Un premio y sus revelaciones
“¡Salud por la salud de la poesía!”, dice el columnista a tiempo de narrar una positiva experiencia como jurado de un premio internacional.
Gabriel Chávez Casazola
Suele decirse que la poesía escrita en nuestro
idioma goza de buena salud: muchos libros publicados en lo que va de este siglo
-pronto quinceañero- así lo atestiguan, a este y al otro lado del Atlántico.
Pero otra cosa es ponerse a la ardua tarea de comprobarlo con 80 originales de
distintos países por delante.
Me tocó, estos dos meses pasados, ser jurado
-junto a los poetas Raúl Vallejo (Ecuador, 1959) y Federico Díaz-Granados
(Colombia, 1974)- de la primera versión del Premio Internacional de Poesía
“Paralelo Cero”, un concurso para obra inédita convocado, como su nombre lo
sugiere, en Quito, al amparo del festival de poesía del mismo nombre; que en el
último lustro ha reunido a cientos de relevantes autores de numerosas naciones,
alcanzando un creciente y bien justificado renombre dentro y fuera del país
donde se lleva a cabo.
La verdad sea escrita, no esperaba encontrar
tantos buenos libros de poesía entre esos 80 títulos presentados a concurso,
que además leímos todos los miembros del jurado, para dar la mayor consistencia
posible a nuestro trabajo y al fallo final.
Pudimos habernos repartido el pastel y luego
leer solo unas cuantas obras recomendadas por cada integrante, como se estila
en varios concursos, pero nos hubiéramos perdido la gran oportunidad de tomarle
el pulso a esta muestra de la poesía escrita en español que nos fue dada en
bandeja (o mejor, en pdf) desde la línea imaginaria del Ecuador.
Ahora, después de haber leído esas ocho
decenas de obras provenientes de casi la totalidad de los países iberoamericanos,
puedo decir, con mayor convicción, que sí. Que como anotaba al principio,
nuestra poesía goza de estupenda salud. Y tan es así, que el trabajo del jurado
se complicó a la hora de elegir finalistas, ya que había una buena cantidad de obras
que merecían ocupar ese lugar.
Sin embargo, aunque a cada quien tal vez se le
quedó relegado algún texto de su preferencia en el camino del diálogo interno propio
de todo jurado (a mí, por ejemplo, uno del que nunca sabré su autor, que
titulaba Acallado el nombre de tantas
cosas), desde el principio se decantó con nitidez la obra que, al cabo, fue elegida
ganadora, por unanimidad, del Premio Paralelo Cero 2014, a ser entregado el
próximo junio.
Se trata de Bitácora y otras cuestiones, presentado con el
seudónimo Ian Chamshroin, que una vez abierto el archivo de datos correspondió
al excelente poeta Juan Cameron (Chile, 1947), residente en Valparaíso.
Como lo apunta el veredicto, se trata de un
libro “de notable calidad, escrito desde una voz poética madura, lúcida e
irónica, que pasa revista a la memoria personal del poeta en diálogo con la
memoria cultural de su generación, construyendo una obra rica en sentido,
surcada por diversos ecos y niveles de significación que se enriquecen entre sí
y al conjunto”.
Por otra parte, considerando el buen nivel de
las obras presentadas al Premio y, aún más, la elevada calidad de varias de
ellas, en el jurado resolvimos, también por unanimidad, otorgar tres menciones,
a los libros Contra la locura, de la argentina Soledad Castresana, a quien
confieso no haber leído antes, aunque conocía por referencias; Cronología de un bárbaro, del también argentino Hugo Rivella (1948), un autor
de fértil trayectoria, con quien compartimos ser finalistas hace poco en el
premio mundial de poesía mística “Fernando Rielo”; y Lo lejano, del colombiano Santiago Espinosa (1985), que de este
modo ha corroborado lo que en su país ya se dice -y siempre bien- de su
escritura.
En Contra la locura descubrimos “una
poesía sugestiva y transparente, sutil y al mismo tiempo certera”; en Cronología de un bárbaro, la “apuesta por un lenguaje
caudaloso y desbordado, de una gran vitalidad e intensidad”; mientras que en Lo lejano encontramos
que prevalecía “una
nítida voz interior, minuciosamente volcada hacia la reminiscencia de tiempos y
espacios perdidos”.
El premiado fue,
entonces, un poeta chileno, y las obras mencionadas correspondieron a una poeta
y un poeta argentinos y a un poeta colombiano; lo que muestra, de paso, el
alcance de la convocatoria de este premio internacional, que
espero continúe teniendo tanta y aun mayor participación en sus futuras
versiones. Y que alguna de ellas, en el futuro, ojalá sea ganada por algún autor
boliviano. ¡Salud por la salud de la poesía!
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