El libro que nos venía haciendo falta
Una auspiciosa presentación del libro de crítica cinematográfica que se presentará en el país el próximo 21 de este mes.
Diego Mondaca
Una
estética del encierro: Acerca de una perspectiva del cine boliviano de Sebastián Morales (2016), nos plantea preguntas fundamentales y sanas
desmitificaciones.
“¿Será que existen cambios tan radicales como
para hablar de una nueva etapa del cine boliviano? ¿Es posible hablar sin más
de etapas, más allá de cambios tecnológicos? ¿Hay efectivamente una “estética
digital”? ¿Es decir, una nueva forma que implique una ruptura absoluta
con el cine de Sanjinés, por ejemplo?”.
Morales nos fuerza, en el mejor de los sentidos, a sumarnos a su posición de
análisis, cuadro a cuadro, escena por escena. Deteniéndonos y reflexionando,
mirando y escuchando atentamente, Morales recorre la historia y contextos del
cine boliviano a partir de su espacio (Bolivia y el boliviano) y de sus múltiples
representaciones. “Espacio” entendido como el lugar desde el cual el realizador
dirige su mirada, “espacio” a través del cual se narran y articulan nuestras
historias. A partir de las cuales se despliegan ideas, “figuras de pensamiento, que pueden ser desarrolladas y trabajadas”, como el autor indica.
El libro-ensayo analiza la re-significación de los
distintos elementos que hacen posible una narración; los espejos, la fiesta, el
altiplano o las ciudades. El espacio fílmico contrastado con el espacio
arquitectónico y su paisaje. Lo que vemos, lo que nos mira.
Sebastián Morales, el Sebas, toma con estricto rigor
el estudio crítico de nuestro cine, elaborando un texto que ya nos venía
haciendo falta a todos nosotros. Tanto a los realizadores, como a un público
que, poco a poco, vuelve a acercarse a su propio cine, a su propia imagen.
Una
estética del encierro: Acerca de una perspectiva del cine boliviano evalúa y comenta las propuestas formales, temáticas y estéticas (de un
lenguaje en construcción) de nuestro cine, partiendo de una posición siempre incómoda,
sin contemplaciones ni condescendencias, aferrándose a una coherencia crítica,
filosófica e histórica.
Laborioso trabajo de observación y de pericia, el saber
detenerse donde otros, o solo algunos, se habían detenido antes, y extraer lo
mejor de nuestro cine, además de sus fisuras y nudos: “Esta es la hipótesis de
trabajo del libro: si bien el cine boliviano se caracteriza por una enorme
diversidad (producida, ciertamente por lo digital), hay gestos formales y
discursivos que se mantienen sorpresivamente a lo largo de la historia del cine
boliviano. Si se asume tan fácilmente que el cine boliviano ha cambiado de
rumbo en los 2000, es porque los análisis de este corpus tan difícil de
definir, se ha basado sencillamente en consideraciones temáticas”, comentó
Morales.
Se nos presenta entonces, generosamente, la
posibilidad de sumarnos al análisis de las imágenes y sonidos (del que mira,
del que es mirado) generados por nuestra siempre emergente “cinematografía
boliviana”.
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