
estudios que sobre la geografía y la naturaleza dio a conocer Alejandro de
Humboldt considerado el segundo descubridor de Cuba; y la presencia en la
Isla del naturalista Juan Gundlach, que la llamó su segunda patria.
El 2 de octubre de 1855, Weerth comunicó a su novia
Betty Tenderingy: “Renunciaré a mi frenético vagar por América y
concentraré todos mis esfuerzos en La Habana. Entonces me dedicaré a
la primera afición de mi juventud, la literatura. Estos son mis planes”.
El 17 de noviembre de 1855, emprendió un nuevo
viaje, llegó a La Habana a principio de 1856, visitó la ciudad de Santiago de
Cuba y calificó a las muchachas como las más bellas que había visto en el
mundo. Al regresar a la capital cubana contrajo la fiebre amarilla y
falleció el 30 de julio de 1856. Tenía 34 años de edad.
Carlos Marx le diría a Engels: “La noticia del
fallecimiento de Weerth me afectó terriblemente y me resulta difícil llegar a
creerla”. Por otra parte Federico Engels lo llamó “el primero y más importante
de los poetas del proletariado alemán”.
Todos los años visitamos la placa colocada en lo que
fue su tumba en el antiguo Cementerio de Espada, a pocas cuadras
de nuestra casa en el barrio de Cayo Hueso en Centro Habana.
Le hemos mostrado el lugar a muchos
amigos, entre otros a Roberto Sosa, poeta nacional de Honduras y al comandante
de la Revolución Sandinista, Tomás Borges. Esta vez llevamos al escritor y
poeta boliviano Homero Carvalho Oliva y su esposa Carmen
Sandoval, en ocasión de la Feria Internacional del Libro.
Les llevamos a las canteras de La Fragua
Martiana donde se rememora el presidio que sufrió en su adolescencia el Héroe
Nacional de Cuba, José Martí, quien fue condenado por el gobierno español a
realizar trabajo forzado. Luego en el exilio escribió sus vivencias, que tituló
El presidio político en Cuba.
Con Homero y Carmen recorrimos la histórica calle
San Lázaro, el lugar donde fue herido el comandante Camilo Cienfuegos, en una
de las tantas manifestaciones contra la dictadura de Fulgencio Batista; el
parque a Los Mártires y la placita al patriota ecuatoriano Eloy
Alfaro.
Homero Carvalho Oliva, nació en 1957 en Santa Ana,
un pequeño pueblo, del departamento del Beni, conocido como la amazonia boliviana.
Como escritor y poeta ha obtenido varios premios a nivel nacional e
internacional. Su obra literaria se ha traducido a varios idiomas y figura
en antologías de México, Estados Unidos, Venezuela, España, Colombia y
Perú.
Es autor de la Antología de poesía amazónica de
Bolivia. Sus poemas nos impresionaron, entre ellos el dedicado a
su padre, Los pobres, Soledad,
incluidos en su libro que tituló: Inventario
nocturno.
Recordamos a Georg Weerth junto a Homero y
Carmen frente a la placa solitaria que señala su presencia en Cuba. Hablamos
de cómo grandes personalidades cubanas se unieron en 1963 en ocasión
del 107 aniversario de su muerte, por iniciativa de la Universidad de
La Habana y cómo fue develada la tarja con la presencia de Lázaro
Peña máximo dirigente de la Central de Trabajadores de Cuba, y del escritor
Roberto Fernández Retamar en representación de la Unión de Escritores y
Artistas de Cuba.
La visita nos llevó nuevamente a leer el libro
de Homero, Inventario nocturno
y su poema Soledad, de
profundo contenido humano, lleno de ternuras. Y el consejo sabio en Lectura de la hoja de coca: “No me
consultes a mí / dijo la sagrada hoja / el futuro está en tus manos”.
El poeta de las aguas y las tierras amazónicas
nos hizo recordar la prosa de Julio Antonio Mella, cuando el joven cubano
fundador de la Federación de Estudiantes Universitarios en 1922 se interrogó en
una de sus crónicas:
“¿Cómo puede el Amazonas, cuando está desbordado,
preocuparse de la conveniencia que para aumentar su caudal pueda tener, una
nube que pasa cargada de agua, si esta se rompe en lloviznas...?".
Y las palabras de la cubana Olga Rodríguez
Colón cuando escribió que el río Amazonas se alegra por la risa estallante de
cien ojos de agua, que oye rugir al jaguar en voz de muerte y se siente crecer
igual a esos árboles que oscurecen de siglos.
Pablo Neruda, en su Canto general, lo llama padre, patriarca, capital de las silabas
del agua, eternidad secreta de las fecundaciones. Homero Carvalho nos dice en
su poema, dónde está el río.
Más allá / del
poema / está el río / y más allá del río / está el alma del poema / de donde nace el río.
No hay comentarios:
Publicar un comentario