Boris Vian: la libertad por encima de todo
Un vistazo a la vida y obra de este peculiar representante del surrealismo y la patafísica made in france.
Martín Zelaya Sánchez
“Sólo se es libre cuando no se desea nada, y un ser
perfectamente libre no debería desear nada. Y como yo no deseo nada, llego a la
conclusión de que soy libre”, escribió Boris Vian.
Creo que libre es el adjetivo perfecto para este hombre
orquesta, renacentista-surrealista, enfant
terrible, escritor maldito, transgresor, o como quiera que se le califique.
Yo añadiría un epíteto más, bien boliviano: chaupi
p'unchaipi tutayarka (a mediodía anocheció) frase con la que Carlos
Medinaceli agrupó a los intelectuales bolivianos que se “apagaban” a medio
camino.
Pero ojo, el autor de La
Chaskañawi se refería a aquellos que derrapaban y, por mediocridad o
debilidades varias, no llegaban ni a la sombra de lo que proyectaron ser, pero
en este caso propongo que este eclipse repentino y fatal se entienda por
aquellos a quienes la luz se les apagó/acabó abruptamente, como al propio
Medinaceli, que murió apenas pasados los 40 quedándole mucho aun por dar.
Podríamos citar en este triste grupo -como el famoso club
rockero de los 27- a René Bascopé, Guillermo Bedregal, Alfredo Domínguez, René
Zavaleta… etc.; pero volvamos mejor al autor de Que se mueran los feos.
Cuenta el mito que Boris Vian murió de un súbito ataque al
corazón mientras veía el estreno de la adaptación cinematográfica de su novela Escupiré sobre vuestra tumba, uno de los primeros alegatos literarios contra el
racismo; pero la versión oficial dice que lo declararon muerto muchas horas después,
en una sala de emergencia. En todo caso, tenía apenas 39 años y aunque ya había
hecho demasiado, no hacía más que arrancar.
Si como a su casi contemporáneo y símil en andanzas
hedonistas Henry Miller, que vivió casi 90 años, a Vian le hubiese dado por la
longevidad, este 10 de marzo cumpliría 95 años. Pero no fue así y por eso toca
ahora recordarlo en sus numerosas facetas.
Nació en 1920 en Ville d’Avray y murió en París en 1959. Su
biografía oficial dice que fue ingeniero, cantante, trompetista, inventor,
locutor, escenógrafo, traductor, poeta y novelista. Que vivió “casi con furor sus cortas,
inquietas e intensas vidas paralelas, todas ellas en el efervescente escenario
parisino de la posguerra”.
Vian y Fernando
Pessoa
Vidas paralelas, dicen sus biógrafos. Nada más acertado.
Casi en cada una de sus experiencias artísticas, públicas, experimentales,
-además de las ya citadas, vale la pena añadir que fue co-creador de la
patafísica, un movimiento dedicado “al estudio de las soluciones imaginarias y
las leyes que regulan las excepciones”- el francés utilizó un pseudónimo
diferente y llegó a tener al menos 27.
Joëlle du Beausset, Bison Duravi, Bison Ravi, Sullivan, Jacques
Dupont , Andy Blackshick, Otto Link, Boriso Viana, Amélie de lamineuse, Josèphe
Pignerole, Gédéon Molle, S. Culape, Gérard Dunoyer, Claude varier, Michel
delaroche, Anne Tof de Raspail, Eugène Minoux, Xavier Clarke, Adolphe Schmürz,
Vernon Sullivan, y varios más.
Vian y Honore de
Balzac
Otro de sus heterónimos fue simplemente Honore Balzac (sin
el “de” al medio).
De este originalísimo experimento deviene un legado no menos
sui géneris: 400 canciones, una docena de novelas y libros de relatos, cuatro
antologías de poemas, varias piezas de teatro, dos óperas y decenas de
artículos y críticas de jazz.
Vian y Cortázar
El escritor y crítico mexicano Miguel Córdova Colomé hace
una interesante relación entre el Cronopio y Vian: “ambos fueron amantes del jazz,
del surrealismo, de la locura que ofrece París a los jóvenes escritores; si
algo del francés se detecta en la obra del argentino, indudablemente es un ‘surrealismo
personalizado’, además de ese afán de construir su obra como se va construyendo
su propia vida: con los pies en el acelerador y la mirada sobre el camino”.
En Clases de literatura.
Berkeley, 1980 (Alfaguara, 2013), Cortázar habla brevemente de la
influencia de Boris Vian en su obra: “…es importante para nuestra literatura.
Durante mucho tiempo nadie lo tomó en serio; es lo que pasa con los humoristas:
la gente tiende a no tomarlos en serio hasta que finalmente un día se descubre
que en el fondo ciertos humoristas estaban hablando mucho más en serio que
muchos escritores autocalificados como serios...”. Habría que añadir en su hoja
de vida, entonces, “humorista”.
Vian y Bukowski
Continuamos con Córdova Colome: “Vian tuvo una vida breve
pero intensa como pocas, dentro de sus diversas actividades como artista
también destacó como organizador de fiestas orgiásticas en las que el alcohol,
las drogas y el sexo se desbordaban a un mundo de éxtasis reflejando la esencia
del artista como bohemio capaz de conquistar el mundo construido en su colectivo
social. Como suele suceder en quien vive su existencia con una conducta rebelde
y desenfrenada como lo representan los clásicos bohemios franceses -Baudelaire,
Rimbaud, Paul Verlaine y Antonin Artaud-, se intuye que adivinó que no viviría
mucho, razón por la cual se excedió en todo sin importar con quién podría
chocar o a quien le podría afectar”.
En todo caso, como Miller, Bukoski sí tuvo una vida bastante
larga.
Vian y Vian
Para cerrar, dos retazos de su prosa, de uno de sus mejores
libros El Lobo-Hombre; dos extractos
que dejan entrever el desparpajo, lucidez y audacia con las que encaró el
cerrado y conservador universo literario de los años 40-50.
(Marsella comenzaba a
despertar)
“¿Dándole todavía? – se impacientó el patrón-.
Decididamente, no tienes ni idea de cómo se afila un cuchillo.
- Ya veremos, ya veremos –dijo el mozo con aires de triunfo.
- Sigo esperando al coreano –replicó el patrón buscándole
vueltas.
- Paciencia –le aconsejó el aprendiz.
Empuñando la chaira, comenzó a repasar la hoja con
aplicación. Entre los apretados labios, le asomaba al exterior de la boca la
punta de la lengua. El patrón sonrió con malicia y escupió en el aserrín,
acertándole de lleno a un grueso moscardón verde”.
(Los perros, el deseo
y la muerte)
“Me han jodido… Mañana voy a la silla. Pero lo escribiré en
cualquier caso, pues me gustaría dejar una explicación. El jurado, como es
natural, no comprendió nada. Además Slacks está muerta. Me resultaba difícil
hablar sabiendo que no me creerían. Si Slacks hubiera podido arrojarse del
coche, si hubiera podido venir a contarlo… Pero por fin todo ha terminado. Ya
no hay nada que hacer. Al menos en este mundo”.
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