El espejo adecuado
Presentación de un joven valor de la poesía mexicana, Jorge Contreras, y comentario de su más reciente libro.
Gabriel Chávez Casazola
Acaba de presentarse esta semana, en la Feria Internacional
del Libro del Palacio de Minería de Ciudad de México, el más reciente libro del
ensayista, poeta y editor mexicano Jorge Contreras, bajo el título El espejo adecuado (Simiente y
Universidad de Querétaro, 2015).
Contreras (1978) es compilador de la antología Tributo a Sabines: he aquí que estamos todos
reunidos y antes publicó los libros de poemas ¿Quién soy otro sino tú? y Poemas
del candor.
“Nada es más urgente para Odiseo, y para cualquier
hombre, que volver a casa”, escribe el poeta mexicano Mario Bojórquez, quien
presentó el libro este pasado lunes a mediodía, junto a Sergio Lara. Y
prosigue: “Jorge Contreras nos muestra en El
espejo adecuado diversas formas de ese regreso: el cuerpo de la amada, el
paisaje de la infancia, el tedio de la soledad viril”.
A su vez, la escritora española Raquel Lanseros,
comenta que “si hay algo que le sobra a El
espejo adecuado es vida. Vida auténtica que rezuma a través de sus versos y
desemboca en el lector con esa fuerza que solo posee la verdad. Jorge escribe
sus versos con el corazón temblándole en la pluma, sin miedo a la inmensa
fuerza de sus propias palabras, que renacen desde el papel y transmiten al
lector toda la desesperanza de ese tiempo yermo que llega después de perder un
gran amor”.
Con estas valoraciones de Lanseros y Bojórquez, el
libro no podía nacer mejor arropado. Me
ha tocado, empero, sumar unas palabras a este valioso alumbramiento de un tiempo yermo, a pedido de su autor, que
tuvo el detalle de publicar un extracto de ellas en la solapa de su nuevo
título.
Las comparto aquí con los lectores bolivianos porque
sé que El espejo adecuado
difícilmente llegará a sus manos, ya que a nuestro país prácticamente no llega
nada de lo que se está produciendo actualmente en poesía en otras naciones.
No nos miramos, pues, en todos los espejos
adecuados, sino -únicamente y hasta el hastío- en nuestros propios espejos. Anyway, sigamos con lo nuestro.
Quienquiera que penetre en las páginas del nuevo
libro de Jorge Contreras podría sentirse tentado a recorrerlas del mismo modo, / que se habita una casa de
fantasmas. El espectro de una mujer lo atraviesa de parte a parte y otras
apariciones cotidianas de eso que llamamos, genéricamente, un fracaso (o, peor
aún, el fracaso).
Si eso fuera todo, poco habría que decir acerca de
estos poemas. Sin embargo, una lectura atenta guarda para nosotros pequeñas y
valiosas revelaciones de ese estado del alma: que no hay cosa más atroz que la desdicha de perder / la voluntad y no
rendirse / al mismo tiempo; que la inocencia suele tener fauces de monstruo; que en verdad no
sabemos aquello que perseguimos ni aquello de lo que huimos, y que eso es
divertido; o que el mañana ya no se parecerá a nosotros.
Y también, soslayada verdad de Perogrullo, se nos
recuerda que una cosa es la literatura y otra la vida, ese algo que se te atora en la garganta, la cuchara inservible de la sopa, el
estómago con hambre y el amor con hambre.
“El hombre usa sus antiguos desastres como un espejo”,
escribe Roque Dalton. Jorge Contreras -lodo
de instante, (…) nube de fuego, una idea flotando por el universo- lo ha
entrevisto y ha colgado en las paredes de esta casa el espejo adecuado para
mirarse y que nos miremos, de frente o de soslayo.
Después de todo, allí en el fondo del azogue nos
encontramos, como en la luz primera, solos con nosotros mismos, sin la ropa
interior de las excusas ni el sombrero de los argumentos. Tal como cuando nos
abandonan o cuando el reloj del ultimátum se aproxima a cero.
La única posibilidad de detener el conteo, o de
reírse de él y de nuestros vanos reflejos, parece proponernos el autor, es
abrir nuestros ojos nunca cerrados y observar sin sentidos / el verdadero sentido.
Es decir, la poesía.
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